Cuando los presidentes de la región se reúnan en la Cumbre de las Américas que comienza el viernes, tal vez se sientan tentados de ignorar al vicepresidente de EEUU Mike Pence y busquen más bien a otra persona a la que Donald Trump presta mucha atención al elaborar las políticas hacia América Latina: el senador Marco Rubio.
Ante la ausencia de Donald Trump, el legislador republicano desempeña un papel más prominente, señala la agencia AP.
Comenzó la semana presidiendo en su país una audiencia senatorial sobre la cumbre, almorzó el jueves con Pence en la Casa Blanca para hablar sobre el viaje y a partir del viernes, tras su llegada a Lima, se reunirá personalmente con media docena de jefes de Estado, la misma cantidad que verá Pence.
Trump canceló lo que hubiera sido su primer viaje como presidente a América Latina para enfocarse en las medidas de represalia a tomar contra Siria por un aparente ataque químico a civiles.
En declaraciones telefónicas desde Washington, Rubio dijo que la ausencia de Trump era comprensible, pero también un ejemplo de cómo América Latina a menudo es relegada por asuntos más importantes relacionados con la seguridad nacional.
En su ausencia, dijo que él y Pence, que fue seleccionado por Trump para que encabece la delegación de EEUU y es el principal enviado de Washington en la región, trabajarán con los líderes de las Américas para tomar medidas más severas contra el presidente venezolano Nicolás Maduro, quien, a instancias de EEUU, es el único líder del Hemisferio Occidental que no participará en el encuentro.
Para los líderes regionales, muchos de los cuales sufrían pensando que tenían que estrechar la mano de un presidente que quiere construir un muro en la frontera con México y renegociar acuerdos comerciales, tal vez no podría haber mejor sustituto.
Desde la elección de Trump, Rubio ha influido mucho en la política estadounidense hacia América Latina. Elaboró una lista de funcionarios venezolanos acusados de abusos a los derechos humanos que fue la base de las sanciones que impuso Washington.
Exhortó a Trump a dar marcha atrás con la apertura hacia Cuba que dio paso al histórico estrechón de manos de Barack Obama y Raúl Castro en la última Cumbre de las Américas hace tres años. Se espera que el líder cubano esté presente nuevamente, en su despedida de la escena internacional.
Además, varios amigos y aliados políticos ocupan cargos clave en el Gobierno. Entre ellos el director de la CIA, Mike Pompeo, nominado para secretario de Estado, que lo apoyó en las primarias republicanas de 2015, y el exrepresentante de Miami Carlos Trujillo, nuevo embajador de EEUU ante la Organización de Estados Americanos y cuyos hijos estudian en la misma escuela que los de Rubio.
Ahora que Trump amenaza con severas sanciones contra la industria petrolífera de Venezuela en represalia por la insistencia de Maduro en seguir adelante con unas elecciones presidenciales que muchos consideran una farsa, de nuevo se busca su aporte. Rubio dijo que, si bien la Casa Blanca no debe descartar semejante medida, todavía no está del todo convencido de que eso es lo indicado.
"No se puede descartar nada, pero desde ya que no voy a telegrafiar lo que se viene", expresó el senador.
Rubio, de 46 años, niega tener demasiada influencia en Trump, pero dice que los dos están "instintivamente alineados" sobre la necesidad de promover la democracia en el Hemisferio Occidental.
Rubio atribuye a su ascendencia cubana las enseñanzas que recibió sobre cómo combatir la "dictadura" de Venezuela apelando a la fuerza. En su infancia en Miami tuvo muchos amigos venezolanos.
Rubio afirma que Pence está desempeñando un papel vital. El vicepresidente viajó en agosto del año pasado a cuatro países de la región, se reunió varias veces con disidentes venezolanos y presidió en Miami una cumbre sobre seguridad con líderes centroamericanos.
Más recientemente, no obstante, le salió competencia a las posturas de línea dura de Rubio.
La semana pasada el senador Dick Durbin, líder de la bancada demócrata, y el representante republicano Pete Sessions hicieron viajes separados a Caracas, donde se reunieron con Maduro en lo que observadores consideran un intento de limar hostilidades entre los dos países.
"Mucha gente en el Congreso a menudo quiere hacer de enviado especial", declaró Rubio, para luego exhortar a sus colegas a no quemarse tratando de abrir canales secretos hacia Maduro.
"Piensan que van a viajar al exterior, se van a reunir con un líder, sellar un acuerdo y regresar. Pero la verdad es que la política de EEUU hacia Venezuela la dirige el Gobierno y ningún miembro del Congreso puede sellar acuerdos en su nombre, incluido yo".
La reputación de Rubio como alguien allegado a Trump no ha pasado inadvertida en Caracas, donde se burlan de él diciéndole "Narco Rubio" por su obsesión con desenmascarar a funcionarios chavistas involucrados en el tráfico de drogas.
Uno de los que más veneno destila es el líder del partido socialista Diosdado Cabello, a quien Rubio describió como el "Pablo Escobar de Venezuela". Afirmó que si bien Cabello no es uno de los numerosos funcionarios venezolanos acusados de delitos en EEUU, tienen "algo especial para él".
El año pasado Rubio tuvo que extremar las medidas de seguridad en su entorno tras recibir amenazas de muerte procedentes de Venezuela.
Como miembro de las comisiones de Inteligencia y de Relaciones Exteriores del Senado, Rubio se ha interesado mucho en el bajo mundo venezolano y sus potenciales lazos con organizaciones terroristas del Medio Oriente.
Los venezolanos que tienen miedo de ventilar información explosiva sobre corrupción en su propio país a menudo se la hacen llegar a Rubio, comunicándose a través de canales secretos.
"Dudo que nadie en Washington tenga información más certera sobre Venezuela que él", afirmó Martin Rodil, director del Consejo de Liderazgo Venezolano-Estadounidense, que llevó a la oficina de Rubio a varios venezolanos que escaparon y quieren cooperar con las autoridades estadounidenses.
Hasta sus detractores de izquierda admiten el peso que tiene Rubio.
"Si bien Trump no siempre va tan lejos como le gustaría a Rubio, está claro que el presidente escucha lo que tiene que decir", afirmó Matt Clausen, director de la Oficina de Washington para América Latina.
Sin embargo, las posturas de Trump contra la inmigración son un obstáculo, según Clausen.
Rubio dijo que, si bien la retórica de Trump no ayuda a conseguir los objetivos políticos de EEUU, se han registrado progresos reales en temas importantes como el comercio y la migración.
"Si soy el presidente de un país y EEUU habla mal de mí, tengo que responder con el mismo tono para no quedar mal en mi país", dijo Rubio. "Por eso le pido a la gente del Gobierno, y también al presidente cuando hablo con él, que se pongan en su lugar y comprendan que ellos también están interesados en resolver el problema de la migración, que no los arrinconemos".