Sin tener mayoría de legisladores en el Congreso, y teniendo a este Parlamento en su contra, el presidente Pedro Castillo parece trazar una huida hacia adelante al volver sobre una de sus más polémicas ofertas electorales: convocar una Asamblea Constituyente para aprobar una nueva Constitución de Perú.
En sus primeros nueve meses de gobierno, que cumplirá este 28 de abril, el jefe de Estado, un antiguo maestro y dirigente gremial, ha enfrentado tres solicitudes de destitución que no han prosperado en el Parlamento, en tanto ha debido cambiar en tres ocasiones su gabinete, pasando a ser el Gobierno más inestable del Perú en décadas.
Enfrentado con el Parlamento, la posibilidad de que se convoque una Constituyente en Perú pasaría por una votación favorable justamente en el Congreso, donde tiene una representación parlamentaria mínima.
Castillo anunció el 22 de abril que enviará un proyecto de consulta al Parlamento. A su juicio, se pueden aprovechar las elecciones regionales y municipales de octubre próximo para hacerle una pregunta a los peruanos sobre si quieren o no una Constitución.
Dado que no existe en la Carta Magna vigente esta figura, la Junta Nacional de Elecciones aclaró que la consulta solo podría hacerse si se aprueba por parte del Congreso, por mayoría absoluta.
"Vamos a hacer llegar un proyecto de ley al Congreso de la República, siguiendo el curso constitucional, para que en estas próximas elecciones municipales y regionales (...) se consulte al pueblo peruano si está o no de acuerdo con una nueva Constitución", recalcó el educador, quien hace un año fue la gran sorpresa en las elecciones presidenciales.
En cuestión de semanas, en la primera vuelta presidencial de abril de 2021, Castillo pasó de ser prácticamente una figura desconocida en el mundo político a tener el caudal de votos suficientes para ir al balotaje, que terminó siendo muy polémico, en el que se enfrentó y venció a Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000).
Castillo y los sectores de izquierda que le respaldan, así como gremios de la educación y pobladores de las provincias, cree que los males de Perú están relacionados con la Constitución vigente aprobada en 1993 durante el Gobierno de Fujimori. El ex jefe de Estado paga condena tras ser enjuiciado por casos de abuso de poder y violaciones a los derechos humanos al final del siglo XX.
El actual oficialismo peruano culpa a la Constitución de 1993 de ser responsable por las inequidades económicas en Perú, al consagrar un modelo de libre mercado.
Durante la campaña electoral, hace un año, Castillo prometió grandes reformas. Además de la Constituyente, aseveró que destinaría el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) a la educación.
Tras varios meses de tira y encoge, con crisis internas en el seno de su Gobierno y haciendo frente a los intentos de removerlo del cargo, analistas creen que el presidente busca polarizar a la sociedad peruana con la propuesta de una Constituyente y reunificar a lo que fue su base de apoyo en las votaciones.
El diario El Comercio recordó este 25 de abril que, si bien Castillo habló mucho de una nueva Constitución en caso de llegar al poder, lo cierto es que, siendo presidente, en al menos nueve oportunidades dijo públicamente que no llevaría adelante este proceso.
Entretanto, entrevistado por el diario La República, el secretario general del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP), Lucio Castro, planteó la posibilidad de que los educadores se movilicen en todo el país para pedir la renuncia de Castillo, en vista de que este "no ha cumplido con sus promesas electorales".
Dado que Castillo carecía de un partido propio que le apoyara, la SUTEP jugó un papel clave en movilizar a educadores no solo para hacer campaña en favor del actual jefe de Estado sino también para hacer presencia en los centros de votación y velar por el proceso del año pasado.
En Perú crece el descontento, no solo con Castillo, sino con la clase política. Una reciente encuesta realizada por el Instituto de Estudios Peruanos reveló que ha calado en la ciudadanía la tesis de que deben realizarse unas nuevas elecciones generales, para escoger tanto un nuevo presidente como un nuevo Parlamento.
Tal como lo reseñara DIARIO DE CUBA, en el seno del propio Gobierno de Castillo varios de sus colaboradores creen que para salir del atolladero institucional deberían convocarse nuevas elecciones generales.
Un 68% está de acuerdo con ello y que se tenga a otro presidente y un nuevo Legislativo, de acuerdo con el sondeo efectuado por el think tank.
Según el estudio del Instituto de Estudios Peruanos ha crecido de forma notable el descontento. Hace seis meses, en octubre de 2021, un 49% consideraba que el manejo político era malo, pero en la medición de abril un 73% lo piensa. Es decir, aumentó en 24 puntos en un semestre. El Congreso es la institución peor valorada por los peruanos.
Perú es un país rico en recursos de muchos tipos: minerales, agrícolas, turísticos (paisajes naturales, ruinas importantes, mucha historia), pesqueros, energía hidráulica y gas, etc, y la gente es trabajadora.
Durante 200-2010, a pesar de eventos de corrupción importantes destapados en los últimos años, el país progresó mucho, en cuanto a aumento de inversión interna y externa, producto interno bruto, y renta per cápita. En muchas ciudades y especialmente en Lima, se hicieron muchas obras públicas y se construyeron miles de viviendas, y se crearon cientos de miles de puestos de trabajo. Y todo eso se logró afianzando la confianza de inversionistas, del capital foráneo e interno.
Aun con todo eso, la ignorancia popular piensa que pueden estar mejor con más Estado y líderes populistas poco preparados, demostrando su ignorancia respecto a su propia historia, ya que en los 70s y 80s sufrieron sendas crisis económicas por esos mismos modelos que le pregonan los izquierdosos
Si al menos le hicieran caso al casi medio millón de venezolanos que huyó de las miserias de tal sistema e inmigró al Perú, y ahora mida con desesperanza como la historia pudiera repetirse allí!
Castillo se equivocó de profesión. Mejor estaría como payaso de circo.
Ni para eso sirviera. Es demasiado escaso y torpe, y para hacer reír hay que tener cierta chispa.
Esto se trata de un país que no se respeta o que no merece respeto. El tipo da profunda pena.