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Opinión

Editorial: Díaz-Canel como presidente renovador

Se habla de 'rejuvenecimiento del máximo liderazgo en Cuba' para enseguida aclarar que ese estilo ya se vio en Fidel Castro.

Madrid

Los mismos especialistas que hace unos años alababan la renovación que Raúl Castro traería en su ejercicio del poder, cantan ahora la renovación que aporta el presidente Miguel Díaz-Canel. A esos especialistas les corresponde, por misión, infundir esperanzas. Son esperanzadores de profesión, y no tienen inconveniente en echar mano de justificaciones gastadísimas.

Hablan de "rejuvenecimiento del máximo liderazgo en Cuba" para enseguida aclarar que el estilo de Díaz-Canel ya se vio en Fidel Castro. Es decir, la renovación política pasa por retomar la cosa pública en el punto en que la dejara el líder fundador.

Dos son los rasgos de rejuvenecimiento que tales especialistas destacan: el contacto directo con la ciudadanía, el "cara a cara", y la televización de reuniones del presidente con sus ministros. El primero de estos rasgos remite directamente a Fidel Castro, al ejercicio carismático entre el pueblo, y supone la solución puntual de problemas. El líder aparece un día, escucha ruegos y peticiones, promete y soluciona.

Allí donde no alcanza en toda su inmediatez un delegado del Poder Popular, arriba la solución que parecía imposible por lejana, la que aporta el presidente en persona. Se trata, no del refuerzo y afianzamiento de las instituciones, sino del refuerzo del carisma de un líder. O sea, populismo.

También se hace populismo al televizar las reuniones del Consejo de Ministros, porque lo importante entonces no es el buen funcionamiento institucional, sino la exhibición de ese funcionamiento. Puro exhibicionismo.

Resulta, por tanto, inexacto hablar de rejuvenecimiento de la gestión presidencial en la Cuba de hoy. Y no solo porque Díaz-Canel repita algunos de los vicios de Fidel Castro, sino porque no es del todo justa la equiparación. Su gestión, hasta ahora, se asemeja más a la de Celia Sánchez, ayudante de Fidel Castro y dedicada a resolver los problemas de la gente en nombre de la revolución y de su líder. Líder que, en el caso de Díaz-Canel, es otro Castro.

Cuba tiene un nuevo presidente y arrastra muy viejos problemas. No importa cuánto "rejuvenecimiento" aporte por su parte Díaz-Canel, la solución de esos problemas exige, en primer lugar, que la figura del presidente no sea tutelada por alguien tan anticuado.

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