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Opinión

El tornado que arrasó La Habana es política

Que Díaz-Canel aproveche la Marcha de las Antorchas y mencione el tornado para lanzar un tuit usando el hashtag #YoVotoSí es campaña política.

Madrid

Las redes sociales, ese altavoz de masas del siglo XXI, gritan #FuerzaCuba tras la devastación de este domingo en La Habana por el paso de un tornado. ¿Quién lanzó el primer hashtag, cubanos anónimos o tuiteros oficialistas afiliados al régimen? Algunos internautas piden que "no se politice" sobre el desastre natural. Pero ¿acaso no es política que Miguel Díaz-Canel pose en Twitter de mandatario preocupado usando dicho tag y de paso cuele otros como #SomosContinuidad? ¿Continuidad de la destrucción comunista, de la opresión, de la desidia entre cubanos, de la falta de derechos?

Que la noche siguiente al desastre el régimen celebrase su Marcha de las Antorchas por las calles de la capital, usando de pretexto el natalicio de José Martí para seguir con el circo castrista, y de paso ratificar su respaldo a Maduro  —como indica el portal oficialista CubaSí—, es política.

Que Díaz-Canel aproveche esa marcha y mencione el tornado para lanzar un tuit usando el hashtag #YoVotoSí es campaña política. 

Que no permitan a los exiliados —los "mal nacidos" como el gobernante puesto a dedo nos llamó— llevar ayuda humanitaria a nuestros coterráneos, es política. Que hayan feroces aranceles aduaneros para que Pedrito, Mireya y Ramón no puedan aterrizar en La Habana con tres maletas llenas de comida y velas, es política.

Que el ministro de Turismo cubano lance un tuit diciendo que realizaron un recorrido tras el evento meteorológico y "todas las instalaciones turísticas se encuentran operando, pues no han sufrido afectaciones" y cierre con  #CubaDestinoSeguro #TurismoConCalidad, es política.

En Facebook la opositora Ailer Gonzalez Mena ironizaba con ocupar dichos hoteles: "La gente de los municipios que perdieron todo podrían ir a acampar al Hotel Packard. En los hoteles de los militares y cómplices de la dictadura no hubo 'afectación', allí los damnificados podrán encontrar albergue y comida". 

En la misma red social la historiadora del arte Janet Batet hace esta reflexión: "Cuando Montreal vivió la tormenta de hielo en enero de 1998 que dejó sin electricidad a gran parte de la isla de Montreal en medio de un crudo invierno, ¡los hoteles —privados, por demás (capitalismo despreciable)— abrieron sus puertas a los damnificados y sin cobrar un medio a cambio! Esta es, sin embargo, la respuesta  del ministro del Turismo de Cuba al paso del tornado que ha dejado sin vivienda a muchos en el país. Indignante, cuando menos".

Es política que el Gobierno no acepte ayudas que no pasen por sus manos, que como en sucesos anteriores termine vendiéndolas en vez de regalarla. Es política que se destinen recursos, se movilice gente para marchar en vez de para ayudar a desescombrar, en vez de apoyar a tantos cubanos que lo han perdido todo. 

Es política que el Gobierno informe que se crearon "17 comisiones en consejos populares para brindar información y gestionar los trámites de quienes recibirán las asignaciones para la compra de recursos". COMPRA. 

Es política que las autoridades también decidan "adelantar la venta de los productos de la canasta familiar normada y (…) vender comidas y otros alimentos a precios módicos". VENDER.

Es política que la deprimida economía de los damnificados los haya mantenido viviendo en casas miserables que no aguantaron el embate del tornado a diferencia de los hoteles de GAESA. Es política que los bajos salarios de los cubanos —trabajadores estatales en su inmensa mayoría— no les permita pernoctar en uno de esos hoteles ni arreglar sus viviendas rápidamente.

Es política, todo en Cuba es política desde hace 60 años. Más nos valdría no seguir indiferentes como sociedad y mirar entre los escombros qué puede salvarse. Y lo que no, botarlo. Empezando por la cúpula dirigente, que pretende dar continuidad al desastre, ese desastre antinatural que es el castrismo, ahora ¿sin Castro? No, ahí estaba Raúl en primera fila de la Marcha en llama(s) para dar fe de lo contrario. Sí, todo es política, y es en la política donde hay que cambiarlo.

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