En un país donde el suicidio aparece registrado entre las primeras diez causas de muerte, según el Anuario Estadístico de Salud de 2018, en Ciego de Ávila (12 por cada 100.000 habitantes) las cifras representan más decesos por esta causa que por enfermedades de las arterias, arteriolas y vasos capilares, publica el periódico Invasor.
El medio subraya que las estadísticas sobre el fenómeno en la provincia son discretas en comparación con provincias como Villa Clara (21) y Sancti Spíritus (18.2), pero sigue siendo "preocupante".
Según el periódico, lo que más inquieta a los especialistas es que, por cada suicidio registrado, son muchos más los intentos que no engrosan estadísticas, pero sí encienden alarmas; sobre todo, en el grupo etario comprendido entre los 15 y los 21 años, que reportan en Ciego de Ávila el mayor número de intentos —junto a las personas de la tercera edad— mediante el ahorcamiento y el envenenamiento, fundamentalmente.
Danis Rodríguez Ceballos, especialista de la Comisión Técnica Asesora Provincial de la Conducta Suicida, confirma que entre los principales motivos que impulsan a los adolescentes a cometer actos de este tipo están "la frustración escolar, el bullying o acoso escolar, la baja tolerancia e inexperiencia frente a situaciones complejas, las fricciones familiares, los hogares disfuncionales, la orientación sexual no heteronormativa y los conflictos de parejas".
Según el experto, para atender a quienes sobreviven a esta experiencia, se articula una estrategia de trabajo desde la Atención Primaria de Salud con los Consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia y los Centros de Salud Mental hasta la consulta con psiquiatras.
Rodríguez señaló a las familias de asumir el suicido como un problema del adolescente, sin llegar a sumarse de modo activo al proceso de psicoterapia.
"En el peor de los casos, la atención no pasa del Cuerpo de Guardia y la consulta de Psiquiatría, porque ambas partes deciden enterrar el asunto bajo el silencio, el estigma, y la promesa de que no volverá a pasar, sin sospechar que la predisposición seguirá en espera de su oportunidad", agregó el especialista citado por Invasor.
Al cierre del pasado curso escolar, existían en Ciego de Ávila tres grupos psicoeducativos que reunían a adolescentes con actitudes de riesgo y otros con una probada conducta suicida.
"El procedimiento radica en mostrarles cómo resolver conflictos y lidiar con sus insatisfacciones". A juicio de Rodríguez Ceballos, hoy se dan dos extremos: familias disfuncionales desentendidas del adolescente, y otras sobreprotectoras y complacientes.
Parte de la literatura médica define al suicidio como un fenómeno de idea fija; paradójicamente, no se trata de morir, sino de salir del conflicto.
La pauta por décadas ha sido que el fenómeno sea tratado en la prensa oficial cubana superficialmente. Medios locales han tratado el tema, pero sin entrar en precisiones de estadísticas.
En mayo de 2018, el semanario Escambray reportaba, citando datos oficiales, que 8.954 cubanos se habían quitado la vida entre 2013 y 2017. La publicación señaló que el suicidio estaba entre las diez principales causas de muerte en el país en ese periodo.
Desde 1962 hasta 1970 el índice de suicidio en Cuba osciló entre 10,6 y 12,6 por cada 100.000 habitantes.
En la década de los 80 la tasa superaba los 21 suicidios por cada 100.000 habitantes y en 2004 descendió a 13,3.
En 2014, la Organización Panamericana de la Salud indicó que Cuba era el país de las Américas con la tasa de suicidio más alta, con 16,3 defunciones por cada 100.000 habitantes, seguida por Guyana (16), Surinam (14,8), Trinidad y Tobago (12,4), Canadá (12,0) y EEUU (11,4).