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Opinión

Y lo dice Telesur

De alguna retorcida manera, Telesur es una pequeña hendija en la tapiada ventana del totalitarismo castrista. Alguna luz se cuela cuando se producen los contrastes.

La Habana

A primera vista, diríase que el canal Telesur —ahora en directo en Cuba— es igual a cualquier otro programa informativo de la televisión nacional. En Telesur, como en los canales habituales de la Isla, el gobierno de Estados Unidos es el gran villano enemigo de la paz y de la prosperidad de los pueblos, así como villanos son sus aliados, el gobierno de Israel y las siempre malévolas "potencias occidentales".

También en Telesur los reportajes que se transmiten indican que los buenazos y justicieros guerrilleros de las FARC tienen contra las cuerdas al gobierno de Juan Manuel Santos, que se ha visto obligado a sentarse en la mesa de negociaciones; en tanto Bashar Al Assad es el paradigma de las bondades para el pueblo sirio y esperanza de los países árabes frente a la dominación de Occidente.

Telesur muestra cómo detrás de todos los conflictos del mundo se esconde la oreja peluda del imperialismo injerencista norteamericano, con sus provocaciones a Corea del Norte —que por esa razón se ve obligada a utilizar la amenaza de una conflagración nuclear— o con su manía de reclutar mercenarios para derrocar a gobiernos democráticamente electos en todo el mundo, fundamentalmente en Latinoamérica.

Así, por ejemplo, casi podría afirmarse que en Venezuela no existe una oposición que en las recientes elecciones se alzó con casi la mitad de los votos de los electores, sino una camarilla de fascistas azuzados desde Washington, algunos de ellos representantes en el Congreso venezolano, que tuvieron la osadía de "incitar a la violencia" cuando fueron privados de su derecho a la palabra y protestaron contra ello, razón por la cual se armó una trifulca en la cual —curiosamente— esos mismos "traidores" fueron los que resultaron seriamente lesionados por la violencia de la bancada oficialista.

Todo muy simple, como en las malas películas del antiguo Oeste, el mundo se divide en buenos porque sí y malos a ultranza.

Este fin de semana último Telesur pasó un reportaje desde China, donde su corresponsal en ese país presentaba como un verdadero avance de género que ya las mujeres chinas con mayores ingresos monetarios pueden tener dos hijos en lugar del hijo único que estipula el estricto control de la natalidad. Es decir, que las parejas con ingresos menores a una tasa establecida oficialmente no se beneficiarán con la "apertura". Sin dudas, establecer diferencias sociales según las entradas monetarias es algo que ya se ha tornado común en los sistemas llamados "socialistas". 

Sin embargo, Telesur no es exactamente como la TV cubana, como afirman algunos, porque como en definitiva se trata de un canal que transmite para toda una región donde la prensa no es del monopolio exclusivo de los gobiernos, está obligada a transmitir imágenes y acontecimientos que se producen a diario en el mundo; y ya se sabe que las imágenes valen más que las palabras.

No importa si se manipulan cifras e informaciones, lo cierto es que en Telesur los cubanos hemos visto y escuchado por primera vez el discurso íntegro de asunción de un presidente de Estados Unidos, en este caso Barack Obama, y también hemos asistido desde la pantalla de nuestros televisores a las elecciones libres y directas que se celebran legítimamente en "países hermanos" como Ecuador, Paraguay y hasta en la propia Venezuela, con campañas electorales, oposición, observadores internacionales, escrutinios, reclamaciones y todos los ingredientes de una receta democrática que se nos ha negado en nuestro país a varias generaciones.

De alguna retorcida manera, Telesur es una pequeña hendija en la tapiada ventana del totalitarismo castrista. Alguna luz se cuela cuando se producen los contrastes.  Por eso tantos cubanos asisten atónitos e incrédulos a algunos espacios de Telesur, como por ejemplo ese programa llamado "Atomun" que, al detallar los últimos avances tecnológicos que se producen en el mundo, tiene la rara virtud de colocarnos a los nativos de esta isla de cara a nuestra descomunal orfandad en materia de tecnología informática y a nuestra espantosa incomunicación en comparación con otras sociedades del siglo XXI que, paradójicamente, no han contado con las ventajas de medio siglo de "revolución".

Mal que les pese, Telesur nos informa desde la desinformación. Y conste que nadie puede decir que intente engañarnos. Sus intenciones de confundir están abiertamente declaradas incluso desde su propio eslogan de presentación: "Telesur, nuestro Norte es el Sur". Y digo yo que se confunda el que quiera.    

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