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Economía

¿Dónde y cómo trabajan los afrodescendientes?

La realidad del negro cubano puede tornarse aún más hostil. Para competir en el nuevo escenario, debe apropiarse de herramientas y habilidades intelectuales.

La Habana

La historia económica de Cuba ha estado ligada indisolublemente al arribo de los africanos. Su impronta en todos los fenómenos histórico-sociales, desde el surgimiento de la nación, estuvo matizada por los inicios del sistema esclavista de plantación a que fueron sometidos mediante la trata negrera, afianzada principalmente en los finales del siglo XVIII y casi todo el siglo XIX. Durante las luchas independentistas, los afrodescendientes jugaran un papel importante, al punto de que muchos fueron jefes militares. Pero al llegar la República fueron relegados de los planos sociales y económicos. El gobierno instaurado en 1959 promulgó leyes a favor de negros y mestizos, pero la realidad se impone para estos con iguales derroteros.

Un poco de historia

La esclavitud no fue un fenómeno específico cubano. Las consecuencias que comporta para quienes la padecen, no difieren en el siglo XVI, fecha en que comienza para los negros en Cuba, de las que sufrió el esclavo griego en los tiempos de Solón. La esclavitud es solo un hecho económico que permite a una pequeña parte de la sociedad apropiarse del producto del trabajo de otra porción considerable. El objetivo del esclavista es impedirle al esclavo el paso hacia todo aquello que pueda redimirlo de su condición servil. La realidad económica que incorpora a Cuba al negro solo podía conducirlo a la desastrosa situación que constituye hoy su realidad social.

El inicio del siglo XIX en Cuba estuvo influenciado por los acontecimientos ocurridos en América Latina y el Caribe. En la colonia francesa de Haití, comenzó a gestarse, tras sangrienta lucha contra el colonialismo francés, una República conducida por antiguos esclavos; mientras, en las naciones vecinas latinoamericanas, se daba el puntillazo final al colonialismo español y se proclamaban repúblicas independientes.

Esto generó miedo dentro de las clases beneficiadas por el sistema de plantación cañero, donde se sobredimensionó, por la cercanía geográfica de ambas naciones, la posibilidad de que se expandiera el ejemplo haitiano por toda la Isla.

Por tanto, cuando se descubrió, en 1812, la conspiración encabezada por el descendiente de esclavos José Antonio Aponte, el ensañamiento con sus líderes mostró que en Cuba no había espacio para la rebeldía negra. Era de esperarse que, treinta años después, otra conspiración como La Escalera, sufriese igual destino. Ambas, aunque reprimidas sanguinariamente, evidenciaron la alta preparación de negros y mestizos libres para visualizar líderes de acción y de opinión (intelectuales). La ferocidad con que fueron ejecutadas sus principales figuras demostró la necesidad de eliminar la incipiente burguesía negra que se integraba con fuerza en la nación que se iba conformando, agrupada en sectores de producción como las manualidades.

En 1868, comenzaron las luchas por la independencia, en las que a pesar del rol fundamental jugado por negros y mestizos, las diferencias por el color de la piel dentro de la manigua redentora siguieron marcando el papel que habría de tocar a los descendientes de esclavos. Otro suceso que marcaría también la vida económica de estos fue la tardía abolición de la esclavitud en 1886.

Durante el período republicano la situación del negro no mejoró, ya que la revolución que se gestó en la manigua fue fundamentada y realizada por la naciente burguesía criolla (clase media alta y baja, y en pequeñas cifras grandes terratenientes), que llegado el siglo XX se alió con los elementos más conservadores del extinto régimen español radicado en la Isla. No se contaba con el negro para el advenimiento de la joven república y este fue excluido de toda actividad económica fundamental para el desarrollo de la nación: administración de empresas públicas y privadas, puestos donde se ejecutaba el presupuesto del Estado, carrera judicial, política, bancaria, administración ferroviaria, empresas navieras y grandes producciones e inversiones mercantiles.

Para el negro cubano quedan las escasas opciones de retomar las manualidades y los trabajos de fuerza física, y se intensifica el número de domésticas negras para servir a las personas blancas de los diferentes estratos de la burguesía republicana. Pero al  incrementarse la competencia económica, un segmento de la población blanca de clase media baja se empobrece y lentamente se apropia de puestos en los sectores de los servicios. Durante los inicios de este período ocurre la Guerrita de 1912, que resultó en el asesinato de más de 3.000 mujeres y hombres negros o mestizos vinculados al Partido Independientes de Color, cuyo programa de lucha buscaba reivindicar a la población afrodescendiente. La otra consecuencia fue la expropiación de propiedades de negros y mestizos, tales como extensiones de tierra, establecimientos comerciales, firmas de abogados, y la expulsión de centros laborales, alegando, con pruebas o no, la vinculación al Partido Independientes de Color.

Por otra parte, a partir de la década del 20, a través de políticas gubernamentales, comienza un proceso de inmigración hacia la Isla de personas blancas, sobre todo de Europa, particularmente de las zonas pobres de España, con el objetivo principal de blanquear a la nación y relegar a los negros y mestizos de los espacios de conformación social.

Los años desde 1930 hasta 1958 marcaron el surgimiento y consolidación de la sociedad civil cubana con la existencia de varios partidos políticos y determinados liderazgos individuales, en los que la representación negra o mestiza apenas pudo alcanzar el 0,5%. Es importante acotar que entre 1953-1958, el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) y el Directorio Estudiantil 13 de Marzo (DR-13-M), ascendieron en la arena política, mediante la lucha armada y propuestas políticas objetivas para la época. No existía representación significativa de negros o mestizos en las juntas directivas de ninguno de estos dos polos de poder ejecutivo de la sociedad contra el gobierno: 0,2 % el M-26-7 y 0% el DR-13-M.

Ahora bien, debemos enfatizar la significación histórica del período 1959-1970, pues marca el viraje dentro de las relaciones sociales de poder en la formación de un nuevo gobierno, emergiendo como triunfadores los dirigentes del M-26-7. Como consecuencia, simpatizantes de la organización rival (DR-13-M) emigraron al exterior. Otros fueron sacados de manera sutil del contexto político, ya que la mayoría de quienes secundaron la política oficial fueron ubicados como diplomáticos en el exterior, fundamentalmente en países europeos desarrollados.

En este ciclo histórico, surge una élite política que decidirá los destinos económicos de la nación con la consolidación del unipartidismo, utilizando como estrategia la "unidad nacional" en la lucha contra un "enemigo mortal".

A la par de este proceso político calificado por algunos historiadores como convulso, ocurre un proceso social que es la emigración forzada, enmarcada en  diferentes etapas y por disímiles motivos, que abarcaron lo político y lo personal, conllevando en los últimos años el aspecto económico. Dicho proceso, a lo largo de un extenso período entre 1959-2014, trae como resultado final el abandono de inmuebles, planteado por el historiador japonés Riuychi Ishikawa: Casa Abandonada-Casa Tomada.

Las etapas de la emigración pueden clasificarse de la siguiente forma:

-Primera Etapa 1959-1962: Con la Ley de Reforma Agraria y otras, así como la declaración de la naciente revolución como socialista, se produce un éxodo importante de representantes de la clase alta y amplios sectores de la clase media.

-Segunda Etapa 1963-1965: Comienza el éxodo de representantes de la llamada clase media alta, en su mayoría propietarios de inmuebles con excelentes condiciones de arquitectura.

-Tercera Etapa 1965-1979: Conocida como el Quinquenio Gris de la Cultura Cubana, aunque en realidad fue un período que abarcó casi 15 años y provocó el éxodo de intelectuales y artistas  hacia el exterior.

-Cuarta Etapa 1980: Es la conocida como el suceso del Puerto del Mariel, y abarcó paulatinamente los años siguientes, hasta 1994. En esta etapa de marcado matiz político, los negros y mestizos que salen al exterior no pertenecen a los sectores intelectuales, son mayormente ex-reclusos y convictos, y por tanto personas desprovistas de herramientas de aprehensión cultural para enfrentar el reto de alcanzar la fortuna anhelada en una tierra fuera de sus costumbres y sus identidades.

-Quinta Etapa 1994-hasta la actualidad: Esta ha sido una etapa donde ha primado la motivación económica, aunque no obviamos las otras motivaciones como son la política y la personal.

Podemos definir como otra etapa de la emigración cubana lo que algunos estudiosos han calificado como "emigración silenciosa", donde, a pesar de no cuantificarse, se conoce el éxodo de familiares de diplomáticos cubanos en el exterior, una vez han sido retirados de sus respectivos cargos y llamados a regresar a la Isla.

Realidades

Los casos estudiados para entender el principio del que habla el historiador japonés Riuychi Ishikawa, han sido los siguientes ejemplos en determinadas provincias: Pinar del Río: Reparto Villamil, Casco Histórico y Finca Calero (Reparto Hermanos Cruz); Habana: Miramar-Vedado; Matanzas: Calle Milanés-Avenida Principal y aledaños; Cienfuegos: Malecón-Parque Martí y aledaños; Santiago de Cuba: Vista Alegre-Sueño; Holguín: Casco Histórico, Reparto Julio Grave de Peralta y aledaños; Guantánamo: Avenida José Martí (Centro) y aledaños.

Los lugares dejados por los antiguos dueños fueron ocupados por los representantes de la nueva élite política, en la que no hubo representación de negros y mestizos. La actitud de los representantes de la afrodescendencia cubana se explica mediante el principio marxista de que el hombre piensa como vive.

Durante el período de 1962-1989, el segmento de población de negros y mestizos, según el censo de la Oficina Nacional de Información y Estadísticas (ONEI) publicado en febrero de 1991, arrojó la cifra de un 92% empleados en sectores de servicios no fundamentales de la economía y fuera de las esferas directivas, así como una representación nula en el Servicio de Relaciones Exteriores de la política oficial.

En 1996, la ONEI realiza una Encuesta Nacional para Estudio de Hogares que arroja como resultado que los más bajos ingresos en la familia cubana, por cifras, la representaban negros y mestizos con un 77%.

En 1997, la ONEI realiza un censo donde la representación de negros y mestizos en el sector del turismo solo representaba un 1,7% y este total no se encontraba en los puestos mejor remunerados a través de los pagos formales e informales: gerentes de hoteles ó corporaciones mixtas, bármanes, maleteros-cargadores, relaciones públicas y comerciales-compradores.

En 2007, la ONEI publica un folleto donde queda explícita la cifra de 3 negros o mestizos contra el número de 196 directivos o funcionarios vinculados al área de la inversión extranjera en Cuba. En 2011, la ONEI publica otro folleto donde expone la representación nula del segmento de población negra o mestiza en el área de compradores comerciales o representantes de firmas comerciales cubanas en el exterior.

En 2012, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) publica un folleto, que circula en sus instituciones provinciales, donde se establece la cifra de un 86% de población negra o mestiza laborando en los sectores no emergentes de la economía cubana: Construcción, agricultura del modelo no fundamental para el desarrollo o de subsistencia, manufactura, servicios comunales (vinculados en su casi totalidad al trabajo directo), comercio y gastronomía (laborando en establecimientos que no representan prioridad en el orden comercial), deporte (con una representación ínfima en los puestos ejecutivos o puestos con acceso a decisiones, respecto a los temas de misiones y colaboraciones) y la cultura (vinculados también estos al hecho cultural directo y no a los círculos de relaciones sociales de poder ejecutivo o toma de decisiones).

Así como un 1% de negros o mestizos laborando en el tema del trabajo por cuenta propia, vinculados como dueños de restaurantes, marcando excesivamente la diferencia de un amplio sector de negros y mestizos; tanto como un 87%, vinculados a los sectores menores del cuentapropismo tales como vendedores ambulantes, dependientes en carretillas con productos del agro, zapateros remendones, limpiabotas, herreros, bicitaxistas y otros oficios, donde se especifica que los mismos no son dueños de la gestión e inversión económica, solo de la mano de obra.

Por lo que podemos definir que los afrodescendientes cubanos, al no tener una representación significativa en los sectores emergentes de la economía nacional y con acceso a salarios formales e informales bien remunerados, no van a ser beneficiados con el reinicio de las relaciones sociales de producción conocidas como clientelismo.

Perspectivas

La realidad para el afrodescendiente cubano puede tornarse en la práctica más hostil de lo que realmente figura.

La crisis económica en que se ha visto envuelta la nación desde la caída del sistema socialista en los países de Europa del Este y la antigua URSS desde 1990 (aliados estratégicos de la élite política cubana y amortiguadores de la economía durante los años 70 y 80 del pasado siglo XX), han acrecentado las diferencias sociales y entronizados los viejos prejuicios implantados desde la época colonial por parte de la clase criolla de herencia española, como consecuencias del sistema esclavista de plantación; a la vez que han instaurado viejos mecanismos de segregación hacia el segmento poblacional de negros y mestizos.

Los afrodescendientes cubanos deben apropiarse, a través de la superación profesional y cultural, de los mecanismos de aprehensión de las herramientas y habilidades intelectuales, buscando competir y a la vez demostrar aptitudes y actitudes competitivas en cada plano de la sociedad; así como establecer pautas en los diferentes escenarios sociales, tanto los ofrecidos por las instituciones oficiales como los brindados de manera independiente.


 

Cortesía de la revista Identidades.

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