Son muchos los cambios sufridos en los últimos meses por la telefonía móvil y la internet en Cuba: la creación de áreas WiFi, la reducción de los precios y la incorporación de los jóvenes club de computación a la red de salas de navegación, el cobro de los servicios en estos centros y la posibilidad de transferencia de saldos entre los usuarios móviles. Todo ello ha provocado una explosión de población, fundamentalmente joven, ansiosa por adquirir estos servicios, dejando claro un hecho: la incapacidad e ineficiencia del monopolio cubano de las telecomunicaciones.
En Santiago de Cuba, la zona WiFi era privativa del Hotel Meliá Santiago. Ahora se han abierto nuevas en los tres parques más importantes de la ciudad: Ferreiro, la Plaza de Marte y el parque Céspedes, además de la zona alrededor del telepunto central de ETECSA, ubicado en el callejón del Carmen y San Félix. Pero acceder a los servicios es todo una tortura.
Los suplicios del usuario santiaguero comienzan al comprar una línea telefónica, adquirir una tarjeta de navegación nauta o hacerse de una cuenta. Las oficinas disponibles no dan abasto, con el consiguiente abarrotamiento en las entradas y las largas esperas que se vuelven tumultuarias cuando se anuncia una rebaja.
Si se desea recibir los tres servicios se deben hacer tres colas diferentes; además de aguantar al inexperto personal del monopolio que no da pie con bola ante la avalancha y variedad de smartphones y tablets. Tanto control e ineficacia han generado negocios adyacentes, legales o no, que venden móviles, laptops y accesorios imposibles de comprar en otros sitios de Cuba, reparan, configuran correos, venden e instalan aplicaciones y por supuesto revenden cupones de navegación y recarga por un CUC más.
En los alrededores de los telepuntos y áreas WiFi pululan estos "luchadores" que se aprovechan de los evidentes vacíos que el desfasado monopolio no puede asumir. Nordiel es uno de ellos, su negocio: cortar tarjetas SIM para convertirlas en micro o nano SIM, la sencilla operación puede costar entre 3 y 5 CUC, las tarjetas de ETECSA vienen con el adapter desde hace pocos meses y estas dimensiones son de uso frecuente en los móviles inteligentes. "Yo tengo la herramienta", dice Nordiel, "y le estoy sacando la plata".
"Esto es lo de nunca acabar", se queja Daysi Montero saliendo del telepunto, "acabo de hacer el contrato del correo nauta y ahora tengo que hacer una nueva cola para que me lo configuren, es mejor pagarle 2 CUC a cualquier muchacho de estos, tengo tres horas aquí".
Según se anunció por los noticiarios, habría varios promotores que ayudarían a los usuarios en la instalación y uso de las aplicaciones. En realidad, la compañía tampoco brinda el servicio. Los "promotores voluntarios" cobran 5 CUC por cada aplicación, y no hay opción: los cubanos no pueden compararlas por internet.
Maikel espera la conexión con su hermana para una videoconferencia desde su teléfono inteligente en la plaza de Marte. Es casi obligatorio ponerse audífonos por el incesante ruido ambiental provocado por los autos y el tránsito de gran cantidad personas en este céntrico espacio. "Yo compré la aplicación imo a 5 CUC, vale la pena hacerlo para ver a la familia. Claro que yo lo puedo pagar porque ella me recarga [el crédito]".
La reciente rebaja del costo a 2 CUC la hora sigue siendo un reto para la capacidad adquisitiva del cubano, y como siempre los que reciben ayuda del exterior son los que pueden permitírselo. El cubano de a pie debe sopesar entre conectarse o dejar de comprar casi 2 libras de carne.
Mientras tanto, la alternativa seguirá siendo ETECSA. El monopolio se enriquece y explota, ello está en sus prerrogativas, al tiempo que los cubanos ruegan para que otras compañías le hagan la competencia. No hay muchas esperanzas, pues al castrismo no le conviene la libertad de información.