Sí, una vez Cuba fue parte de España, una provincia más, un territorio ultramarino. Por ahí habría que empezar a reconocer nuestra profunda conexión y las marcas evidentes que quedan en cada aspecto de nuestra cultura y territorio. Haciendo balance, los casi 400 años de dominio colonial tienen bastante significación ante los últimos e intensos 126 años. Pero valdría preguntarse, ¿qué presencia tiene Cuba en España después de tanto tiempo? ¿Qué atesoran nuestro y cómo nos recuerdan los españoles?
Por supuesto en su patrimonio construido e historia naval, está diluido el aprovechamiento de los recursos naturales cubanos. Maderas preciosas como el cedro, el ácana, la caoba y el guayacán fueron muy útiles a la flota española, pero también se emplearon y permanecen en el mobiliario y los elementos arquitectónicos de sitios icónicos, como el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Asimismo, lo producido en la Isla, como el azúcar, llegó en especie y en dinero, siendo parte importante de los recursos con que contaba España, traducido hoy en el patrimonio que conserva.
Lógicamente, algunas piezas cubanas se incluyen en la actualidad en colecciones de arte y etnográficas como las del Museo de América, en Madrid; donde se exhibe tanto un diablillo abakuá como dos mazas ceremoniales de plata de La Habana, insignias del poder colonial. También se recuerdan con placas honoríficas los sitios vinculados a figuras ilustres como José Martí, a quien se le recuerda en las fachadas de las residencias que ocupó en Valencia, Zaragoza y Madrid. Por otra parte, una calle del municipio madrileño Collado Villalba lleva el nombre de Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien pronto también bautizará un jardín que se construye en Arganzuela, Madrid.
Resulta realmente asombrosa la cantidad de calles en toda España que llevan el nombre de Cuba. Pudiera proponerse como reto identificarlas y no sería fácil de cumplir. Existe una calle Cuba en las Palmas de Gran Canaria, en Gijón (Asturias), en Valencia en el barrio Ruzafa, y en Madrid hasta en cuatro municipios (Parla, Valdemoro, Coslada y San Martín de la Vega). Lo más interesante es que suelen acompañar otras calles que también nombran antiguas colonias americanas, tanto en urbanizaciones modernas como del siglo XIX. En este último caso está la calle Cuba de Mataró (Cataluña), donde también se define el popular Mercado de la Plaza de Cuba, con edificio moderno de 1936.
Como Plaza de Cuba, también se nombran tramos de avenidas en varias ciudades españolas, así como parques o plazas viejas y nuevas. Las hay en Córdoba, Toledo, Valladolid, Ciudad Real (Castilla La Mancha), El Ferrol (Galicia), Barriada Río San Pedro (Cádiz), etc. En Sevilla hay hasta tres plazas de Cuba: una en el barrio de Utrera, otra en El Coronil y, tal vez la más famosa, la que está junto al puente San Telmo (1931), con una fabulosa vista de la Torre de Oro y de la Giralda, al otro lado del Guadalquivir. Esta Plaza de Cuba forma una especie de glorieta con fuente. Por su privilegiada localización, conexión con otros monumentos y popularidad ha sido muy fotografiada a lo largo del último siglo.
Cerca de esta plaza sevillana, del otro lado del río y en las proximidades del Archivo de Indias, está la calle Habana. No es la única que recuerda en España a la capital cubana, pues también hay calles Habana en Santander, en Valencia (barrio La Fuensanta), en Granada (Churriana de la Vega) y dos en Madrid: en Fuenlabrada y en Chamartín. La última, en realidad Paseo de la Habana, se menciona en crónicas del siglo XIX. Hoy es una vía importante de la capital española, que conecta inmuebles públicos como la estación de Nuevos Ministerios, el estadio Bernabéu, el consulado de Cuba en Madrid, clínicas, colegios y centros deportivos y culturales. En ella se encuentra el monumento a José Martí esculpido por José Villa Soberón, que regalara Fidel Castro a la ciudad de Madrid en 1986.
Pero a Cuba también le dedicó España un monumento en el Parque del Retiro. Es un hermoso conjunto escultórico con fuente que rinde homenaje a la antigua colonia. Fue iniciativa del Gobierno de Primo de Rivera como agradecimiento por el monumento al soldado español que Gerardo Machado inauguró en Santiago de Cuba en 1929. El monumento a Cuba de Madrid se construyó entre 1929 y 1930, aunque lo inauguró Franco en 1952.
Lo más significativo del conjunto son las figuras escultóricas. En bronce se reprodujeron proas de embarcaciones, como recuerdo de aquellas que hicieron contacto con ese nuevo mundo que tantas oportunidades ofreció a España. Le acompañan guirnaldas con productos de la agricultura caribeña y animales de la fauna cubana como la iguana y la tortuga. En piedra están las figuras de Isabel la Católica y Cristóbal Colón artífices del encuentro, los escudos de los Reyes Católicos y el de la República de Cuba. Cierra el monumento una bella Marianne, alegoría de la República inaugurada en 1902 y levantada sobre esa base histórica.
"Más se perdió en Cuba" es una frase común, aún para la actual sociedad española, que sin lazos directos con la isla caribeña reconoce la sentencia como consuelo ante cualquier fracaso empequeñecido por los sucesos de 1898. No obstante, también subsisten símbolos de fortuna asociados a ella. Los más evidentes son las casas de indianos, es decir, de los emigrantes españoles que hicieron fortuna en Cuba o América, y retornaron.
Estos, al volver, repercutieron en el desarrollo comercial, industrial y cultural de sus pueblos de origen, a donde llevaron las costumbres, maneras de vestir y de alimentarse del país de acogida, y financiaron mejoras sociales y educativas. Sus casas son hermosos palacetes, que certifican riqueza y recuerdan la arquitectura ecléctica de la clase alta latinoamericana. Son viviendas muy ornamentadas, que en fachada realzan el acceso principal con molduras, marquesinas y escaleras, y hacen gran énfasis en las cornisas. También suelen incluir balcones, torres, colores llamativos y materiales modernos. Algunas tuvieron en su interior pinturas murales con paisajes americanos.
El espíritu de añoranza impregnó el diseño de jardines de estas viviendas, y entre la vegetación exótica destacó la palmera como símbolo indiano, una realidad compartida desde Galicia hasta Cataluña, incluyendo las islas Canarias y Baleares. Una de estas viviendas, la Quinta Guadalupe (1906), en Colombres (Asturias), es hoy Museo de la Emigración y Sede del Archivo de Indianos.
En Ribadeo (Galicia), otro pueblo donde existió una fuerte presencia indiana, cada mes de julio se celebra un festival en recuerdo a aquellos emigrantes retornados, impulsores del progreso, con espectáculos, pasacalles, mercadillos, festivales de habaneras y torneos de quimbumbia. Un evento donde confluye la ida y la vuelta: las danzas habaneras que tan fuertemente han enraizado en España como vehículo de la nostalgia, y un juego medieval conocido en Galicia como billarda, pero cuyo torneo oficial llamado Gran Alberto Quimbumbia, deja luces sobre un nombre que solo los cubanos utilizamos para un juego tradicional que creemos tan propio.
La herencia de España es funesta comparada con la herencia inglesa, de todas la ex colonias españolas no hay una que sea país desarrollado y todas están llenas de bazofia socialista y comunista tercermundista a diferencia de las ex colonias Inglesas que muchas son del primer mundo y a ninguna las ha cogido el nefasto socialismo ni comunismo ni siquiera a las mas pobres.
Los españoles solo son buenos para comer, tomar y fiestas. .. Ah y para fabricar mulatas.
Si no fuera por los españoles seguramente en estos momentos estarías subiéndote a un árbol agarrándote con los dedos de los pies.
Mi experiencia siempre ha sido que cuando te identificas como cubano, brilla enseguida un gesto de simpatía, cordialidad, afecto sincero; en contraste con el trato peyorativo a los que llaman sudacas, sobre todo argentinos.
Viví cerca de la calle Isla de Cuba en Las Palmas. En la isla de La Palma, durante los carnavales se celebra la Fiesta de los indianos, que rememora a todos aquellos canarios que un día fueron a Cuba a hacer fortuna y más tarde regresaron a Canarias con una pequeña fortuna.
En ese monumento del Retiro me hice una foto allá por el año 1974, me metí dentro, con permiso de un guardaparques que me advirtió que si me trincaban no dijera que había hablado con él.