Si cumplen el anuncio, en septiembre se iniciará la construcción del hotel más alto de Cuba, con 42 pisos, 154 metros de altura, 565 habitaciones y financiamiento 100% cubano. La obra formará parte de un ambicioso plan del consorcio militar GAESA que construirá en la capital cerca de 7.500 habitaciones para el 2025.
El edificio será erigido sobre la furnia que bloquea la calle K entre 23 y 25, en El Vedado. La construcción "tardará cuatro años" y, de ellos, 13 meses serán dedicados a las cimentaciones y las construcciones de los sótanos, labores que enfrentarán un terreno rocoso, agrietado y con predominio de margas del Jurásico, inconvenientes que encarecieron la construcción de su vecino Habana Libre Tryp en 1957.
Deysi Malvares, directora de desarrollo de la inmobiliaria ALMEST (subsidiaria de GAESA), no especificó cuál será el nombre del hotel. Tampoco dijo cuál fue la entidad que lo proyectó, quiénes lo construirán y a cuánto asciende el costo del inmueble. Solo publicaron una maqueta, similar a un cajón rectangular de hormigón armado y vidrio panorámico, comparable a una "caja de zapatos", según comentarios del portal Cubadebate.
¿Cuánto podrá costar el hotel más alto de Cuba?
Obligados a hacer una comparación, tomamos como referencia el complejo residencial y de oficinas Trump Tower de Manhattan, que tiene 58 pisos, con una altura de 206 metros, construida en cuatro años a un costo de 900 millones de dólares, con guarismos distribuidos en la adquisición de bienes y raíces, derechos aéreos, pagos de proyectos y una pomposa decoración con mármol Breccia Pernice, atrio de cinco pisos con claraboya, cascada, piscina, espejos, tiendas, cafeterías, pasos peatonales y el copón divino.
La Torre López-Callejas, que apodamos con el nombre del magnate cubano emparentado con Raúl Castro al frente de GAESA, tendrá 16 pisos menos, con un proyecto supuestamente más sencillo, una decoración menos rimbombante y contará con un alto volumen de descuentos, acentuándose los bajos salarios de la mano de obra nacional.
Según expertos anónimos, se prevé un guarismo conservador de 200 millones de dólares, o sea, un poco más de un 20% del costo del rascacielos neoyorquino.
Vale señalar que el Estado cubano no publica planes maestros, ni muestra transparencia sobre los costos de construcciones susceptibles de encubrir irregularidades. Por ejemplo, varias investigaciones periodísticas revuelven sospechas de un sobrecosto ascendente a 400 millones de dólares en la construcción del megapuerto del Mariel por la sociedad Odebrecht-GAESA.
El afán de GAESA por construir hoteles es criticado fuertemente por la población capitalina. Maritza Roque, contable de 57 años, afirma: "Según el Gobierno, no tenemos financiamiento para reparar viviendas, calles, redes hidrosanitarias, adquirir medios de transporte, comestibles y productos farmacéuticos, mientras el dinero controlado por los militares es destinado a la construcción de hoteles que permanecen vacíos durante gran parte del año, como el Manzana Kempiski".
Construido contra los cuentapropistas
El turismo en la Isla —según la prensa oficial― ascendió a 4,7 millones de visitantes y se pronostica rebasar los cinco millones para el 2018. Faltó aclarar que un porcentaje importante llegan en cruceros, modalidad que minimiza las utilidades y deja mucha basura.
Tras el cambio de política de la Administración Trump, la avalancha de turistas estadounidenses se redujo drásticamente, pero las esperanzas del régimen se centran en que ocurra otro cambalache político que retorne al acercamiento.
The Havana Consulting Group apunta en su portal que las utilidades que aportó el turismo norteamericano en la Isla "favoreció en 33% a las compañías estadounidenses, el 35% al Estado cubano y el 32% al sector cuentapropista". Para el trabajo tomaron como muestra el comportamiento del turismo en el primer trimestre de 2017.
Julia López, arrendadora cuentapropista de 59 años, estima que la galopada constructiva en la infraestructura hotelera capitalina por parte de GAESA solo tiene un fin: "desplazar al sector cuentapropista del negocio".
López y otras fuentes que solicitaron el anonimato argumentan que en febrero pasado los arrendadores del municipio Plaza fueron convocados a una reunión en el teatro Varona de la Universidad de la Habana, organizada por la ONAT, el Instituto de la Vivienda y la Seguridad del Estado, donde fueron alertados de un futuro apriete de tuerca por el auge de la prostitución y las drogas.
Los arrendadores ―según López― dependen de permitir el acceso de "las chicas y los chicos" a las habitaciones de los visitantes, salvo los que sean menores de edad. Revelando que un alto porcentaje de turistas estadounidenses llegan atraídos por la prostitución, un gancho que opaca el atractivo de las playas de Varadero y el cayerío norte.
"Arreciar controles y ajustar impuestos, bastaría para que muchos arrendadores estén precisados a entregar la licencia, sin que el Estado tenga que decretar la prohibición", apunta.
¿Cuáles serán las empresas constructoras y qué mano de obra utilizarán?
Sin dudas, la construcción de la Torre López-Callejas será asumida por el dueto Unión de Construcciones Militares (UCM) y la constructora francesa BBI que ya acometieron en la capital las construcciones y remodelaciones de los hoteles Manzana, Packard, Prado y Malecón, Gran Hotel, Regis y la intersección de Quinta Avenida y 70, en Miramar.
Tampoco se descarta que la Empresa Militar de Proyectos (EMPI) forme parte del equipo.
La mano de obra no calificada de las constructoras militares corre a costa de los soldados del Servicio Militar General (SMG), quienes reciben limitados incentivos. En 2016, cuando se produjeron visibles atrasos en las labores constructivas del hotel Manzana Kempinski por el éxodo de obreros calificados a causa de los bajos salarios, fueron contratados por la UCM y la BBI trabajadores indios, con incentivos que rondan los 2.000 dólares.
Trabajadores paquistaníes también fueron contratados para labores de acabados en el hotel Packard, próximo a inaugurase en agosto. Asimismo, puede asegurarse que la permanencia en las Isla de constructores extranjeros se prolongará por varios años.
Amén de que UCM y BBI cuentan con tecnología de punta para las construcciones y contratan trabajadores extranjeros "que rinden tres y cuatro veces más que los cubanos" según la prensa oficial, sus resultados están muy lejos de superar la eficiencia de la Cuba capitalista.
Si para construir la Torre López-Callejas se necesitan cuatro años de labor, el Túnel de la Habana (1958) solo necesitó dos años y ocho meses; el FOCSA (1956) dos años y cuatro meses; el Habana Hilton (1958), un año y nueve meses; los dos Someillán, grande y chico (1957), un año y siete meses; el Capitolio Nacional (1929), tres años; y el hipódromo Oriental Park, con pista y graderío para 8.000 personas (1915), solamente 7 meses.
Para el 2022, si logran construir el López-Callejas Tower, este será el epicentro de viviendas con peligro de derrumbe, calles bacheadas, derrames albañales, regueros de basura, ómnibus oxidados, almendrones envueltos en humo, farmacias sin medicinas, shoppings desabastecidas, prostitución a raudales y miseria, mucha miseria.
La mano de esclava será baratísima. 15 o 20 centavos la hora versus $I5+ la hora en EEUU. Dijo Carlos Pascual Peña: Este será el epicentro de viviendas con peligro de derrumbe, calles bacheadas, derrames albañales, regueros de basura, ómnibus oxidados, almendrones envueltos en humo, farmacias sin medicinas, shoppings desabastecidas, prostitución a raudales y miseria, mucha miseria.