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Vivienda

'Aquí las pesadillas más comunes son las inundaciones'

'Solo nos dan muela', se queja una anciana que ha visto a varios ciclones arrasar su vivienda.

La Habana

"Todo es mentira, el Estado no protege a los damnificados", dice Reina Ester de la Cruz Ramos, de 82 años y residente en el barrio de Santa Fe conocido como El Bajo, al noroeste de La Habana.

Parada frente a su vivienda, la anciana muestra la pequeña sala, llena de tarecos, con sacos de arena y cemento comprados a sobreprecio, y la puerta y la ventana "reparadas" con pedazos de madera.

"Así vivimos en Cuba los damnificados, sin ningún tipo de ayuda".

La tragedia de Reina Ester comenzó en 1983, cuando el mar entró con fuerza y provocó inundaciones en su calle y las aledañas.

"Entonces comenzaron a llamarle a este lugar El Bajo. Diez años después, volvimos a ser azotados. Esa vez fue la Tormenta del Siglo, que dejó a cientos de familias sin hogar. Todavía a estas alturas no hemos podido recuperarnos de aquello".

"Nunca nos repusieron nada", continúa la anciana. "Por más que anunciaban en la televisión que la Revolución no dejaría a nadie desamparado y que repararían las pérdidas, aquí no entregaron ni una sábana. Hemos escrito, reclamado, protestado infinidad de veces al Poder Popular, pero solo nos dan, como se dice en buen cubano, 'muela'".

En la pequeña casa conviven con Reina Ester su hija Zoraida y su nieta Estela. Zoraida muestra la única habitación, en la que duermen en una cama levantada sobre bloques. También enseña en la pared la altura alcanzada por el agua cuando pasó el huracán Irma, casi por encima de su pecho.

"Todos los vecinos de El Bajo nos hemos especializados en meteorología", dice Estela. "Por pura necesidad seguimos diariamente el parte del tiempo y rezamos para que no se forme ningún mal tiempo en el Caribe. Conocemos bien las consecuencias, las hemos vivido en carne propia".

A la pregunta de si el delegado del Poder Popular conoce la situación, Reina Ester responde: "¡De ese ni me hables!"

"Claro que lo conoce, pero no puede resolver nada, es solo un muñecón de carnaval". Luego entristece y baja la voz, al recordar que durante la Tormenta del Siglo su madre, Juana Ramos Tomé, falleció al presenciar los destrozos que provocó el mar y ver cómo lo perdían todo.

Su hija Zoraida también se aflige y confiesa que con el huracán Irma, en septiembre de 2017, casi se repite la historia con su mamá.

"Yo pensé que la perdía cuando las olas la arrastraron hacia la calle, con lo débil y enfermita que está. La cargué y la puse en un lugar alto hasta que nos sacaron en una guagua escolar, cuando ya todo estaba inundado", recuerda.

"Nunca el Estado nos ayudó, ni siquiera con créditos. Los pocos materiales que hemos comprado han sido carísimos y con ellos hemos ido arreglando la casa, poco a poco, pero todavía nos falta un carajal… Y rezando por que no venga otro ciclón y nos mande otra vez al punto inicial".

Una vecina residente en la misma calle, Clara Matos, dice ser otra víctima de los ciclones y asegura que tampoco ha recibido ayuda.

"Aquí las pesadillas más repetidas son las inundaciones. No hay un día que no sueñe que el mar me lleva, o que se está metiendo en mi casa", dice.

"Recuerdo que dos días después de la Tormenta del Siglo, el comandante en jefe vino personalmente, se paró junto a ese poste de luz, miró el desastre y dijo que a todos debían sacarnos de este sitio y darnos viviendas en otro lugar. Pero nunca cumplieron su orden. Aquí seguimos, recordando a (los ciclones) Ike, Gustav, Irma… y pidiendo a Dios que no pase más ninguno por esta parte de La Habana".

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