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Cuentapropismo

Precios topados y crisis de combustible: así mata el Gobierno cubano el transporte privado

Mientras, los medios oficiales bombardean con reportes sobre medidas que 'protegen' la efectividad de la subida salarial.

Holguín

La "cruzada gubernamental" de los "precios topados" podría ser una cortina de humo para apartar la mirada pública, nacional e internacional, de las verdaderas causas de la crisis y de la inflación, utilizando nuevamente como cabeza de turco a los cuentapropistas, consideran algunos afectados.

"Ya no podemos trabajar", comenta Rolando, un botero de Holguín, recostado a su almendrón en la Terminal Las Baleares. Esto se pone cada día peor y a los cuentapropistas nos echan siempre la culpa".

"La crisis del transporte y los precios topados tienen que ver con el precio del combustible, no con en el aumento salarial. Eso es una justificación para hacernos quedar como los malos de la película", señala.

"Desde que recortaron el combustible en las empresas ya casi no se puede conseguir petróleo (diésel) por la izquierda, que es el que da la cuenta con el precio. Estaba a siete pesos y ahora subió a 12 y no aparece. Pagándolo a 30 pesos en el CUPET solo podemos hacer algunos viajecitos a gente de dinero o que viene de afuera, que paguen bien. No se puede trabajar así", se queja.

"Ahora mismo estoy aquí rodeado de gente loca por ir a Mayarí, a 60 pesos el pasaje. Pero, aunque yo quiera, no puedo ir porque eché 30 litros en CUPET por 30CUC, que son 750 pesos. Con ida y vuelta llenando las seis plazas recogería 720 pesos; es decir, que pierdo 30 pesos. ¿Ves? ¡No se puede!", calcula.

"Y tampoco es seguro que de regreso recoja todos los pasajes. Siempre es una incertidumbre porque no todos tienen ni siquiera esos 60 pesos. Tengo que esperar a que alguien me alquile por 40, 45 o 50CUC. Siempre hay que negociar, según se vea el cliente, para ganarme 10, 15 o 20CUC y hacer el día. Todo está caro y un carro no gasta solamente combustible, también gomas, piezas y el pago del mecánico", señala.

"Sería buenísimo que se acabara el robo de combustible y poder trabajar con los precios topados, comprándolo legal, pero para eso el Estado tiene que bajar el precio, al menos a 0.60CUC . Así nos daría la cuenta, tendríamos margen de ganancia. Pero eso no lo comprenden, quieren que trabajemos sin ganar. Ni que fuéramos esclavos o retrasados mentales", concluye.

El transporte público en Holguín, mayoritariamente cubierto por el sector privado, comenzó a deprimirse en 2018, al igual que en el resto del país, a consecuencia de la crisis energética en el sector empresarial. Esto repercutió automáticamente en el privado porque el robo de combustible es el que lo abastece mayormente. Un flagelo generado por las propias paradojas económicas del sistema estatista-planificado al que Miguel Díaz Canel le declaró la guerra, pero combatiendo las consecuencias y no las causas, como de costumbre.

El mal tiene su raíz en "la lucha" cotidiana de choferes y abastecedores para completar sus deprimidos salarios y la necesidad de los cuentapropistas de abastecerse de combustible más económico que les permita ofrecer un servicio más asequible a la población. No únicamente en el afán de mayor lucro, algo difícil con el precio estatal en las bombas de CIMEX-CUPET, propiedad de los militares.

Yasmany, un pasajero que desea llegar a su casa en Moa, comenta que lleva "tres horas varado en la terminal y nada".

"No sé cuándo llegaré a casa. Antes era llegar a la terminal y montarte. Siempre había tres o cuatro jeeps aquí, cargando. Ahora ni uno solo, ni camiones, ni nada. Estamos embarcados, volvimos al 'Periodo Especial', opina.

"Vine de La Habana en un camión particular y lo pararon cuatro veces en el camino para pedirle el papel de combustible. El chofer dijo que no va más hasta que esto no se 'arregle'".

Los medios oficiales bombardean a los cubanos con reportajes donde los cuentapropistas son los malos y los inspectores estatales los salvadores del pueblo, vigilantes de la ley para que puedan disfrutar el incremento salarial decretado por Díaz-Canel. Pero el resultado parece ser el contrario, pues si el transporte se deprime el pueblo es quien sufre.

En las redes sociales llueven críticas a esta y otras medidas consideradas populistas e inviables. Sin embargo, nuestro pueblo tiene todavía una muy baja conectividad y casi nula en grupos etarios muy decisivos en estados de opinión, como la segunda y tercera edad, por lo que la campaña oficial tiene un gran efecto.

Desde otras provincias del país se reportan huelgas "de brazos caídos" de los transportistas privados, como reacción a la presión estatal y el alto precio del combustible. Pero más que eso, al menos en Holguín, parece una consecuencia natural de una medida que hace irrentable el transporte público privado.

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