El primer vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, prometió este domingo "un Gobierno que se va deber al pueblo", aunque la regularidad de los últimos 60 años es la contraria y nada indica que eso vaya a cambiar cuando Raúl Castro deje la cabeza del Gobierno el próximo 19 de abril.
Muchos observadores consideran que Díaz-Canel será el sustituto del general y el primer cubano sin apellido Castro que gobierne desde 1959. Sin embargo, las cábalas con un régimen tan hermético son arriesgadas.
"El pueblo va a participar en las decisiones que tome" el próximo Gobierno, dijo el funcionario al salir del colegio electoral este domingo, en el que los cubanos fueron llamados a las urnas para ratificar a los candidatos a la Asamblea Nacional del Poder Popular y los delegados a las asambleas provinciales en las particulares "elecciones" del régimen.
"El pueblo también puede revocar si alguien no cumple con sus responsabilidad", agregó Díaz-Canel, de 57 años, en su provincia, Villa Clara, reportó la AP.
La Asamblea Nacional será instalada el próximo 19 de abril y deberá elegir al Consejo de Estado y a su presidente. Si Díaz-Canel asume ese cargo, tendrá como desafío dirigir un país en perenne crisis económica bajo la vigilancia de Raúl Castro, quien continuará al menos hasta 2021 como primer secretario del Partido Comunista (PCC).
La Constitución castrista otorga al PCC el control de todas las estructuras de poder en la Isla.
Según la AP, Díaz-Canel reconoció que los planes económicos del régimen se han complicado.
"La actualización del modelo" socialista —como llama el Gobierno a sus reformas económicas— es "un proceso más complejo de lo que pensamos en un principio y por eso no hemos podido avanzar", dijo.
Díaz-Canel se mostró el domingo con un estilo un poco más abierto. Llegó a votar con su esposa de la mano, vestido de sport, e hizo cola junto a los vecinos para ingresar a las urnas. Sin embargo, muchos lo ven en la Isla como un hombre "distante".
"A la gente no la entusiasma Miguel Díaz-Canel. Es frío, distante, nunca sonríe. Ha hecho muy poco para diferenciarse", dijo una funcionaria del PCC en Pinar del Río, citada por la investigadora británica Elizabeth Dore en un artículo publicado por la revista Nueva sociedad, dedicada a las ciencias sociales latinoamericanas.
Dore dijo que muchos militantes del PCC están descontentos por el secretismo que ha rodeado la elección del sucesor de Raúl Castro.
"Solían hacer sondeos. Se dice que hicieron consultas en los niveles más altos, pero ninguna aquí. Nos sentimos abandonados", dijo la misma funcionaria.
Asuma o no Díaz-Canel, parece poco probable que, por el momento, la camada de dirigentes sucesores rompa la línea trazada por la llamada generación histórica, y los cubanos lo saben.
"No importa quién sea presidente. Los grandes se harán más ricos, los de abajo, la gente como yo, seguirá siendo pobre", dijo Ofelia, quien vende ropa de segunda mano donada por la Iglesia Pentecostal Evangélica a la que pertenece en Alamar. "Ya no tenemos a Fidel de nuestro lado".
"No hablemos de política. Es demasiado triste. Hablemos de cosas agradables", afirmó por su parte Yudith, militante del PCC.
Dore, que ha monitoreado la situación en la Isla durante 15 años, dijo que encontró en su último viaje enojo, frustración y resignación entre los cubanos. "Casi todos con los que me reúno son pesimistas. Es un estado de ánimo contagioso", afirmó. Pero "es muy improbable que actúen en forma colectiva, menos aún que salgan a las calles", opinó.
Según la investigadora, a la mayoría de los cubanos que entrevistó no le interesa qué piensa o qué representa Díaz-Canel. Se sienten profundamente desconectados de la elite política.
"Cuando pregunto sobre Díaz-Canel, a menudo la respuesta es '¿quién?' o 'los políticos son todos iguales, se meten en la política para su propio beneficio'".