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Bitácora de cuarentena

Este domingo es para ti

La autora escribe en La Habana una bitácora en tiempos de pandemia para su hija de 18 meses.

La Habana
Ciruelas.
Ciruelas. Gavagrup

Hija, llevo 26 días escribiéndote sin parar. Te he contado la vida desde nuestra atalaya. La vida como puedo verla desde aquí. Lo que leo, lo que me cuentan por teléfono, lo que puedo comprobar por el viejo vicio profesional. He especulado y me he hecho grandes preguntas para las que no tengo respuestas. También he documentado cómo vas creciendo en esta clausura.

Hoy, por ejemplo, estoy segura de que no caminas sola porque no quieres o, mejor, porque quieres ir de la mano de mamá. Apenas te apoyas en mí. Solo siento la presión de tu mano cuando te tambaleas un poquito. Pero no te apuro. Todo a su tiempo, Nina. Volviste a tener más ratos independientes. Más ratos de "mamá no te necesito" que alternaste con fuertes agarres de las piernas de mamá en la cocina, de esos que tan nerviosa me ponen.

No he querido usar corral para tu crianza. Algunas personas piensan que la caminata en solitario y mi susto se solucionarían con un corral. Yo creo que el corral es una cárcel pequeña, diminuta. No puedo encerrarte. Ahora sería un encierro doble, como lo veo quizá desde mis prejuicios.

No comiste muy bien. Probaste jugo de ciruelas que mamá te hizo con algunas que te regalaron. Hiciste el gesto de "qué ácido está esto" y lo bebiste casi todo. Te mostré, como siempre que pruebas algo nuevo, una ciruela. Te la llevaste a la boca y la mordiste. No te perdí de vista, cerquita, porque las semillas de ciruela son del tamaño perfecto para atragantarte. Solo pensarlo me quita el aliento. Sin embargo, comiste la cascarita con algo de la masita agria, del jugo y me devolviste la semilla, como si supieras de mi sufrimiento.

Aunque había resuelto no hacer nada y dedicarte el fin de semana, mamá ha trabajado todo el día. A veces, odio WhatsApp, Facebook y la internet toda con aparato celular incluido. Siento que perdí una parte de mi libertad y comprometí la tuya. Sin embargo, me apasiona lo que hago. No sé trabajar sin pasiones. No sé militar sin pasiones. Y, para eso, acceder a internet es la libertad. Así de contradictoria es esta mamá semianalógica. Mucho. Cantidad.

La abuela de Jorgito apareció en un hospital de La Habana. Se encuentra en estado crítico. Pero su familia sabe dónde está. Si las energías pueden llegar más lejos de nuestra aura, quizá ahora no se sienta tan sola.

La violencia machista campea libre y los violentos entran y salen de la cárcel con discretas advertencias en estos días. Todo es más importante que nosotras, hija.

"Habrá que plantarles un saco de papa o un taco de marihuana o un cartel antisistema a estos hombres", piensa en voz alta una amiga cuando le cuento de la impunidad de la que gozan los violentadores de mujeres y sus criaturas. Sí, quizá saldrían notas aleccionadoras en el noticiero estelar o en el canal Caribe que no he visto nunca, y pasarían presos buena parte de sus vidas.

Supe que Mileydi y Elizabeth, dos jóvenes habaneras víctimas esta semana última de la violencia policial, ya tienen abogado de oficio, que sus familias saben de su paradero y pudieron pasarle productos de aseo. Esperarán a su juicio quién sabe por qué: ¿desacato? ¿Propagación de epidemia? ¿Las dos? ¿O por el 370, por filmar el abuso?

Supe de varias mujeres que hoy tampoco se sintieron solas en sus cuarentenas violentas. La línea telefónica abierta por mis hermanas de Yo Sí Te Creo en Cuba no ha parado en estos días. No he podido apoyar mucho, casi nada. Ojalá tuviera esta iniciativa ciudadana todo el apoyo que requiere. Ojala? las leyes lleguen, hija, y no sea tan tarde para algunas de nosotras.

Hace un rato una activista, con quien apenas he intercambiado una llamada y unos pocos archivos de audio, me escribe "Disculpe, ahora fue que vi su llamada". Supuestamente le hice una llamada grupal. Me envía una captura de pantalla. Nunca fue de mi celular. Le envío mi registro de llamadas de WhatsApp, tachados los nombres, solo con las horas en que llamé. No entiendo nada.

PD: Te dormiste después de los aplausos. Hay mucho calor. Dejo todo listo y me baño para abrazarte. Los dientes parecen no molestarte. Hoy no trabajo. Este domingo es para ti.

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