La cubana Yenifer León, atrapada en Rusia por la pandemia del coronavirus, murió de una neumonía tuberculosa en el hospital Rabujin después de permanecer ingresada 23 días y los últimos en deplorables condiciones, informó el diario El País.
Yenifer, de 33 años, había llegado a Moscú desde Cuba "de compras" por segunda ocasión, como contó al diario español en abril, pero la sorprendió la pandemia y el cierre de fronteras, y no pudo regresar a la Isla como tenía planeado.
A la joven, trans, negra y con VIH, se le agotaron el dinero y los fármacos antirretrovirales que tomaba. Había llamado insistentemente al consulado cubano por ayuda sin recibir ninguna repuesta. Tenía miedo de la policía rusa, de la discriminación, en un país donde la homofobia está enraizada.
Yenifer pasó sus últimos días en Rabujin, un centro especializado para el tratamiento de la tuberculosis, en una habitación con las paredes desconchadas y con humedades; con la ventana rota, como muestran videos y fotografías que envió a El País. Se quejaba del frío en una estancia que no cumplía las condiciones básicas de salubridad.
Fue en este hospital, después de haber estado ingresada en otra clínica, donde le diagnosticaron tuberculosis. Permaneció allí cinco días y murió con dos tercios de los pulmones muy dañados, según fuentes hospitalarias.
La neumonía tuberculosa es una patología muy grave, explicaron. El protocolo sanitario marca que debe localizarse a las personas que vivían con la fallecida y que mantuvieron contacto estrecho, para hacerles pruebas y, si es necesario, darles profilaxis farmacológica contra la infección. Pero nadie ha tratado de localizar de manera oficial al entorno de la cubana. Tampoco el consulado.
De acuerdo con el diario español, la familia de Yenifer todavía espera más información por parte de las autoridades consulares cubanas.
"Estamos destrozados, nadie nos dice nada", lamentó su madre, Carmen Cárdenas, quien reside en Jovellanos, Matanzas.
Cárdenas explicó que quiere repatriar el cuerpo y pertenencias de su hija, pero que no logra que le expliquen si es posible y cómo.
Los responsables del hospital, que no está mal considerado para el tratamiento de esta enfermedad infecciosa, no comentaron el caso por el secreto médico; tampoco se refirieron a las condiciones del centro.
La clínica A. E. Rabujín se centra en la atención a la tuberculosis de personas sin techo, extranjeros y personas sin papeles. La unidad en la que estaba Yenifer está especializada, además, en personas con VIH. El hospital lleva un tiempo en obras. La cubana estuvo en una de las zonas aún en remodelación.
Natalia Éismont, antigua directora médica del centro, despedida hace casi un año por "pérdida de confianza" y ahora miembro de la Alianza de Doctores, un sindicato médico vinculado al opositor Alexéi Navalni, explicó que los especialistas del hospital son muy competentes y los fármacos, punteros, pero sostiene que la gestión debería analizarse a fondo. Su organización denunció un brote de Covid-19 en el centro entre los profesionales sanitarios.
Anton Eremin, especialista médico en enfermedades infecciosas del Centro Regional de Sida de Moscú, consideró "desafortunado" que "los ciudadanos extranjeros con VIH rara vez reciben atención médica de buena calidad en Rusia, donde se enfrentan a grandes barreras legales para conseguir la medicación".
El también consultor en la Fundación SPID (centro sida, en ruso) ayudó a Yenifer y a otras personas en la misma situación a conseguir antirretrovirales que necesitaban con urgencia.
"Además, no saben a quién pedir ayuda, no pueden comunicarse por la barrera del idioma. Y muchos temen revelar su estado por el estigma sobre el VIH. En el caso de Yenifer, la estigmatización de las personas trans también obstaculiza la atención de calidad. Así, sin una protección legal o atención médica adecuada, estas personas son hospitalizadas en una etapa posterior, cuando el tratamiento es más complejo y menos efectivo", añadió el especialista.
Cada año, unos 25.000 cubanos entran en Rusia como turistas, según datos de la Guardia Fronteriza de ese país. Gracias al acuerdo entre Moscú y La Habana, no necesitan visado y pueden permanecer en el país euroasiático hasta 90 días; solo visitando, sin trabajar. Muchos que deciden quedarse son engañados y explotados por redes criminales.