Las huelgas de hambre colectivas en la lucha por la libertad de Cuba

Desde el pasado 20 de marzo de 2021 cerca de 40 activistas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) mantuvieron una huelga de hambre para denunciar un bloqueo paramilitar a las labores de alimentación y asistencia a personas necesitadas que realiza la organización.

En el barrio santiaguero de Altamira, en la vivienda del líder de la UNPACU, José Daniel Ferrer, radica también la sede de la organización y de sus actividades de beneficencia. Desde días anteriores al 20 de marzo, la organización venía denunciando las acciones represivas dirigidas a bloquear el acceso de quienes buscaban ayuda y el apoyo barrial a la UNPACU.

Las huelgas de hambre, individuales o colectivas, se remontan al inicio de la Revolución castrista y son el resultado del estado de indefensión en que quedó el antagonista político frente a la hegemonía de Fidel Castro.

El libro El presidio político en Cuba comunista, una compilación de testimonios sobre el presidio político de los años 60 y 70, describe numerosos episodios de esta forma de protesta. Sobre ellos se puede leer en una nota a pie de página: "En la prisión de Boniato, provincia de Oriente, hubo una huelga de hambre colectiva en enero o febrero de 1962 para tratar de evitar el fusilamiento de Alyi Eugenio Font Reyes. La Dirección del penal prometió que estudiaría la cuestión, y lo fusilaron esa misma noche. Por otra parte, en 1960 el grupo de Huber Matos, entonces detenido en el Castillo del Morro, hizo una huelga colectiva por un compañero del grupo enfermo. La huelga fue tomada como excusa para trasladar al grupo para la prisión de la Isla".

La crueldad del presidio político cubano ha motivado acciones de solidaridad dentro y fuera del país, la huelga de hambre ha estado entre esas acciones.

En abril de 1976, un grupo de exiliados se plantó sin comer frente a la sede de The Miami Herald por la falta de atención del diario a la situación de los presos políticos en la Isla. Ya para ese entonces el presidio político había exhibido sus peores mañas, había muerto Pedro Luis Boitel en 1972 luego de una huelga de hambre, y cualquier desentendimiento de la tragedia resultaba lesivo para la comunidad cubana emigrada.

Siro del Castillo, exprisionero político que reside en Estados Unidos desde 1972, formó parte del grupo de huelguistas. Según él, si bien la prensa no publicó los pormenores de aquella huelga, que en las noches recibía la visita solidaria de muchos cubanos, la radio, y finalmente la televisión, sí lo hicieron, hasta conseguir la atención del diario y su compromiso con la divulgación de la tragedia.

"En lo adelante el periódico abandonó su apatía noticiosa sobre los presos políticos y las violaciones de los derechos humanos en la Isla hasta el día de hoy", afirmó Siro del Castillo.

Con la vigorización del movimiento opositor en Cuba después de 1990, las huelgas de hambre colectivas volvieron a adquirir relevancia y, en octubre de 1997, en la ciudad de Santa Clara, se organizó una por la libertad de la presa política Daula Carpio Mata.

Esa huelga fue asesorada por Guilllermo Fariñas, quien declaró en una entrevista publicada por DIARIO DE CUBA: "El ayuno fue reprimido el mismo día que llegaron los restos del Che a Santa Clara. A ellos los recogen y los condenan a 18 meses de prisión. A mí inicialmente no me condenan, pero cuando me detienen con violencia en febrero de 1998, pues la huelga de ellos se había extendido en prisión, me declaro en huelga de hambre e ingreso de inmediato en el hospital".

Una vez en el hospital, Guillermo Fariñas fue sancionado también a 18 meses de cárcel: "Ahí me paso —continúa Fariñas— 18 meses en huelga de hambre, con alimentación por vía intravenosa. Fue en esa huelga que se me cayó el pelo, se me empezó a caer la barba, y cuando salí estuve tres años en sillón de ruedas".

El 11 de marzo del año 2003, pocos días antes de la Primavera Negra, un grupo de seis demócratas en libertad comenzó una huelga de hambre por la excarcelación de los presos políticos. El más prominente de los confinados, Oscar Elías Biscet, llevaba tres meses detenido. René Gómez Manzano, entonces uno de los líderes de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil (APSC), y participante en la huelga, comenta: "Estuvimos en ayuno hasta la madrugada del día 20 de marzo, que llegó la Seguridad del Estado y cargó con todos nosotros en un auto para cada uno. A Félix Bonne Carcassés y a mí nos condujeron a nuestras casas. Fuimos los únicos dos que no resultamos detenidos en aquel momento. Los demás fueron conducidos a prisión e involucrados en la Primavera Negra".

Entre los otros huelguistas estaba Orlando Zapata Tamayo. "Me parece —continúa Gómez Manzano— estar escuchándolo gritando 'libertad' y 'vivan los derechos humanos' en el momento que nos arrestaban".

Para Zapata Tamayo fueron los últimos días libres de su vida. Si bien él no fue incluido en las causas de la Primavera Negra, estaba en libertad condicional y el episodio supuso el cambio de medida a prisión preventiva, luego una condena a prisión y una historia terrible de abusos en la cárcel que terminó con su martirio el 26 de febrero de 2010 luego de 86 días en huelga de hambre.

En noviembre de 2020, el castrismo condenó a prisión, en absoluto estado de indefensión, a Denis Solís, miembro del Movimientos San Isidro (MSI). Sus compañeros del Movimiento, liderados por Luis Manuel Otero, y otros activistas, demandaron su libertad asistiendo a la estación policial por varios días consecutivos. Luego, se concentraron en Damas No. 955, sede del MSI y casa de Otero Alcántara, para leer poesía y realizar actividades artísticas.

Para dificultarles su objetivo, el castrismo cortó la llegada de personas al lugar, y con ello el abastecimiento de alimentos. Frente a la agresión, numerosos de los acuartelados se declararon en huelga de hambre el 18 de noviembre. Ocho días después, el 26 de noviembre, paramilitares con batas de médicos invadieron el lugar.

La noticia de la agresión castrista generó un movimiento de solidaridad inédito entre intelectuales y artistas que se reunieron al día siguiente, el 27 de noviembre, frente al Ministerio de Cultura. La agresión al MSI supuso el estreno de un nuevo movimiento de la sociedad civil, el Movimiento 27N, y la proyección internacional de Denis Solís que pasó a encarnar la denuncia del sufrimiento de los presos políticos en Cuba.

En estos tiempos de epidemia, el hambre y la falta de medicamentos se han agravado, la población pobre ha sido afectada de modo brutal. La crisis humanitaria la ha acentuado el reajuste salarial que, con el nombre de "Tarea Ordenamiento", ha dejado desde enero a un número importante de ancianos con una pensión mínima menor, en un 27%, al salario mínimo establecido.

Del mismo modo, ha multiplicado por diez el precio de la magra canasta de productos subvencionados por el Estado y encarecido los costos del servicio eléctrico, gas y teléfono, algo muy grave también por el número de personas desempleadas que la crisis ha multiplicado. Es en esta situación que la labor de asistencia de la UNPACU se vuelve más preciada y, por ello, especialmente peligrosa para el Estado hambreador.

El asedio que han sufrido los miembros de la UNPACU para impedirles el apoyo a personas necesitadas, y las agresiones que, en forma de mítines de repudio, pedradas y arrestos, han sufrido los huelguistas y quienes les asisten, son idénticos a los que por seis décadas ha dispuesto el castrismo para quienes se le oponen. La conducta exhibe una perfidia impropia de un Estado y denuncia los rasgos personales enfermizos con que los tiranos castristas han podrido el accionar institucional cubano.