Cientos de familias del litoral de La Habana viven del mar y, a pesar de las medidas del Gobierno contra la pesca, en este diciembre han incrementado sus salidas con la esperanza de aumentar las ventas en fin de año.
Sin embargo, los peces no abundan y esto ha hecho subir los precios tanto del pescado como de lo necesario para capturarlo.
En Jaimanitas, un pueblo de pescadores, ha subido el costo de la calandraca para carnada, que los buzos sacan del fondo del mar, a medida que los pescadores "hacen horas extras" con sus corchos (embarcaciones rústicas).
En cuanto al precio del pescado, los "pulperos" marchan a la cabeza, por los cuatro CUC alcanzados por la libra de pulpo. La tentación los lleva a pasar muchas horas en el agua.
"Los peces del litoral han mermado", dice Chichi, viejo pescador de Jaimanitas.
Chichi exhibe en el hombro un tatuaje de una aguja de abanico en pleno salto, y en el pecho lleva un tiburón cabeza de pala. Se queja de que ya no hay aparejos como palangres y cañas.
"Hay que pescar a mano. La única buena noticia es que entraron anzuelos 16 para el parguete, pero llegaron tarde porque ya pasó la corrida. Ahora hay que tirarle a lo que aparezca".
En septiembre pasado, una marcada represión contra los pescadores y buzos hizo que durante todo el mes no salieran de sus casas. Los barcos guardafronteras decomisaban corchos y avíos, incautaban pescado y ponían multas, incluso a los pescadores submarinos. Pero, como habían pronosticado los viejos pescadores, "ya el agua tomó su nivel".
"No se puede descartar que mañana comiencen de nuevo a quitar corchos", dice con una sonrisa Chichi. "Pero ahora, en diciembre, nos han dejado tranquilos; saben que para esta fecha el hambre arrecia".
"Además, chico, no le pueden prohibir al pescador que pesque, esa es la locura más grande que existe. Nosotros somos familias de pescadores, una tradición, es nuestra fuente de vida".
"Al principio de la Revolución quisieron agruparnos en una cooperativa, y sí, pescamos muchos años en barcos estatales con palangres; pero después vendieron los barcos, cerraron las cooperativas y tuvimos que irnos para las casas. ¿A qué? A pescar, que es lo que sabemos hacer".
Otro viejo pescador es Pejediente. Se queja de que ahora ya no hay pescadores.
"Son depredadores de la fauna marina, algo inaudito. Los buzos se han repartido el mar, por tramos, dicen que son zonas vedadas donde más nadie puede bucear. ¡En mis 80 años de vida jamás vi algo así! Broncas, según ellos por violaciones a un acuerdo que tomaron en una reunión que hicieron no sé dónde ni cuándo. Ahora míralos, como locos, entrándole al mar con furia".
Joaquinito Bustamante, de calle Tercera, es pescador y buzo. Dice que comenzó ahora la "triple sesión" y ha visto incrementarse su entrada de dinero.
"Por la mañana buceo en mi área. Si no encuentro ninguna pieza de oro o de plata, saco un poco de calandraca mientras pesco algunas mojarras. Por la tarde, después de preparar los paquetes de calandracas, se los dejo a mi mujer para que los venda y regreso a la segunda sesión. Me adentro más en el mar a pulpear, cojo tres o cuatro libras de pulpo y más mojarras y roncos, y más calandraca. Finalmente, por la noche, con la linterna light, reviso el paño, que ya debe tener algo".
Joaquinito calcula que en un buen día de trabajo y con suerte puede sacarle hasta 40CUC al mar.
La calandraca se cotiza a 20 pesos (moneda nacional) el paquete. Es el producto de mayor demanda. Los pescadores del Malecón y de todas partes de La Habana vienen a Jaimanitas a comprarla.
"Pero con el río revuelto ya comenzaron a estafar", dice Papo, que es pescador de orilla en el reparto Náutico y compra calandraca en Jaimanitas. "Ya no llenan el paquete".
Otro pescador que compra calandraca es Carlitos, vive junto al mar y tiene un bote de corcho en el cual sale todas las noches con su esposa, a pescar peces pequeños en aguas cercanas a la vivienda. Hacen minutas y las venden temprano. Carlitos también se queja de los calandraqueros.
"Ahora salan la calandraca, es cierto que le da más textura y dura más, pero comenzaron a cortarla por la mitad y de una calandraca sacan dos. Ya la gente no sabe qué más va a inventar".
A la historiadora del pueblo, la doctora Miriam Noa, de la familia de pescadores conocida como "Los Mallorquines", le asombra esta estampida al mar.
"Este desorden lo considero negativo porque fíjate en los pulperos, en su afán de hacer dinero acabaron con una migración de crías de pulpos que llegaron a la costa a finales de noviembre", dice.
"Ya no solo juegan con el parte meteorológico, también han aprendido biología", ironiza. "Descubrieron que en esa fecha arriban miles de pulpos bebés a crecer en las cercanía de la costa y ellos los esperan con los bicheros. Están cortando así una cadena natural de crecimiento, que por lo menos en Jaimanitas pudiera poner en peligro la especie. Pero ¿quién duda lo que puede hacer el hombre desesperado? Y más el cubano".