¿Causará Raúl Castro otro "Periodo Especial" al no querer liberar las fuerzas productivas por no traicionar el legado de su hermano? ¿Volverán los cubanos a bajar hasta un 20% de su peso corporal a la fuerza, por falta de comida?
Estas preguntas planean sobre la Isla a medida que se dibuja en el horizonte el espectro de una grave crisis económica si no se liberan las fuerzas productivas. No se trata ya de si habrá crisis o no, sino cuándo. Todo depende de cuánto tiempo más dure la dictadura de Nicolás Maduro.
Algunos analistas afirman que si colapsa el régimen chavista la crisis en Cuba no será tan profunda como la ocurrida al desintegrarse la URSS. Arguyen que la economía no se desplomaría en un 35% como en 1992, sino probablemente entre un 20% o 25%. Valiente consuelo ese.
Si EEUU viera caer de pronto su PIB en un 25% se perderían productos y servicios por 4,2 billones (millones de millones) de dólares, una cifra igual al PIB completo de Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile, en 2017, todos sumados.
Ciertamente esta vez no se llegaría a la apocalíptica consigna fidelista de la "Opción Cero" (petróleo). Cuba produce hoy unos 25 millones de barriles anuales de un crudo que, aunque muy pesado, con cierto procesamiento se puede utilizar en las termoeléctricas. Pero, ¿y los otros 40 millones de barriles anuales (62% del consumo cubano) que Venezuela le ha estado regalando?
Claro, con la crisis la cifra ha caído a unos 20 millones de barriles anuales (55.000 barriles diarios) recibidos de Venezuela, que cubren el 33% del consumo cubano. Pero la industria petrolera marcha hacia su colapso. Expertos aseguran que a mediados de 2019 Venezuela ya no podrá exportar petróleo. ¿Podrá sobrevivir el chavismo a tal catástrofe?
Si a Cuba le faltase el 33% del consumo de combustible que suple Venezuela, el dictador tendría que sacar del sombrero de Mandrake el Mago unos 1.450 millones de dólares para comprar esos 20 millones de barriles internacionalmente.
Agréguense a eso los 2.000 millones de dólares que gasta en la importación de alimentos, y el desembolso tendría que ser de 3.450 millones de dólares solo para comprar petróleo y alimentos. Obviamente, el régimen compraría menos petróleo y menos alimentos. La pobreza se dispararía aún más.
Se acabaron los tíos regalones
La economía castrista solo sobrevive si la subsidian. Lo hizo la URSS durante 30 años con unos 115.000 millones de dólares y todo el petróleo que consumía. Luego Venezuela con otros 150.000 millones. Pero el último tío regalón está en llamas, y no hay más ninguno a la vista.
Rusia, afectada por sanciones de EEUU y Europa, no obsequia dinero y solo le vende petróleo a Cuba si lo paga. Es un país relativamente pobre, con un PIB per cápita que no llegó a 9.000 dólares en 2017, según el Banco Mundial. Su economía tiene el tamaño de la de España, pero con el triple de población y un territorio 34 veces mayor. El PIB per cápita de muchos países excomunistas duplica al de los rusos.
China tampoco regala nada a nadie por muy hermano que sea. Es la segunda mayor economía del mundo en tamaño, pero tiene 1.379 millones de habitantes, por lo que el PIB per cápita fue de solo 8.830 dólares en 2017. Uruguay y Chile casi lo duplicaron. Pekín solo invierte dinero para obtener ganancias, y lo presta si puede cobrar buenos intereses.
Dada la magnitud de la crisis, más temprano que tarde el régimen de Maduro caerá, y el desplome económico en Cuba será inevitable. No solo por falta de combustible, sino porque del total de médicos cubanos explotados por el régimen en el extranjero cerca del 70% trabaja en Venezuela: unos 30.000. Estamos hablando de unos 6.000 millones de dólares que La Habana dejará de recibir.
Seguirían llegando las remesas, paquetes y viajes de los cubanos a la Isla, pero esos 7.000 millones de dólares no alcanzarían para mantener el precario nivel de vida actual de los cubanos. Si hoy, con subsidios, miles de médicos en Venezuela y petróleo regalado, Cuba es uno de los países más pobres de las Américas, es de suponer cómo se agravaría la pobreza si la economía deja de ser subsidiada.
El Estado castrista, dependiente de las importaciones porque produce muy poco, necesita miles de millones de dólares para hacer sus compras externas. Pero exporta cada vez menos, no le alcanzan las divisas. Ya ni azúcar casi puede vender, en 2018 Cuba produjo 1,1 millones de toneladas, igual que hace 124 años.
En 2017 la Isla exportó bienes por 2.669 millones de dólares, equivalentes al 29% de los 9.117 millones que exportó la vecina República Dominicana. Y pensar que en 1958 Cuba quintuplicaba el valor de las exportaciones dominicanas.
Hasta la industria turística tiene problemas
Para colmo, parece estar produciéndose un estancamiento en la industria turística, la única lucrativa que tiene hoy el país (y porque está asociada al capital extranjero). En el primer semestre de 2018 a Cuba viajaron 152.354 turistas menos que en igual periodo de 2017.
Y el descenso no solo vino desde EEUU (-23,6%), como enseguida dijo Granma, sino de los grandes emisores de turistas: Italia (-21%); Alemania (-15.5%); Gran Bretaña (-8.8%); Francia (-4.3%); y desde Canadá, el mayor emisor de turistas a Cuba, la caída fue de 8%.
La disminución se debe a la ausencia de un sector privado que aumente la escasa oferta a los visitantes. Estos se van disgustados por el deficiente servicio recibido, la pésima infraestructura, la mala calidad de los servicios, problemas de transporte y hasta de falta de agua caliente en los hoteles.
Lo que gasta cada turista en Cuba es ridículo. No tienen en qué gastar su dinero. En 2017 el gasto por visitante fue de 577 dólares. En la vecina República Dominicana cada uno de los casi seis millones de visitantes gastó 1.147 dólares, según datos oficiales.
Es errónea la estrategia castrista de querer llenar los hoteles si no va acompañada del primer objetivo en toda industria turística: que el visitante gaste la mayor cantidad de dinero posible. Con solo cuatro millones de turistas gastando el promedio dominicano de 1.147 per cápita, Cuba habría recibido el año pasado 4.588 millones de dólares, el doble de lo que obtuvo con 800.000 visitantes más.
Se libera la economía, o la pobreza se multiplicará
Pero eso solo se logra con un pujante sector privado. Si el general Castro no quiere ir tan lejos como Deng Xiaoping cuando dijo "enriquecerse es glorioso", puede imitar a sus "hermanos" vietnamitas, gobernados por el mismísimo Partido Comunista fundado por Ho Chi Minh en 1930.
La cúpula castrista tiene la obligación de liberar las fuerzas productivas. Debe reconocer a los cuentapropistas como propietarios de negocios privados ante la ley; permitir la creación de empresas privadas en todas las ramas de la economía y no solo en los servicios; abrir las puertas de verdad al capital extranjero, incluyendo los empresarios de la diáspora cubana y su valiosísimo know-how.
Hay que eliminar los controles de precios; dar libertad a los propietarios privados para importar y exportar, y vender a precios de mercado lo que produzcan, y contratar trabajadores sin restricciones; borrar del mapa las absurdos sovjoses (empresas agrícolas estatales); entregar las tierras a quienes las quieran trabajar sin regulaciones insólitas; permitir que campesinos, cooperativistas y arrendatarios produzcan y vendan libremente sus cosechas, importen y exporten y procuren créditos donde aparezcan, sean privados o estatales, nacionales o extranjeros.
Sin esos cambios los cubanos van a volver a bajar de peso en otra crisis dramática, con poca comida, apagones, y falta de todo. Eso sí, no estamos en 1993. Si entonces los interminables apagones casi desestabilizaron políticamente a la dictadura, ahora con un nuevo "Periodo Especial" al general podría írsele el país de las manos.