Los cambios en la política cubana ocuparon espacios en distintos medios de prensa durante el último año. Hablamos de cambios paradójicos en la continuidad, timoneados por la máxima dirección civil y militar del Partido Comunista que ha gobernado durante 60 años el país.
Se trata de adecuar el modelo vigente a los cambios socioeconómicos introducidos en la pasada década —ampliación de la iniciativa privada entre ellos— y que deberán plasmarse en una nueva Constitución. La misma que ha sido aprobada por unanimidad por los asambleístas cubanos y será sometida a referendo el próximo 24 de febrero.
Con frecuencia, las referencias a estos cambios se han hecho desde la mirada externa, por quienes analizan la situación cubana desde las percepciones e informaciones que llegan desde la Isla. Tal condición no quita validez a esas miradas, pero es necesario profundizar o aproximarse desde las perspectivas internas. Incluidas las reportadas por el discurso oficial, que hablan de hasta 60% de modificaciones a la redacción inicial del texto constitucional.
En ese sentido es relevante el sondeo realizado por CubaData, del 12 al 19 de noviembre pasados, a 1.612 residentes en la Isla.
Entre sus principales hallazgos destacan que una mayoría participó en las discusiones relativas a los cambios constitucionales y dio su opinión, aunque de ésta, solo una minoría cree que dichos criterios serán tenidos en cuenta.
Dentro de la masa de encuestados, una minoría leal —con variación de números, según la pregunta— considera que el monopartidismo garantiza la libertad política, está conforme con la irrevocabilidad del socialismo como sistema, con un Estado que controle los medios de comunicación y con que el presidente tenga la capacidad de promover la designación o revocación de los principales cargos estatales o gubernamentales.
A su vez, una mayoría rechaza que cometa traición el personal —médicos, artistas y deportistas— que abandona sus misiones en el exterior o quienes se organizan y expresan al margen de los formatos y fines oficiales, así como que el Parlamento se reúna solo dos veces al año. Por su parte, la cantidad de personas que no saben es elevada en casi todas las preguntas.
En sentido general, el estudio evidencia que los cubanos ya no caben en una sola posición y que junto a los déficits de cultura cívica existe disposición a la participación y al debate.
También evidencia que utilizan el Internet para compartir sus ideas y apreciaciones en torno a estos aspectos que constituyen la columna de cualquier transformación en la Cuba futura.