Hija amada, quiero contarte sobre la sororidad, de la que ha dependido gran parte de nuestra supervivencia.
El término lo acuñó un hombre, como muchas cosas relacionadas con nosotras, las mujeres. No era un hombre cualquiera, sino Miguel de Unamuno, a inicios del siglo XX. Escribía que la fraternidad entre mujeres, debía tener su propio término. Proponía que vinera del latín, soror, hermana. Fue hasta poco después de tu nacimiento, si no me traiciona la memoria de puérpera multitareas, que la Real Academia de la Lengua Española lo incluyó en su dogma, siempre atrasada, más si de justicia de géneros se trata.
Te cuento esto para que sepas de dónde viene el término (siempre quise comprarme un diccionario etimológico, tampoco me lo compré, si te interesara te lo regalo con olor a tinta), porque quiero escribirte sobre mis hermanas.
Ha sido un día raro. Solo esperaba la visita de una vieja amiga que llegaría con algunas provisiones. Lo habíamos planeado el sábado. Después de ella aparecieron dos más, de las de antes de los 2000, en nuestra puerta. Venían cargadas de cositas que compraron para nosotras, hija, incluso con cola, aunque fuera "más o menos organizada y lógica", incluso con un "no es gran cosa. Las tiendas están medio despobladas".
Vinieron a decirnos que no estamos solas, a que no lo olvidáramos. Ellas son mujeres que luchan, que maternan, trabajan y cuidan de otras mujeres porque saben de sororidad.
Ya sé que cada día que me has acompañado te he enseñado de solidaridad. Pero la sociedad intentará hacerte ver que las otras mujeres son tu competencia. La sociedad y algunos hombres —incluso con masculinidades no hegemónicas— querrán que compitas con tus congéneres. No caigas en la trampa, Nina. Tampoco en la de que todas todas las mujeres deben simpatizarte, porque es imposible. Sin embargo, cuando una mujer necesite ayuda, dásela. Es una hermana. Cuando la violenten, dile "Yo sí te creo" y provéele el apoyo que necesite. Cuando la acusen de "loca", cuestiónatelo. Cuando la ofendan de "puta", di que tú lo eres y tú mamá también (para los patriarcas, todas lo somos en algún momento).
Cuando alguien diga que una de nosotras hizo algo para merecer la violencia, desmiéntelo en público. Nadie merece ser violentado. Las mujeres no merecemos ser violentadas, menos por ser mujeres. Cuando materne sola, quédate cerca para lo que le haga falta a ella y a sus criaturas. No hagas silencio, hija. No mires para el otro lado. No seas cómplice.
Hoy, por el ciberespacio, apareció Rita del Prado, una cantautora cubana que hace música para la infancia. La conocí en 1995. En 1997, la acompañaba en la aventura de grabar su primer disco para niños, producidos por Garci, Jorge García, mi amor trovador. Rita ha enviado finalmente digitalizado Casi lo digo, que vio la luz solo en formato de cassette con la discográfica EGREM. Yo perdí el cassette, como pierdo muchas cosas dentro de casa: desaparecen. Pero ahí está para ti una parte de mi historia, de cuando mamá era pequeñita, no tanto como tú.
Las 13 pistas llegaron con un mensaje para Mamá de Rita que dice: "Bueno, Marti. Este es nuestro Casi lo digo. Me siento feliz de habértelo mandado y que pueda acompañar la infancia de Nina...", y algo más sobre el amor y la amistad y la sororidad, hija, la sororidad.
Es un juego serio cuando te digo que "somos un gran equipo de niñas", chocamos los cinco y nos reímos de los malos ratos y hasta de este encierro.
PD: Hoy, además de todo esto, construimos sombreros de piratas. Conservo una selfie mala, como todas las selfies de Mamá. Le aullamos a la Luna llena a la hora del ocaso. Y Mamá botó la basura después de las 9:30PM, cuando está prohibido. Por ahora salí ilesa. Veamos cómo sigue...