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Economía

Turismo y espejismo castrista

De los 633 dólares que cada visitante gastó en Cuba en 2013, solo 254 quedaron en el país. Los ingresos netos obtenidos del turismo internacional están entre los más bajos del mundo.

Los Ángeles

Los ingresos netos obtenidos por Cuba en 2013 por el turismo internacional se ubicaron entre los más bajos del mundo: de los 633 dólares gastados por cada visitante, solo quedaron en la isla 254. Los otros 379 dólares volaron al extranjero.

Ese "pequeño" detalle no lo informó la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) del régimen cuando el pasado 19 de febrero reveló que los 2.851.000 turistas que viajaron a Cuba el año pasado dejaron allí 1.804 millones de dólares.

De esos ingresos brutos, al menos 1.082 millones salieron del país por concepto de importaciones específicas para el funcionamiento de la industria turística, que tiene que importar hasta frutas y vegetales frescos de República Dominicana. Esa sangría de divisas fue el componente importado de los costos de operación de la industria turística, que en el caso de Cuba es enorme, y que la ONEI nunca menciona.

El turismo es la principal actividad económica de decenas de países. Crea empleos, incrementa el Producto Interno Bruto, el comercio minorista, mejora la infraestructura vial y hotelera, etc. Por eso es muy importante que el componente importado sea bajo. En México, 7.5 millones de personas trabajan directa o indirectamente en el turismo. España recibió 60.6 millones de visitantes en 2013 y su industria turística representa el 11.5% de todos los empleos de la nación.

El gobierno  de Raúl Castro miente cuando afirma que las importaciones para la industria turística constituyen un 50% de su costo operativo, pues la mayor parte del valor agregado en la producción nacional destinada al turismo ha sido generado con insumos y partes importadas.

Según economistas de la Isla y emigrados, el componente importado en los costos turísticos  en Cuba oscila entre un 60% y un 65%. Si tomamos la cifra de 60%, vemos que de cada dólar captado, 60 centavos regresan al extranjero. A las finanzas nacionales solo contribuyen los otros 40 centavos.

Ello significa que  Cuba recibió en realidad $722 millones por el turismo. Con tan poco dinero, el sector  no se autofinancia para poder crecer. No se puede mejorar la infraestructura turística.

No hay en qué gastar

Como el país apenas produce, el gasto promedio de $633 por turista en 2013 en la Isla fue muy  bajo. Los turistas no tienen en qué gastar. En cambio, en la vecina República Dominicana, un país pobre, en 2012 se recibieron 4.5 millones de visitantes que dejaron ingresos brutos por 4.549 millones de dólares, para un gasto por turista de 1.011 dólares, según cifras oficiales. 

Si algo evidencia el fracaso económico del castrismo es su incapacidad para obtener recursos financieros netos del turismo. Es algo que la nación necesita desesperadamente. Y sin embargo, se importa casi todo lo que demanda el turismo, incluyendo los alimentos. Es una vergüenza. En 1957 Cuba fue clasificada por la FAO como el mayor país exportador de productos agropecuarios de América Latina en proporción a su población. La nación se autoabastecía de alimentos y además los exportaba.

Pero la estatización comunista de las tierras ya en 1962 dio origen a una cartilla de racionamiento de alimentos que sigue vigente y que cubre unos diez días al mes —los otros 20 días hay que "resolverlos" en el mercado negro. La cartilla no contempla la entrega de carne de res y la leche es solo para menores de 7 años.

Recorrido ya más de medio siglo con el sistema económico diseñado por Marx y Lenin, el país importa no ya el 29% "denunciado" por los comunistas de 1957, sino el 81% de los alimentos que consume. Con tierras muy fértiles, ocho partes de cada 10 de la alimentación cubana provienen del extranjero. La mitad de las tierras cultivables están hoy ociosas, y las granjas estatales registran los rendimientos más bajos de Latinoamérica y, en algunos renglones, de todo el mundo.

Improductividad récord

Por ejemplo, los rendimientos  en la caña de azúcar en Cuba antes de 1960 eran los más altos de Latinoamérica, y hoy son los más bajos: entre 31 y 37 toneladas de caña por hectárea, mientras que el promedio latinoamericano oscila entre 90 y 110 toneladas. La que fuera la azucarera mundial por casi dos siglos regresó a los niveles de producción de 1896, cuando era colonia de España. Y ha llegado al colmo de tener que importar azúcar de Brasil, Colombia, República Dominicana y Estados Unidos para cubrir sus compromisos de exportación.

En 1958, Cuba fue el cuarto productor de arroz de América Latina, con 256.000 toneladas para una población de seis millones de habitantes. En 2012, con 11.2 millones de habitantes, la Isla produjo  217.000 toneladas, de manera que importar 483.000 toneladas para cubrir el consumo nacional.

Al llegar Castro al poder, Cuba contaba con más de seis millones de cabezas de ganado vacuno, es decir,  una vaca por habitante, el triple del promedio mundial de 0.32 bovino per cápita. Hoy el país tiene 3.6 millones de cabezas, con el doble de habitantes. En 1958 se produjeron 2.6 millones de litros de leche diarios, casi medio litro por habitante. Pero en 2013, según la ONEI, se produjo solo un millón de litros diarios, la onceava parte de un litro per cápita. Una vaca en Colombia produce como promedio 18 litros diarios de leche, mientras una vaca cubana apenas 3.3 litros.

Durante 160 años Cuba gozó de fama internacional como productora y exportadora de uno de los mejores cafés del mundo. Pero de 60.000 toneladas de café producidas en la cosecha 1957-1958, la producción en 2013-2014 fue de 6.200 toneladas. Hoy se produce diez veces menos café que hace 56 años.

Camisa de fuerza

Estas son solo algunas cifras que explican por qué en materia gastronómica el turismo internacional en Cuba no genera ingresos netos como en los países con economía de mercado. En cuanto al resto de lo necesario para el sector turístico, el panorama es aún peor.  Muchas de las industrias del país han sido cerradas por falta de materia prima o por roturas de maquinarias y equipos; otras funcionan a media máquina en estado casi  ruinoso. Y todas, con un deterioro y una falta de mantenimiento escandalosos, presentan una obsolescencia tecnológica y una improductividad laboral sin paralelo en todo Occidente.

En fin, las cifras que la ONEI ofrece al mundo sobre el desempeño de la industria turística son un espejismo. Nada tienen que ver con la realidad. La dictadura debe quitar de una vez la camisa de fuerza que impide a los cubanos crear riquezas libremente. Si eso sucediese, no solo el componente importado citado bajaría a un 20% ó 25%, sino que podría significar el fin del embargo de Estados Unidos y millones de estadounidenses visitarían la Isla.

Un moderado cálculo indica que si se expandiese en grande la capacidad de alojamiento, Cuba bien podría recibir entre 7 y 9 millones de turistas estadounidenses. Los miles de millones de dólares que gastarían podrían constituir el motor principal para primeramente reconstruir el país, y luego para desarrollar su economía y situarla nuevamente entre las más prósperas de Latinoamérica. Lo era antes del tsunami castrista.

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