Frente al Teatro Heredia, Maida revisa su vida y concluye que es idéntica a la de Cuba: "No sale de la crisis. Sus expectativas son nulas. Por todos lados hay disgusto". Por más que le cueste aceptarlo, terminó el mito. Aunque la cuestionen, dice, entregará el carné del Partido Comunista.
Su rostro refleja un desencanto y una apatía similares a los de la mayoría de los cubanos que han decidido dar por concluido su respaldo a una Revolución traumática, fallida.
En medio de la improvisada reunión familiar, evoca la llegada de la Campana de La Demajagua, la misma con la que Carlos Manuel Céspedes anunció la libertad de los esclavos y que 123 años después Fidel Castro utilizó para dar inicio al IV Congreso del Partido en la ciudad de Santiago de Cuba.
Entonces corría el año 1991 y —sin plena conciencia de lo que sucedía— se convertía en testigo excepcional de los cambios que marcarían el quehacer político de una nación camino al desgarramiento y la frustración por el nivel de improvisación de sus líderes.
En esa etapa, todo era optimismo: se graduaba de contadora, estrenaba su militancia comunista y asistía como invitada a la clausura del Congreso, que dejó inaugurada la Plaza de la Revolución Antonio Maceo en Santiago de Cuba.
Tres décadas después, la decepción la consume al punto de que ha pedido la desactivación. "El Partido es incapaz de contextualizar los intereses del país con las aspiraciones de progreso y bienestar que anhela toda Cuba", dijo.
"La vida ha dado muchos giros. Nos hemos desgastado entre sacrificios y consignas. Ese no es el futuro que quiero para mis hijos. El estancamiento es inherente al socialismo. Militar en el Partido se ha vuelto una mampara, una patente de corso, un modo de vida. Pagas la cotización, te reúnes para lo mismo, nadie resuelve nada y culpas del desastre a Estados Unidos", enumeró.
"Es un círculo vicioso", añadió la también exdirectora de Gastronomía. "Estoy agotada. Nada tiene sentido. En Cuba las trabas, las negligencias y el robo pululan. Malvivimos entre imposiciones y caprichos. No hemos terminado el primer Período Especial y deben estar a punto de anunciar el segundo".
Josué, esposo de Maida, no quiere "esperar otros 60 años para ver los cambios que nos prometen".
"Debemos comenzar por eliminar de la Constitución el papel rector del Partido Comunista, superior incluso al del Parlamento, el Gobierno y el Estado en su conjunto".
"Continuar en las filas es respaldar una odisea que nos deja sin aspiraciones y sin futuro", señaló Amelia Ferrera, una de sus amigas, que hace un año entregó el carné del PCC.
Linares, economista, apostilló: "Ningún profesional quiere ser dirigente político. Quienes aceptan, aspiran a un puesto visible. Muchos no tienen carisma, ni son líderes. En vez de renovar las estrategias reciclan sus tonterías. El VIII Congreso del PCC será una copia de los anteriores y no aportará nada medular al pueblo de Cuba".
A grandes rasgos, esos y otros temas signan el debate popular en Santiago de Cuba previo a la reunión de los comunistas, fijada del 16 al 19 de abril. Mientras, el PCC intenta hacer ver su Congreso como garantía de la irreversibilidad del socialismo.
Yuderka Vizcaino, ingeniera civil, comentó que casi le costó la carrera negarse a integrar las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas. Y hace unos meses la cuestionaron porque tampoco quiso ingresar al Partido.
"No me siento motivada. En mi trabajo cumplo con todo, pero no quiero pertenecer a una organización que ignora la causa de los problemas y se reúne por gusto", expuso Clara, estomatóloga del policlínico Finlay.
Para Irene Cruz, médica de la familia, "todo es una hipocresía. Ser militante es lo primero que valoran para acceder a una misión en el extranjero, cuando lo correcto sería estimular los resultados en la atención a los pacientes. Lastimosamente, si el Partido no te avala, te quedas en tu provincia".
En igual sentido, Adriana Orellano se quejó: "Donde pongas la vista, hay un problema. Lo único que coinciden son las arbitrariedades. Los dirigentes políticos desconocen lo que critican. Es posible que un día fueran la vanguardia de la sociedad, pero ahora esa es una mentira de oficio".
"Ni como joven ni como campesino quiero ser militante del PCC", afirmó Pablo Prado, recién graduado de Ingeniería Pecuaria, al tiempo que su colega Yaimara Záldivar no espera nada positivo del VIII Congreso, "pues para ser creíbles tendrían que reconocer la falta de ejemplaridad y explicar la cantidad de militantes que cada año comparecen ante la justicia".
"En ninguna parte hay orden, ya sea en el transporte, los precios, la distribución de agua y recogida de basura. Todo se le achaca al bloqueo. Nada se dice de los problemas estructurales y las deficiencias internas", opinó Anabel Andarcio, quien hace siete años renunció de la doble militancia.
Al referirse a la huelga de hambre de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y el cerco policial que mantuvo en vilo a la población de Altamira, Carlos Bravo señalo "la represión y la falta de humanidad del Partido Comunista, corregida por la iglesia, en la figura del arzobispo Dionisio García".
El octogenario Ángel Pacheco recordó aquella noche en el Teatro Blanquita, hoy Carlos Marx, cuando se fundó el PCC: "Fui delegado, pero en mi vejez pienso que participé de un engaño. Hace años rompí el carné y vendo condimentos y cigarros para malvivir en una cuartería".
La agencia Prensa Latina señaló que "desde 2016 hasta el 2019 la economía cubana experimentó un discreto crecimiento del 1% como promedio anual; y para 2020 se estimó una contracción del 11%", lo que pone en tela de juicio la posibilidad de "preservar las conquistas", la llamada "actualización del modelo económico" y "el plan de desarrollo hasta el 2030".
En el VII Congreso del Partido, Salvador Mesa, miembro del Buró Político y hoy vicepresidente de la República, reconoció que el decrecimiento en las filas del PCC se ha mantenido desde 2006, y entre las causas figuran el desinterés, el incremento de los militantes que solicitan su desactivación y la disminución de ingresos a la UJC.
Al clausurar el IX Congreso de la UJC, Raúl Castro aceptó que "muchas de las deficiencias analizadas no son nuevas, han acompañado a la organización desde hace bastante tiempo".
Un cable de la Agencia Cubana de Noticias reseña que desde julio de 2015 a enero de 2020 la UJC creció en Sancti Spítirus con 1.000 militantes, en 1.626 organizaciones de base, lo que representa menos de uno por comité de base y ratifica el problema que enfrenta el Partido Comunista de Cuba con la cantera que debe nutrir sus filas.
// Y esos son comprensiones individuales de las personas //
NO HAY UNA ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA EN DESARROLLO, que perfectamente podría haberla (sin que haya elecciones y campañas regulares para ellas todavía, ESE NO TIENE QUE SER EL PRINCIPIO PARA EMPEZAR A DESARROLLAR EL PROCESO DEMOCRÁTICO).
Y NI HABLAMOS DE CÓMO SE HACE.
Y ni a los medios que tenemos parece importarles mucho si se habla o no se habla de eso. Parecen contentos conque la gente vea los anuncios comerciales.
Tequetero de m¡erda ya sabemos pa' quien trabajas ... hazte ...