En una reunión celebrada en el Palacio de la Revolución, de la que da cuenta la prensa oficial, el primer ministro Manuel Marrero planteó una idea central a los asistentes: "se podrá trabajar mucho, desplegar un esfuerzo descomunal, pero si no se tiene un sistema de organización del trabajo que conduzca a la eficiencia y que ofrezca las respuestas esperadas, entonces habrá sido como arar en el mar, pues no se verán los resultados".
Que nadie se asuste. No es una idea que refleje la visión de los dirigentes respecto de la economía, sino en concreto, lo que se piensa de las empresas que tienen como objeto social la recepción y distribución de la paquetería que llega a la Isla, por vía aérea o marítima; las denominadas "transitarias".
Los asistentes a la reunión eran altos cargos del régimen y un grupo de directivos del sector —en el que La Habana no ha autorizado la entrada de actores privados—, con el objetivo de analizar las deficiencias que golpean la capacidad de respuesta y la credibilidad de las empresas transitarias ante las demandas de la gente.
Marrero comenzó su intervención preguntando sorprendentemente a los asistentes, ¿por qué entre las seis empresas no hay un intercambio que permita definir cuál es el sistema más adecuado de trabajo? A continuación, concluyó que el sistema podría unificarse y amplificarse.
Un enunciado de estas características, expuesto por el primer ministro de un país, es de una marcada imprudencia y ofrece una idea de dónde se encuentran las autoridades económicas de Cuba con respecto al resto del mundo. Lo dicho por Marrero podría conducir a prácticas empresariales que cualquier comisión de competencia condenaría por intrusivas y ajenas a la libertad. Así de simple.
Pero Marrero y el régimen prefieren que en la economía cubana empresas que funcionen de este modo, antes de orientar su actividad a satisfacer las necesidades de los consumidores por la vía de la prestación de mejores servicios. Encima, hay que escuchar la aburrida letanía de Díaz-Canel atacando al neoliberalismo y la competencia en sus discursos en Naciones Unidas.
Cuando todos los países del mundo apuestan por la competencia y la liberalización para que las empresas produzcan más y a mejores precios, Marrero quiere que en Cuba exista colusión y acuerdos contrarios a la competencia, y se fortalezcan las estructuras oligopólicas de las empresas estatales, lo que va justo en contra de la calidad del servicio que se ofrece a la población.
Al llegar el momento de justificar este posicionamiento inaudito para un dirigente político, Marrero señala que se ha observado que existe una gran brecha entre el esfuerzo que se despliega en las transitarias, y los resultados que muestran. Entonces, ¿tal vez no sería mejor preguntarse a qué se debe esa brecha? Seguro que se encontraría más de una razón en la intervención del Estado en la economía.
Sin embargo, el primer ministro no entra en el nudo de la cuestión en este punto y afirma que son aspectos como "la excesiva manipulación de la paquetería en algunos almacenes o la lentitud de los flujos de las mercancías, desde una primera clasificación, hasta el destino final que son las manos del cliente que espera", los que indican que el cuello de botella está en los almacenes.
Y por ello es necesario formar a los trabajadores y distribuir y hacer llegar tanto los envíos que llevan más tiempo en los almacenes, como los más nuevos. Así de simple, así de complicado. El primer ministro cubano, dando una lección de logística a las empresas estatales del sector. No sé a qué conclusiones llegó, desde luego, el sector transitario de mercancía y paquetería en Cuba, que tiene mucho camino por avanzar. Desde luego, con dirigentes políticos que frenan la competencia y dicen cómo hacer las cosas, no irá muy lejos.
En el encuentro se pasó además revista a la situación de la inversión extranjera, que tampoco va bien.
Malmierca, ministro del ramo, tomó la palabra para reconocer que todavía no se ha logrado atraer, en la magnitud requerida, el capital que el país necesita para reactivar la economía. ¿Qué hace que no pone su cargo a disposición del régimen? ¿Cuánto tiempo lleva reconociendo de forma explícita el fracaso de la política de inversión extranjera este ministro incombustible? Ahora ya no es solo el bloqueo la causa de todos los males, sino que el Covid-19 ha entrado a formar parte de las justificaciones del fracaso.
Como siempre, las soluciones planteadas pasan por la burocracia: "exigir a las contrapartes los documentos en orden; y no demorar los procesos de negociación, porque el tiempo es un recurso muy valioso". El viceprimer ministro Cabrisas dijo que mientras “nosotros tengamos cosas pendientes, será muy difícil poder exigir algo a la contraparte”. Un planteamiento lúcido, de sentido común, tras el que destacó "la importancia de los esfuerzos mancomunados en la solución de cada desafío, al tiempo de evitar las improvisaciones a la hora de seleccionar a las partes con las cuales se va a negociar".
A continuación, Marrero pidió una reflexión sobre las causas que impiden llevar a término los proyectos de inversiones, para añadir que, en su opinión, las políticas aprobadas ofrecen las posibilidades de la flexibilidad y del estímulo. A pesar de la falta de resultados, señaló que su criterio es que hay que seguir adelante y "desarrollarnos por nosotros mismos, y eso incluye la inversión extranjera, donde no deben dilatarse los procesos, donde se impone estimular y sumar en vez de poner trabas".
En definitiva, Marrero declaró que se impone una transformación total en los modos de hacer las cosas: "hay que escuchar todas las propuestas, siempre que no atenten contra la soberanía y los principios del país; y hay que salir a la búsqueda de nuevos negocios, ser más proactivos". ¿Lo lograrán?
No puedo leer un artículo que comience con semejante titular que es un insulto a la lengua, o es este periódico un barrio marginal? DDC, por favor!
José, eso es puro lenguaje coloquial cubano. Cercanía, veracidad, gracejo criollo. Como si viniese un vecino tuyo a hablarte de lo que pasó en la esquina.
¿Por qué crees que en Cuba se limpian el fonete con el "granma" sin siquiera leerlo?
Gracias por comentar, Ares. No creo que para comunicar sea necesario hablar "como todos". El Castrismo nos trajo una ruptura de hasta como hablamos e hizo, en mi no letrada opinión, de lo marginal norma.
La tirania castrocanelista y su estupida retorica.Jamas y nunca tendran ni el mas minimo exito.