La pregunta del título podría aparecer también en tiempo presente, y no porque las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) se encuentren en funcionamiento, sino porque este tema constituye deuda pendiente.
El presente sería entonces el de las interrogantes que esperan por contestación: ¿Qué son las UMAP?
Joseph Tahbaz ha publicado en una revista especializada la aproximación más completa que conozco sobre el tema: "Demystifying las UMAP: The Politics of Sugar, Gender, and Religion in 1960s Cuba".
Tahbaz nació y creció en Miami. De madre cubana y padre iraní, él se identifica como cubanoamericano. Tiene 20 años y asiste a Dartmouth College (New Hampshire), donde estudia Historia. Fue allí, en una clase de Historia del Caribe de su primer año universitario, cuando oyó mencionar las UMAP, le sorprendió no tener noticias previas y, decidido a investigar, descubrió que apenas podía hallarse información.
Supo pronto que el tema resultaba incómodo para políticas de distintos signos. "Por un lado, a los de derecha le gusta hablar sobre la represión en Cuba, pero no les gusta hablar sobre los derechos de los homosexuales. Mientras que a los de izquierda les encanta hablar sobre los derechos de los homosexuales, pero evitan hablar de los problemas en Cuba. Y parece ser que entre este cisma ideológico y el estigma contra la homosexualidad, la historia de las UMAP casi ha sido olvidada."
Dentro de las UMAP
Según Tahbaz, las UMAP fueron campos de trabajo forzado establecidos en la provincia de Camagüey, en funciones entre noviembre de 1965 y julio de 1968. Dos años antes de que fueran internados los primeros reclusos había sido aprobada la Ley 1129 de Servicio Militar Obligatorio, que serviría como justificación oficial: se alegó que allá iban quienes no podían cumplir el servicio militar regular.
Un estimado hecho por dos antiguos agentes de la inteligencia cubana eleva a 35.000 el número de reclusos. La mayoría, religiosos y homosexuales. Religiosos de diversos credos: Testigos de Jehová, abakuás, adventistas del Séptimo Día, católicos, bautistas, metodistas, pentecostales, episcopalianos, santeros, gedeonistas.
Joseph Tahbaz ha compilado un catálogo de reclusos: universitarios ideológicamente inconformes, sacerdotes, artistas, intelectuales, hippies, marihuaneros, drogadictos, prisioneros políticos, funcionarios acusados de corrupción, emigrantes potenciales, criminales, chulos, campesinos reacios a la colectivización de las tierras, vagos, trabajadores ilegales por cuenta propia… De ellos, se ocupa detalladamente de los Testigos de Jehová, los adventistas del Séptimo Día, los abakuás y los homosexuales.
Los antiguos reclusos que entrevistara le negaron que hubiese mujeres en las UMAP, aunque varios autores —Lillian Guerra, Louis Garinger y José Conesa Martínez— sostienen la presencia allí de prostitutas y lesbianas, y cabe la posibilidad de que estuviesen confinadas en campos de los cuales aquellos reclusos no tuvieran noticia.
Eran los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) los encargados de facilitar candidatos, y podía ser internado cualquiera que fuese considerado "antisocial " o "contrarrevolucionario". Tahbaz apunta que las UMAP no se mantuvieron en secreto: Fidel Castro las mencionó en un discurso de 1966, y al menos una docena de artículos publicados en la prensa cubana entre 1966 y 1967 dieron cuenta de su existencia. Sin embargo, discurso y artículos ocultaron la verdadera naturaleza de aquellos campos: llegaron a publicarse entrevistas con reclusos llenos de entusiasmo por el trabajo que hacían.
En su estudio, Joseph Tabahz expone el procedimiento seguido para la recogida, transportación y llegada, así como la composición, régimen y dimensiones de los campos. Los reclusos trabajaban largas jornadas en la agricultura de lunes a sábado (desde el amanecer hasta el anochecer durante la zafra azucarera), se les negaba la comida en el caso de que no cumplieran las cuotas de producción, recibían el mismo pago de los movilizados por el Servicio Militar Obligatorio (7 pesos) y tenían libres aquellos domingos en que no fuese programado trabajo voluntario.
Los campamentos ostentaban nombres como "Viet Nam Heroico", "Mártires de Girón" y "Héroes del Granma". En cada uno, el político a cargo se ocupaba de la reeducación de los reclusos, y las sesiones de concientización solían ser más largas los domingos. En ocasiones, sobre todo cuando recibían permiso de visita, los hacían marchar vestidos de uniforme. Seguramente con el fin de hacer creíble la versión de que aquello era una suerte de servicio militar.
Hubo, según afirma Tahbaz, toda variedad de trato por parte de los guardas, desde el abuso hasta la compasión. Pero quienes recibieron el peor fueron, indudablemente, los Testigos de Jehová. Golpeados, pasados por falsas ejecuciones, enterrados hasta el cuello, atados desnudos con alambre de púas sin comida ni agua, hundidos en la mierda de las letrinas, colgados por los brazos del asta de la bandera… No les permitían recibir visitas o correspondencia, y no gozaban de pase. Y entre las posibles causas de esa especialización del escarnio menciona Tahbaz las conexiones de su credo con los EEUU y el apoliticismo remarcado del que esos religiosos daban muestras.
¿Creadas para qué?
Sin descartar el celo ideológico y la intransigencia política que dieran lugar a la creación de las UMAP, Tahbaz estudia otros factores, de carácter económico y empresarial, relativamente desatendidos por quienes se han acercado a este tema.
Las creación de las UMAP fue, a juicio suyo, un "movimiento altamente estratégico por parte de los militares cubanos", que permitió alcanzar tres objetivos esenciales para la conversión del ejército en una institución profesional: neutralización de potenciales contrarrevolucionarios, creación de puestos para personal militar que no cumplía con los estándares de la modernización del ejército, y formación de una fuerza laboral que ayudara a reducir los costos de las numerosísimas fuerzas armadas.
De manera que no solo los reclusos estaban allí por apartarse de ciertas normas, sino también los guardas.
"La función vital de las UMAP no era matar civiles, sino aprovechar la fuerza laboral de las 'lacras sociales', sin preocupación alguna por su costo humano", resume Tahbaz. Como su estudio puntualiza, en la Cuba de los años 60 el trabajo impagado era la norma, no la excepción. Existía una creciente falta de brazos para el trabajo agrícola y se hicieron imprescindibles las movilizaciones "voluntarias" y la utilización en esas tareas de soldados y de presos políticos. La apuesta por el azúcar, que tendría su apogeo en 1970, obligó a buscar fuerza de trabajo desesperadamente. Un artículo publicado en 1967 en Verde Olivo, revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), bajo el título "¿Qué es la UMAP?", preguntaba cómo resolver el problema de la escasez de brazos para la zafra.
La respuesta estaba, evidentemente, en esos campos de trabajo forzado.
¡A erradicar la homosexualidad!
Las UMAP constituyeron parte de una política sanitaria de erradicación de la homosexualidad, entendida como enfermedad prevenible. Joseph Tahbaz cita un informe del ministro de Salud Pública que, en 1965, llamaba a la prevención temprana de esos casos. Cita también un artículo del Dr. Eduardo Gutiérrez Agramonte, director de la Revista del Hospital Psiquiátrico, que abogaba por tratamientos de la homosexualidad a base de descargas eléctricas y hormonas.
Investigadores de la Universidad de La Habana fueron enviados a las UMAP para estudiar la "rehabilitación" de homosexuales. Tahbaz cita el siguiente testimonio del dramaturgo Héctor Santiago: "A veces te dejaban sin agua y sin comida durante tres días mientras te mostraban fotos de hombres desnudos, y luego te daban comida y te mostraban fotos de mujeres. Si no eras diabético y te inyectaban insulina, entrabas en shock, te orinabas, te defecabas, vomitabas… Descargas eléctricas… Perdías la memoria, y dos o tres días después no sabías quién eras, estabas catatónico y no conseguías hablar".
El tratamiento se repetía una y otra vez hasta que los investigadores confirmaran, mediante interrogatorio, la rehabilitación del recluso paciente. Sin embargo, medio año después de iniciarlos, las autoridades suspendieron esos tratamientos, en vista de la inefectividad demostrada.
Pese a todo lo anterior, Tahbaz considera que aquellos historiadores que caracterizan las UMAP como el ejemplo extremo de una política de represión contra los homosexuales no alcanzan a describir completamente lo que fueron esos campos. Porque la política de represión del Estado abarcaba, no solo a los homosexuales, sino a toda la población cubana.
"En lugar de explicar la historia de las UMAP, muchos han tratado de defender a la revolución cubana con respecto a este tema, como si fuera la excepción de una revolución magnánima", opina Tahbaz. "Sin embargo, lo que he encontrado es que las UMAP no fueron ninguna excepción, sino una parte clave de las metas y la política de la revolución cubana."
¿Campos de concentración o no?
De los 35.000 reclusos, 500 terminaron bajo cuidados psiquiátricos, 180 eligieron el suicidio y 70 murieron por torturas. No obstante, las UMAP no podrían catalogarse como campos de exterminio, pues allí no se buscaba expresamente la muerte de los reclusos. Tahbaz niega que fueran campos de concentración, y su argumentación en este punto resulta bastante débil.
En un volumen dedicado a los campos de concentración soviéticos —Gulag. A History (la traducción al español, Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos, cuenta con varias reediciones)— Anne Applebaum traza una genealogía de los campos de concentración que se inicia en la Cuba colonial, durante la campaña de reconcentración ordenada por Weyler, pasa luego por la guerra anglo-bóer, por la colonización alemana de África, y desemboca en el Tercer Reich y en la Unión Soviética. (Otra posible genealogía sitúa el origen de los campos de concentración, no en la Cuba del siglo XIX, sino en la Polonia del siglo anterior, cuando los rusos aplastaron el levantamiento de nobles confederados en la fortaleza de Bar.)
Abiertos en distintas épocas y países, todos los campos de concentración enumerados por Applebaum terminan unidos por esta formulación de base jurídica: "Entiendo por campos de concentración aquellos construidos para recluir a personas no lo por lo que hayan hecho, sino por ser quienes son. A diferencia de los campos para delincuentes comunes o para prisioneros de guerra, los campos de concentración fueron edificados para una categoría peculiar de prisionero civil no criminal, el miembro de un grupo 'enemigo', o en todo caso de una categoría de personas que, por razones de su raza o presunta posición política, era considerada extremadamente peligrosa o prescindible para la sociedad".
Aceptada esta fórmula, un campo de concentración puede incluir más o menos respeto por la vida de los recluidos, pero eso no cambiará su carácter. Y tampoco lo cambiarán los objetivos económicos que persiga o la reeducación a la que sean sometidos los reclusos: seguirá siendo un campo de concentración.
Las UMAP podrían entenderse, creo, como campos de concentración donde fue impuesto un régimen de trabajo forzado (como en el archipiélago Gulag) y un régimen de reeducación política, a la manera china bajo Mao Tse Tung. (Frank Dikötter se ocupa de esta última modalidad en su recién aparecido The Tragedy of Liberation: A History of the Chinese Revolution, 1945-1957.) A lo que habría que agregar una particularidad más, por breve que haya sido en la práctica: la experimentación médica en busca de "rehabilitación" para los homosexuales.
Historia por hacer
Recientemente, el investigador Abel Sierra Madero recordaba una promesa hecha hace más de tres años por Mariela Castro Espín. La directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) anunciaba entonces una investigación en marcha sobre las UMAP y, en realidad, le daba largas al asunto. Pues hasta ahora no ha aparecido artículo o resultado alguno de esa investigación.
"La historia de este período está por hacerse, aunque ya ha empezado a escribirse", afirmaba Sierra Madero, con la esperanza puesta lejos de los predios del CENESEX.
Sin dudas que el trabajo publicado por Joseph Tahbaz es un ejemplo notable de esa empresa intelectual.
"Todavía queda mucho que decir sobre las UMAP", me ha comentado él. Para agregar: "Ojalá que mi artículo contribuya a pensar el impacto de esos campos, y ojalá inspire a más exconfinados a compartir sus experiencias".
Joseph Tahbaz, "Demystifying las UMAP: The Politics of Sugar, Gender, and Religion in 1960s Cuba", en Delaware Review of Latin American Studies, vol. 14, no. 2, December 31, 2013.