Hace una semana se ha publicado la noticia de que Cuba recibirá a los primeros 100 miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en sus centros de estudios. El acto de brindar a estos exguerrilleros una oportunidad para realizar estudios y reincorporarse a la sociedad es loable. Pero es también una contradicción. En abril de este año, a una joven cubana estudiante de Periodismo, Karla Pérez González, se le negó la posibilidad de continuar sus estudios universitarios por pertenecer a la organización opositora Somos+.
Las FARC han abandonado las armas después de décadas de violencia que cobró la vida de ciudadanos inocentes. Los colombianos han sufrido a manos de más de un bando. No todas las víctimas que ha dejado el conflicto armado se les pueden adjudicar a las FARC, pero sí son responsables de muchas muertes, secuestros, desplazamientos.
El periódico Granma publicó hace algunos meses un artículo sobre 11 diputados que fueron asesinados por estas Fuerzas Armadas Revolucionarias, cuyo propio líder reconocía en el artículo que nada justificaba ese crimen, por el que pedían perdón a los familiares de las víctimas. Los familiares, como la mayoría de los colombianos, no querían venganza, sino paz.
¿Cuántos colombianos murieron a manos de estos jóvenes que ahora estudiarán en Cuba para salvar vidas? Quizás nunca lleguemos a saberlo, pero sí sabemos que ni la joven expulsada de la Facultad de Periodismo ni Somos+ son responsables de ninguna muerte, que no han instigado ni participado en ningún acto violento.
Podría pensarse que el Gobierno cubano legitima y premia la violencia por encima de las vías pacíficas para buscar cambios. Pero tampoco se trata de eso. El Gobierno cubano simplemente legitima a quienes le son fieles y reproducen su discurso, sin importar cuántos errores e injusticias cometa, ni cuántas veces se contradiga, ni cuántas viole la Constitución. Según esta, todos los ciudadanos gozan de iguales derechos, y "disfrutan de la enseñanza en todas las instituciones docentes del país, desde la escuela primaria hasta las universidades, que son las mismas para todos".
La actitud del Gobierno cubano hacia los jóvenes desmovilizados de las FARC demuestra "la generosidad de la Revolución", pero sobre todo con quienes representan la oportunidad de anotarse puntos ante la opinión internacional. También tenían esa oportunidad con esa joven estudiante de Periodismo. La prensa oficial tuvo la oportunidad de publicar un artículo sobre la posibilidad que tienen todos los cubanos, incluso aquellos abiertamente opuestos al Gobierno, de estudiar en Cuba.
Pero al parecer, su influencia sobre los otros estudiantes colocada en una balanza pesó demasiado.
Por su parte, estos jóvenes colombianos, que deben, con toda razón, sentirse agradecidos con la Revolución Cubana, a los que además no se les permitirá olvidar cuán agradecidos deben sentirse, difícilmente piensen en criticar el sistema cubano. No representarán un peligro para el poder en nuestro país.
Porque, en última instancia, de eso dependen los derechos en Cuba. Usted tiene derechos, el de estudiar en la universidad y cualquier otro, mientras no disienta ni represente un peligro para el poder.