Miguel Díaz-Canel últimamente repite en las reuniones del Consejo de Ministros que el país tiene que exportar más. Pero lo que propone niega las leyes más elementales que rigen el comercio desde hace milenios: "Todo el mundo tiene que buscar qué puede exportar y, por supuesto, cobrarlo", dijo en la última reunión, según publicó el diario oficialista Granma.
El despiste o falta de conocimiento en materia económica y comercial que tiene el administrador del régimen no deja de sorprender. Una cosa es empujarles a los cubanos productos de pésima calidad y alto costo de producción (por la ineficiencia inherente al socialismo) y que la gente lo acepte porque no tiene otra opción, y otra es competir en el cada vez más exigente mercado mundial, donde los parámetros de calidad rondan la exquisitez por su creciente sofisticación.
Si Díaz-Canel quiere hablar de exportaciones que lo haga en serio. Que asuma con responsabilidad la catástrofe que ha significado el castrismo para el comercio exterior de Cuba. Basta un dato: Cuba en 1958 exportó bienes por un valor equivalente al 31% del Producto Interno Bruto (PIB) y seis décadas después exporta bienes que apenas equivalen al 5,7% del PIB, cinco veces menos.
Competir y vender en grande solo es posible con la libre empresa y la propiedad privada. Al Estado socialista le es absolutamente imposible hacerlo. Si el estatismo comunista no es desmantelado, si no se liberan las fuerzas productivas, Cuba no puede producir bienes con la calidad requerida para competir y ser vendidos en el mercado internacional. Es así de simple.
Y que no siga diciendo la elite dictatorial que la mayor fuente de divisas que tiene el país es la "exportación de servicios", porque es un insulto al pueblo cubano. Confiscar el salario de profesionales no es comercio, es una deleznable práctica esclavista.
Cuba era imbatible en ciertos productos
Durante la etapa republicana capitalista la Isla sacó provecho del principio de la "ventaja comparativa" desarrollado en el siglo XIX por el economista inglés David Ricardo. Es la ventaja que tiene un país para producir una mercancía de buena calidad con un costo inferior al que tendría que soportar otro país para producir ese mismo bien.
Cuba era imbatible mundialmente en la producción y exportación de azúcar, tabaco y ron. Pero además era un gran exportador de café de altísima calidad, piña, níquel, productos agropecuarios incluyendo toros sementales, y otros productos que nunca el castrismo ha podido exportar. La producción cubana de café en 1958 fue de 60.000 toneladas y en 2017 fue de 5.500 toneladas.
Eran todos productos competitivos porque Cuba tenía el know-how capitalista, plasmado en la tesis de Ricardo, para producirlos con bajo costo y magnífica calidad. Con los ingresos obtenidos se iba financiando el desarrollo del resto de las ramas económicas. Por eso Cuba duplicaba el ingreso per cápita de los españoles e igualaba el de los italianos
En fin, en la época republicana Cuba generalmente exportaba más de lo que importaba. Y en 1958 era la tercera economía más solvente de América Latina por sus superávits comerciales, sus reservas de oro y de divisas y por la estabilidad del peso, siempre a la par con el dólar, sin devaluarse nunca.
En 1957, dos años antes de que Fidel y Raúl Castro asaltaran el poder, la FAO clasificó a Cuba como el mayor exportador de productos agropecuarios de Latinoamérica en proporción a su población.
La agricultura, la ganadería y la planta industrial del país crecían a alto ritmo y producían alimentos suficientes, textiles, confecciones, calzado, detergentes, jabones, cerveza, conservas, muebles, artículos de oficina, materiales de construcción, y una amplia gama de artículos de consumo de gran calidad. La Cuba capitalista importaba el 29% de los alimentos que consumía. La Cuba "revolucionaria" importa el 80%.
Cuarto mayor exportador de Latinoamérica
En 1958, según el FMI, Cuba fue el quinto mayor exportador de América Latina, con 732 millones de dólares, solo cuatro millones de dólares menos que México, cuarto lugar tras Brasil, Argentina y Venezuela, países todos más grandes y poblados que Cuba. Y hay más, las ventas externas cubanas superaron el valor de las exportaciones conjuntas combinadas de cinco países: Perú (291 millones), Uruguay (139 millones), República Dominicana (136 millones), Ecuador (95 millones) y Bolivia (65 millones).
Ese mismo año anterior al diluvio castrista, Cuba duplicó las exportaciones chilenas, de 389 millones. Seis décadas después, en 2017, la Isla socialista exportó bienes por 2.606 millones, y el Chile explotado por el "imperialismo" vendió 68.306 millones, 26 veces más. No cuesta nada pensar que una Cuba capitalista, con mucho mayor desarrollo, hoy estaría exportando al menos la misma cifra que Chile.
Bolivia, que en 1958 exportó 11 veces menos que Cuba, en 2017 triplicó a la Isla con 7.846 millones de dólares. Uruguay pasó a 8.850 millones en 2017; Perú, a 44.058 millones y Ecuador a 19.122 millones. ¿Qué otro país del mundo exporta hoy menos bienes que hace 60 años?
Entraron en escena los Castro y el "Che" Guevara y desde entonces la Isla no ha registrado jamás otro superávit en su balanza comercial, salvo un excedente casi simbólico de 9,9 millones de dólares en 1974. Acumula casi 60 años de déficit comercial, un record continental.
La dependencia de la URSS atrasó más al país
Además de la inviabilidad propia del socialismo, lo que agravó el desastre competitivo y comercial cubano fue la dependencia abrumadora de la Unión Soviética, sobre todo a partir de 1972 cuando Cuba entró en el CAME. Se aplicó la "división internacional del trabajo" que tanto criticaron Marx y Lenin a Occidente porque limitaba a los países pobres a ser proveedores de materias primas. Pues bien, a Cuba le asignaron la función de ser la "azucarera" de la URSS y el CAME, y el proveedor de níquel. Fue condenada a seguir exportando productos básicos, sin valor agregado. En 60 años lo único con valor agregado que ha logrado exportar el castrismo son los productos farmacéuticos. Y punto.
El daño causado al país por la total dependencia de Moscú fue enorme. Al estar asegurado el mercado para los productos cubanos dejaron de tener importancia la calidad, el incremento asombroso de los costos de producción, los incumplimientos en las entregas y de las cantidades pactadas. Se hundió la productividad y la competitividad. Todo constituyó un freno adicional al que por sí mismo era el sistema comunista a los efectos del desarrollo de las demás ramas de la economía cubana.
Como Moscú pagaba el azúcar cubano a cinco, siete, o diez veces por encima del precio mundial, no importaba el costo para producir azúcar, que se incrementó a niveles absurdos. Y los rendimientos cañeros cayeron a menos de la mitad del promedio mundial de 67-72 toneladas por hectárea y pasaron a ser los más bajos del mundo, al oscilar entre 35 y 37 toneladas de caña por hectárea. Y los rendimientos industriales, que antes de 1959 eran los más altos del mundo, se desplomaron vergonzosamente.
En 31 años (1960-1991) el intercambio con la URSS y sus satélites europeos se mantuvo entre el 75% y el 80% de todo el comercio exterior cubano. Fue una dependencia mucho mayor que la que tuvo Cuba de EEUU, pues en los años 50, según cifras oficiales, el mercado estadounidense adquiría el 57% de las exportaciones totales de la Isla. O sea, Cuba colocaba en el resto del planeta casi la mitad de sus bienes exportables.
La conclusión es tan sencilla como irrefutable. Si no se liberan las fuerzas productivas todo lo que elabore el sector estatal será siempre material de tercera o cuarta clase, invendible internacionalmente. Por eso el llamado de Díaz-Canel a exportar más, cualquier cosa que aparezca, sin abrir la mano al sector privado, es una burla a los cubanos.