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Turismo

¿Qué espera el sector privado tras la rebaja de la alerta para los viajes de estadounidenses a Cuba?

En el estatal 'llueven las quejas sobre los servicios y las condiciones de hoteles cuatro y cinco estrellas', advierte una turoperadora.

La Habana

Desde que el Departamento de Estado de Estados Unidos decidió rebajar el nivel de su alerta sobre los viajes de sus ciudadanos a Cuba, trabajadores del sector privado y de instalaciones hoteleras controladas por el Gobierno se han mostrado escépticos.

Mientras realizaba las compras para abastecer su negocio, un restaurante en la zona del Vedado, Aracelis Cuellar opinó que el sector privado apenas se ha beneficiado con las oleadas de viajeros estadounidenses.

"Son turistas muy controlados por el Gobierno", apuntó Cuellar.

El pasado 23 de agosto, Washington suavizó su alerta para los viajes a Cuba del nivel tres al dos —en una escala de cuatro que mide la peligrosidad de los destinos para los estadounidenses—.

El Gobierno estadounidense ha ido suavizando la advertencia desde septiembre de 2017, cuando recomendó a los estadounidenses "no viajar a Cuba" (nivel cuatro), debido a los misteriosos problemas de salud que afectaron a 26 diplomáticos y sus familiares en La Habana.

Karina regenta uno de los hostales más lujosos en La Habana Vieja. Coincidió en que el restablecimiento del flujo de turismo estadounidense no significará necesariamente que el sector privado tenga grandes beneficios.

"Dependerá de varias cosas, entre ellas la flexibilidad de las restricciones que el Estado cubano impone al sector privado, que las instalaciones del Ministerio de Turismo rebasen o no el bache donde están encallados, y de si persistirá el control sobre los turistas americanos", señaló Karina

Se refería a que en febrero de 2016 el Departamento de Inmigración y Extranjería de Cuba advirtió a los arrendadores de alojamientos para extranjeros sobre un grupo de medidas, ante un aumento del turismo estadounidense gracias a la mejoría de relaciones Washington-La Habana durante la Administración Obama.

Entre otros aspectos, esas medidas establecieron que todo cubano que llegue al alojamiento acompañando a un extranjero debe quedar reflejado en libro de registro del arrendatario, y que, cuando se trate de clientes estadounidenses, el dueño del negocio debe llevar el libro a las autoridades de Inmigración y Extranjería en un plazo de 24 horas después de la llegada del turista.

Una asociada de Qvainside, agencia de transporte para viajes turísticos, apuntó que, mientras rebaja la alerta, la Administración de Donald Trump mantiene la prohibición de que turistas estadounidenses se hospeden en hoteles operados por los militares cubanos.

"Esto podría beneficiar al sector privado, pero también podría restringir los planes de viajar a Cuba para muchos ciudadanos norteamericanos que no están informados sobre las potencialidades de los 'cuentapropistas' y desconocen nuestras páginas de anuncios, promoción y reservaciones", dijo.

Pese a las reservas del sector privado, datos de años anteriores sugieren posibilidades de que el cambio en el nivel de alerta estadounidense beneficie sus negocios.

Desde abril de 2015 hasta junio de 2017, los cubanos que alquilan habitaciones o viviendas a través de la plataforma Airbnb ganaron unos 40 millones de dólares.

A mediados de 2017, Cuba era el noveno país más popular en Airbnb para los turistas estadounidenses, por delante de Australia, Alemania, Holanda y Tailandia, entre otros países, según un informe publicado por la compañía que conecta a propietarios de viviendas con personas que buscan alojamientos turísticos, reportó entonces la agencia EFE.

En 2016, más del 12% de los estadounidenses que viajó a Cuba se alojó en lugares que buscaron por Airbnb.

Tras la advertencia que en septiembre de 2017 desaconsejó totalmente a los estadounidenses ir a la Isla, los viajes cayeron.

En enero de 2018, varias agencias citadas por EFE dijeron que en el último trimestre de 2017 los viajes de Estados Unidos a Cuba se redujeron en torno a un 50% respecto a 2016.

'Una cosa piensa el borracho y otra piensa el bodeguero'

La tendencia se mantuvo este año. En julio, la consultora estadounidense The Havana Consulting Group (THCG), especialista en economía cubana, estimó que el turismo global hacia Cuba había descendido un 5,67% en el primer semestre de 2018. Según la consultora, en el caso de los estadounidenses, fueron 82.269 turistas menos que visitaron la Isla, para un índice de caída del 23,6% con respecto al mismo período de 2017.

THCG aseguró que la industria turística cubana atraviesa una etapa traumática a consecuencia de la combinación de "malas prácticas y un sinnúmero de problemas acumulados no resueltos".

"Una cosa piensa el borracho y otra piensa el bodeguero. La pregunta a responder es si la industria turística cubana está en condiciones de afrontar la normalización del turismo estadounidense, que suele llegar con la perspectiva de encontrar un servicio de alto nivel", cuestionó una turoperadora del Ministerio de Turismo.

"Las quejas llueven sobre los servicios y las condiciones de hoteles cuatro y cinco estrellas a lo largo del país. Imagínate, entre eso y las prohibiciones de Trump es difícil saber con certeza si servirá de algo la rebaja de la alerta", añadió la turoperadora refiriéndose al sector estatal.

En Cuba hay actualmente unas 68.000 habitaciones en 366 hoteles, más de la mitad operados mediante 88 contratos con 20 cadenas internacionales. Las proyecciones del Gobierno para el año 2030 prevén la apertura de nuevas instalaciones para alcanzar la capacidad de 100.000 habitaciones.

"Creo que las circunstancias beneficiarán al sector privado si el Estado asume que la industria turística está bastante desacreditada", opinó un trabajador del hotel Meliá Cohíba, en referencia a quejas de viajeros sobre malas condiciones y servicios en hoteles de compañías estatales.

"Estos incidentes no son aislados, son cada vez más frecuentes y las agencias de viajes extranjeras están enviando comisiones de inspección a Cuba, porque que ofrecen al turista puntos de referencia excepcionalmente altos que después no se cumplen en los hoteles", añadió Henry, trabajador de la agencia RentaCar.

"De cualquier manera habrá que tomarse el asunto con reservas, porque en Cuba nadie sabe cómo resultan las cosas… todo iba viento en popa y de pronto, el misterio de los 'ataques acústicos' le dijo adiós a los sueños", concluyó.

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