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Opinión

El Covid-19, WhatsApp y el hombre nuevo

Solicitar refugio político implica reconocer acoso y hostigamiento por parte de un gobierno o grupo criminal. Sin embargo, hace tiempo que nada se interpone entre los cubanos y sus intereses.

Madrid
Ilustración.
Ilustración. DDC

Por dos vías distintas recibo un link de WhatsApp para acceder a un grupo de médicos cubanos en España. La entrada es pública y abierta, no requiere aprobación previa. Pinchas, y estás dentro. El Dr. R., uno de los administradores, reconoce que la invitación "circula de mano en mano".

Más de 150 miembros comparten noticias, opiniones y consejos sobre cómo homologar títulos universitarios, acceder al sistema sanitario español y regularizar la estancia. Entre menciones a leyes y procedimientos, de vez en vez se cuelan preguntas sobre el Covid-19 en Cuba o comentarios sobre el régimen de la Isla.

Dado que varios miembros se declaran "solicitantes de asilo político", y que otros esperan al cese de la cuarentena para hacerlo, parece normal que algunos expongan temas políticos en el chat. A fin de cuentas, ¿por qué emigraron? ¿Qué razones políticas o económicas, valga la redundancia, llevaron a estos jóvenes a cruzar el charco?

"Galenos de Cuba, si quieren vivir en un país de libertad, hay que mojarse el culo. Cambien ya el chip...", reclama un participante. Entonces se desata la batalla entre cimarrones y esclavos.

"Señores, los venezolanos son refugiados políticos, tienen asilo. No se comparen más ni metan la política en esto", argumenta espantada la Dra. Y.: "Lo primero que se dijo es que nada de política, y ya hay todo un debate. Oye, que no aprenden".

"Adonde llega un cubano se jode la cosa", protesta el Dr. C., otra pata de la mesa directiva del chat.

El Dr. N. responde sin ambages: "Los venezolanos lo han logrado dejando claro sus posturas políticas y que no tienen nada que ver con Maduro. Hay cubanos que quieren nadar en las dos aguas y no perder los 125 kg que les dejan entrar a Cuba".

Se estima que unos doscientos médicos cubanos esperan insertarse en la lucha contra la pandemia en España, y en consecuencia solicitan la homologación, el permiso de trabajo o el asilo. Más de 1.500 firmas apoyan su petición en redes. La prensa independiente cubana se vuelca en su ayuda.

"Somos un grupo de médicos cubanos radicados en España, que ofrecemos nuestra ayuda y quedamos a disposición de la sanidad pública para la lucha contra la pandemia del Covid-19", expresan en la plataforma Change.org.

Y apostillan un eslogan, para que nadie dude: "...fuimos formados [en Cuba] bajo principios humanistas".

Unas veces más técnico, y otras, más político, el chat funciona. Cada nueva homologación o decisión de las autoridades españolas, se celebra con aplausos. Pero los cederistas no duermen.

Varios miembros advierten, por experiencia propia, que las alusiones al Gobierno cubano son severamente respondidas, y el autor díscolo, expulsado del chat.

No tardo en verificarlo, aunque mi papel solo se ciñe a la observación silenciosa. Hasta que me expulsan.

La orden de los jefes es inequívoca: "¡Aquí no se habla de política!".

"No queremos involucrarnos en política. Ni que utilicen nuestros nombres para esto (...) Cuba no tiene nada que ver con lo que estamos pidiendo", reclama airada la Dra. M. ante el ofrecimiento de ayuda de un grupo opositor.

Cualquier miedo personal resulta comprensible, pero, ¿cómo se califica la instigación al miedo colectivo?

"Aquí nadie prohíbe hablar, mientras sea bajo un respeto y coherencia (...) Por eso no quiero sacar a más nadie, pero [si es] para crear disyuntiva, nuevamente se va pa' fuera", asegura el Dr. R.

Un médico solicitante de asilo político (lo admitió públicamente días antes), asume y reenvía la orden del mayoral: "Acá nada de política".

Sesenta años de supervivencia dejan huellas indigeribles. Solicitar refugio político implica reconocer acoso y hostigamiento por parte de un gobierno o grupo criminal. Sin embargo, hace tiempo que nada se interpone entre el hombre nuevo cubano y sus intereses particulares. Un daño antropológico en toda regla.

"Les pido que no den información sobre su estatus migratorio", exhorta el Dr. R. y remata: "Ya hemos visto cómo en periódicos del exilio cubano se malinterpreta y se nos ha usado".

"Estas cosas nos pueden perjudicar... Espero que se entienda", alerta la Dra. C, destacada integrante de la brigada de respuesta rápida, aterrorizada por la presencia de un periodista en el chat.

Al descubrir mi presencia, el Dr. R. me escribe por privado. Quiere conocer los medios de comunicación para los que trabajo, para inmediatamente emitir sentencia: "No nos interesa hablar con usted, ni con ningún medio de Miami (...) El problema es que su democracia no cuenta las verdades".

"¿Cuál democracia? ¿La española?", pregunto. "La de Miami", aclara.

Cuenta que su familia "luchó en Girón y Angola", y me recita una especie de acto de fe: "Creo en mi país, en sus cosas buenas. Tiene malas, pero la política me da asco".

"De verdad, los cubanos, para hacer mal y hablar mierda de nosotros mismos, no tenemos precio. Y más con todo el tema que se va a venir de los médicos cubanos que venían para aquí. Y que de verdad se nos quería utilizar para hablar de ellos. Qué pena", reprocha gratuitamente el líder R., sin que haya mediado pregunta alguna sobre las misiones enviadas por La Habana al extranjero.

No es ni será el único escándalo protagonizado por los médicos que solicitan asilo político o algún tipo de protección. En otro grupo, a cuyas capturas de pantalla accedí a través de manos amigas, una doctora admite haber bloqueado al periodista Mario J. Pentón, de El Nuevo Herald, por preguntar sobre la situación en el hospital habanero Calixto García.

Los coroneles del chat exigen que revele las fuentes. Me niego rotundamente, acogiéndome al secreto profesional. Ellos pueden dormir tranquilos, hasta donde la conciencia de hombre nuevo se los permita, pues tampoco revelaré sus nombres. Esta reflexión no va de rostros ni de pantallazos de WhatsApp. Ni siquiera de ideologías. El problema es Cuba, un país totalmente devastado.

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8 comentarios

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Profile picture for user TONY PLANAS

LO MÁS TERRIBLE EN ESTA ARTÍCULO ES EL "MIEDO" QUE VIENE SEÑALANDO ALEX OTAOLA EN SU PROGRAMA DIARIO EN INTERNET "HOLA OTA-OLA" A TODO LO QUE REPRESENTA LA MALVADA Y DESPIADADA "REVOLUCIÓN CUBANA DEL 1959". SI LA ENTRADA A "WHATSAPP" EN ESTE CASO ES "PÚBLICA Y ABIERTA" NO VEO EL POR QUÉ SE TIENEN QUE "TAPAR" LOS NOMBRES DE ESTOS MÉDICOS EN ESTE ARTÍCULO A MENOS QUE EN ESE "WHATSAPP" ESOS MÉDICOS TAMBIÉN EVITEN DAR SUS NOMBRES. TODAVÍA EL MIEDO A EMBARRASE EL TRASERO POR SI LA TIRANÍA COMUNISTA CUBANA "DESCUBRE" LO QUE DECIMOS Y ESCRIBIMOS, NOS HACE EMBOLSAR Y "SEGUIR DE MODO CRUEL CON LA INFAMIA DEL DELITO HACIENDO DE CUBA UNA POCILGA Y EN ESO...." (PUNTOS SUSPENSIVOS) ¡QUÉ DESPARPAJO, DAMAS Y CABALLEROS, QUÉ DESPARPAJO!

Profile picture for user Gaston Julia

Este es un síndrome de Estocolmo genético...

Profile picture for user Proscopito Arrechabaleta

Los compañeritos doctores siguen en combate en Madrid. Mentalidad de esclavos estén donde estén. Dan asco.

A los alemanes les tomo como 50 abriles el mirarse al espejo y hacer una pelicula como "Hitler, the Downfall". A los cubanos nos va a tomar siglos recuperarnos del miedo que el castrismo nos metio en el cuerpo.

Y siguen de esclavo en tierra libre. Aquello nunca va a cambiar.

Profile picture for user cubano libre

¡Qué República era aquella!

Profile picture for user Nico

Buena crónica, ágil y diferente, sobre "la batalla entre cimarrones y esclavos". Esa tipología quedó genial. Me entristece ver a muchos cubanos expatriados guardándole las formas al régimen, cuando no comportándose como entusiastas cederistas en el exterior.

Aun en tierras de libertad siguen trabajando por migajas. Como bien dice al articulo y lo acuñara Dagoberto Valdes, "daño antropologico".