Por estos días, varios medios de prensa publican la noticia de la muerte, en abril pasado, de más de una decena de cubanos, atrapados por la súbita crecida de un río en la selva del Darién. Ninguno de los medios que han informado sobre estos hechos pertenece a la prensa oficial cubana.
Como ocurrió entre 2015 y 2017, durante la crisis en varios países de Centroamérica provocada la emigración masiva de cubanos, los medios oficiales serán los últimos en informar, si es que llegan a hacerlo. Hasta ahora, no se han dignado a mencionar la tragedia en que perdieron la vida al menos 12 personas nacidas en Cuba.
El diario Granma, del Partido Comunista, en la portada de su edición digital del 12 de junio, publicó un tweet de Miguel Díaz-Canel que no dice nada nuevo. De hecho, admite el reporte, "reitera" que La Habana no negociará "bajo presiones ni amenazas imperiales".
Las recaudaciones tributarias de la ONAT y las pruebas de la presunta inocencia del expresidente brasileño Luiz Inacio Lula Da Silva, son más importantes que la muerte de unos cubanos que eligieron cruzar la selva más tupida del mundo, que es además ruta del narcotráfico, para alcanzar sus sueños de prosperidad y libertad.
La toma de posesión como congresista de un exmiembro de las FARC en Colombia y las víctimas del feminicidio en Argentina tienen más peso para quienes dirigen la prensa en nuestro país que cualquier cubana ahogada por la crecida del río Armila en el Darién.
No son los primeros muertos o desaparecidos cubanos en esta travesía por la selva y probablemente no serán los últimos. Durante meses, DIARIO DE CUBA ha compartido con sus lectores los testimonios de quienes han sobrevivido para contar que han visto a una mujer parir o morir, que han dejado de ver a otros porque han desaparecido, o que han perdido a un familiar en la selva. Ninguna de estas historias ha aparecido en los medios oficiales cubanos.
Quienes deciden escapar, sea a través de México o de la selva del Darién, dejando en evidencia la desesperación de un pueblo que no ve futuro en su propio país, no merecen un lugar en los medios oficiales, excepto si es para declararse arrepentidos, como los que intentaban cruzar la frontera entre México y Estados Unidos y fueron deportados por el Gobierno mexicano entre marzo y abril.
El noticiero de la televisión estatal sí mostró su arribo al aeropuerto José Martí, de La Habana, y sus testimonios sobre las penurias que debieron soportar en los centros de detención en México, las pésimas condiciones, la poca y mala comida y, al final, el consejo a los televidentes de no emprender ese camino para emigrar. Los espectadores, además, pudieron apreciar las atenciones brindadas por las autoridades cubanas en el aeropuerto a estas personas.
El reporte no mostró, sin embargo, a los cientos de cubanos que, pese a las mismas pésimas condiciones descritas por sus coterráneos y excompañeros de infortunios, se niegan a regresar y han escapado de centros de detención para evitar ser deportados. Tampoco por qué los cubanos deciden vender todas sus pertenencias (casa incluida) para emprender estos viajes sin tener la seguridad de que alcanzarán su meta: llegar a los Estados Unidos. Algunos han terminado por intentar asentarse en México.
Lo que no deja de hacer la reportera Talía González, al reiterar el llamado del Gobierno cubano a una emigración segura y organizada, es mencionar la escalada de agresiones de Estados Unidos contra Cuba, en la misma línea que se refiere al tráfico humano en la región, como si ambos, gobierno norteamericano y tráfico humano, fueran responsables e incluso cómplices de las vicisitudes enfrentadas por los cubanos que intentan llegar a aquel país.
Quizás, los periodistas de nuestros medios oficiales no han publicado aún la noticia sobre nuestros compatriotas ahogados en el Darién porque buscan una forma de vincularla con la política "pies secos, pies mojados" que llevó a tantos y tantos cubanos a arriesgar sus vidas en pos del "sueño americano". Pero se han dado cuenta de que tienen un problema: ya no hay política "pies secos, pies mojados".
Al ponerle fin, el expresidente estadounidense Barak Obama cerró una importante vía de escape a los cubanos y desarmó de un pretexto al Gobierno. Ya no puede culpar a esa política por tantas muertes de emigrantes cubanos. Ya las muertes y las desapariciones no son (solo) en el Estrecho de la Florida, sino donde quiera que parezca abrirse una puerta y termine sorprendiéndolos la fatalidad.
¿Por qué nuestros medios oficiales no reflejan los sucesos del Darién para conseguir un efecto ejemplarizante que desaliente a otros cubanos a emprender itinerarios que podrían costarles la vida? Porque, desafortunadamente, no va a funcionar. La historia de la emigración irregular cubana demuestra que ni la posibilidad de ser engullido por el mar o por los tiburones detiene a quienes están decididos a escapar de la Isla.
Y porque, más importante que aleccionar a nuestros compatriotas y evitar que arriesguen sus vidas, es esquivar lo que constituye el meollo de toda la cuestión: ¿Por qué, incluso tras el fin de la política "pies secos, pies mojados", los cubanos continúan arriesgando sus vidas para llegar a los Estados Unidos? ¿De qué escapan?