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Opinión

Una noticia económica importante para Cuba

Recientes declaraciones del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo dan un atisbo de lo que podrían hacer las instituciones financieras internacionales por una futura Cuba democrática.

La Habana
Imagen del Che a la entrada de un solar de La Habana.
Imagen del Che a la entrada de un solar de La Habana. Diario de Cuba

Según el registro histórico, más de 120 huracanes han azotado Cuba desde 1791. Aunque entre ellos hay al menos 14 de categoría cuatro, y cinco de categoría cinco —las máximas de la escala Saffir-Simpson—, si sumamos toda la destrucción causada por estos fenómenos meteorológicos no llegaremos a una fracción del desastre material y humano que ha provocado la "tormenta tropical" Castro.

Algún día tendrá que salir el sol de la libertad en Cuba, y entonces habrán de reconstruirse las ruinas que el ensañamiento castrista está causando en la orografía y entrañas de la Isla. Para ello, aparte de buena voluntad, madurez política y conocimientos científicos sobre qué funciona y qué no funciona económicamente, se necesitará mucho, muchísimo dinero.

Una de las peores consecuencias del tornado Castro es que, por haber conducido a Cuba a un innecesario y dañino diferendo con el Gobierno estadounidense —mayor aportador a los organismos financieros internacionales nacidos en Bretton-Woods (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), así como al Banco Interamericano de Desarrollo (BID)—, la Isla tiene vedados estos mecanismos de financiación. Por ello, rara vez estas instituciones entran en el análisis económico de la realidad cubana. No obstante, hay que ser consciente del rol que jugarán cuando el castrismo, al fin, se una al resto de totalitarismos en el basurero de la historia.

Por eso es tan relevante que Mauricio Claver-Carone, actual presidente del BID, afirmara que "sería un sueño poder ayudar en la reconstrucción de la Isla". Se trata de una declaración rara como el diamante, es decir, muy valiosa por lo difícil de encontrar, pues estos organismos multiestatales habitualmente ignoran la existencia de Cuba.

La relevancia de la noticia no se limita al deseo de la actual dirigencia del BID de socorrer a Cuba. En la misma entrevista, Claver-Carone condicionó la ayuda a la democratización de la Isla, lo que se convierte en un importante incentivo para que el poscastrismo no sea otra dictadura.

Los organismos financieros multinacionales han jugado un triste papel en países que, como Cuba, están en manos de grupúsculos cleptócratas que vampirizan la sociedad, pues, muchas veces confiando en aliviar la pobreza crónica de esos pueblos, han concedido dineros que terminan enriqueciendo a la élite en el poder, con el triste efecto de consolidar dictaduras sin que disminuya un ápice la pobreza. De ahí que la cláusula democrática esgrimida por Claver-Carone sea tan relevante.

Sería también importantísimo que los organismos internacionales, y específicamente el BID, se posicionasen sobre las deudas que el castrismo dejará tras sí, clarificando si sus créditos podrán o no ser utilizados para saldar deudas adquiridas por la dictadura actual, lo que las convierte en deudas ilegítimas. Declarar repudiables las deudas castristas ayudaría a que los cómplices internacionales del régimen se replanteen la conveniencia de seguir invirtiendo en Cuba de la mano del Gobierno actual.

De fronteras hacia dentro, los cubanos, una vez libres, deberán decidir quién manejará la avalancha, sí, avalancha de asistencia económica internacional.

La puerta de entrada del financiamiento institucional será el Estado, pero eso no implica que necesariamente sea el futuro Gobierno quien tenga que "manichear" ese dinero. Mucha de esa financiación llegará con orientaciones específicas sobre cómo usarse, pues, tras muchos errores, los financiadores internacionales han aprendido cómo deben invertirse los recursos que ellos aportan, para que el prestatario pueda, eventualmente, devolver el préstamo.

Será de agradecer que el Gobierno postcastrista aparque el patológico chauvinismo que caracteriza a los cubanos y no haga demagogia nacionalista sobre las condiciones que pongan las instituciones de créditos para abrir sus carteras.

Tan importante como lo anterior es que ese Gobierno no usurpe el protagonismo económico que debe recaer en los individuos, que son quienes están mejor capacitados, informados e incentivados para hacer las inversiones más necesarias; es decir, aquellas que a través del mercado libre —de ahí lo importante de liberar el mercado— son retribuidas con ganancias empresariales, que son la única prueba fáctica de cuales son las verdaderas necesidades y apetencias del pueblo, en contraposición a los planes políticos que siempre, siempre, están condicionados por los intereses del mandamás de turno.

La historia demuestra —tanto como puede "demostrar" la ciencia histórica— que los países más prósperos son los que tienen mayor tejido bancario y financiero; por lo tanto, es clave para reconstruir Cuba que el Gobierno permita el rebrote el sistema financiero privado, para que este pueda funcionar como intermediario eficiente —reduciendo riesgos y abaratando costes de transacción— entre los capitales que llegarán a través del Gobierno y los empresarios que, en la base, sabrán darle los mejores usos.

Teniendo en cuenta que la caterva de reformas castristas no son más que apósitos a un cadáver, las palabras de Claver-Carone han sido probablemente la noticia económica más importante en los últimos tiempos, no solo por lo dicho, sino porque debió ser un pie forzado para fomentar el debate sobre las finanzas en la futura Cuba postcastrista. Lamentablemente, esto no ocurrió, y muy poca prensa reflejó, siquiera, las palabras del presidente del BID. Se ha perdido una oportunidad.

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2 comentarios

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Ay, esa foto. Santocielo, qué vergüenza, aparte del asco, de seguir viendo el rostro simiesco de ese argentino infame y sanguinario en un país que siempre le fue ajeno, pero el cual ayudó a destruir.

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Tranquilo Sr. Mario... algún día habrá suficiente pintura para cubrir todas esas paredes llenas de toda esa porquería demagógica. La de la foto en cuestión bien pudiera ser el lugar donde se levante un nuevo edificio.