Para nadie es un secreto la pésima situación por la que atraviesa el sistema ferroviario cubano, tanto en lo concerniente a la transportación de cargas como de pasajeros. El pasado año 2018 fue crítico en ambos aspectos.
De acuerdo con cifras emitidas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en el documento "Transporte. Indicadores Seleccionados", en 2018 los ferrocarriles transportaron 593.000 toneladas de cargas menos que en 2017. Otro indicador negativo lo constituye el hecho de que el sistema ferroviario transporta solo el 12,7% de las cargas de mercancías del país, mientras que por camiones circula el 78,4% de dichas cargas. Se trata de una correlación que le aporta pérdidas a la economía nacional debido a que la transportación por camiones encarece las operaciones.
En lo referido a la transportación de pasajeros, el 2018 reportó medio millón de viajeros menos que en 2017. Es de destacar que el pasado año los ferrocarriles transportaron únicamente el 0,3% de los pasajeros nacionales, mientras que los ómnibus de uso público lo hacían en el entorno del 48,6%, los ómnibus escolares al 6,2%, los taxis estatales al 4,1%, las cooperativas de transporte al 0,9%, y los medios alternativos —entre los que las estadísticas oficiales incluyen a los taxistas privados— al 35,3%.
A lo anterior hay que agregar las deplorables condiciones de los trenes de pasajeros, que convierten los viajes interprovinciales en una verdadera odisea. Impuntualidad en los horarios de salida y llegada a su destino, suciedad en los coches, en ocasiones sin agua ni comestibles, con moscas y mosquitos, y además la pérdida de pertenencias de algunos viajeros debido a la acción de personas inescrupulosas que suben a los coches durante las paradas que realizan los trenes.
¿Y qué hacen los gobernantes del país con vistas a solucionar semejante debacle? Pues, entre otras cosas, han decidido acudir a la conciencia de los trabajadores del sistema ferroviario, como en los tiempos en que el "Che" Guevara llamaba a profundizar en los estímulos morales, en detrimento de las recompensas materiales.
En días pasados la prensa oficialista (periódico Trabajadores, 13 de mayo) informaba de la firma del Código de Ética por parte de los trabajadores de este sector. Un hecho que conmina a esos colectivos laborales a "portarse bien" en el desempeño de sus funciones. La referida firma tuvo lugar en el denominado Memorial de la Denuncia, un sitio adonde las autoridades llevan a los jóvenes para que observen fotos y documentos relativos a las "agresiones del imperialismo contra Cuba", pero donde los gobernantes muestran lo que les conviene. Porque, por ejemplo, nada se dice allí del hundimiento del remolcador 13 de Marzo, ni de los vergonzosos mítines de repudio que recibieron las personas que abandonaron la Isla por el puerto de Mariel en 1980.
Ahora se habla también de un tren de pasajeros entre La Habana y Holguín, que se proyecta para el segundo semestre del presente año. Un itinerario que no se cubre desde hace 13 años. Las autoridades anuncian que dicho servicio contará con coches climatizados, circuito interno de televisión, asientos confortables, ventiladores, baños elegantes, así como cafeterías. En fin, un grupo de comodidades no habituales en los trenes de pasajeros que circulan en la Isla.
Aun de concretarse ese servicio, el cubano de a pie no se hace muchas ilusiones. Sabe que, como los malos perfumes, los servicios estatales no tienen fijador, y pronto se degradan. El aire acondicionado durará poco, los asientos se romperán, muchos ventiladores desaparecerán, los baños no tendrán quién los limpie, y la cafetería brindará muy pocos comestibles, ya que sus empleados, abrumados por las escaseces de la vida diaria, olvidarán el Código de Ética y se llevarán para sus casas los alimentos que habían sido destinados a los pasajeros.