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Arquitectura

La arquitectura de la inmigración española en La Habana: los palacios

Varias de las sociedades de inmigrantes españoles construyeron palacios que son hitos de la arquitectura en La Habana.

Madrid
Postal antigua del Centro de Dependientes, actualmente Escuela Nacional de Ballet.
Postal antigua del Centro de Dependientes, actualmente Escuela Nacional de Ballet. Ebay

Hablar de inmigración española a Cuba es referirse a la conformación de parte esencial de la sociedad cubana, en la cual se articuló como uno de sus principales estamentos. Más allá del proceso de conquista y colonización, el flujo de españoles hacia la mayor de las Antillas fue significativo hasta las primeras décadas del siglo XX. Uno de sus aspectos más emotivos fue el carácter comunitario que animó la creación de asociaciones regionales, las cuales cuidaron del desarrollo de actividades culturales, educativas y de recreo, así como del fomento de acciones benéficas y de apoyo a sus miembros.

Este sentido de corresponsabilidad y socorro hacia quienes compartían origen y tradición cultural en la nueva tierra se consolidó en el siglo XIX con la fundación de distintas sociedades como la Catalana (1841), la Gallega (1871), la Asturiana (1877), la Vasco-Navarra (1877), la Andaluza (1881), la Montañesa (1883), la Castellana (1885), la Burgalesa (1893) y la Balear (1894), entre otras. La inmensa mayoría tenía su sede principal en La Habana y contaba con delegaciones en otras provincias del país. Aún en los primeros años del siglo XX, continuaron surgiendo otras como la Murciano-Valenciana (1902), la Canaria (1906) y la Aragonesa (1923).

Asimismo, ocurrió la fusión de algunas de ellas, lo que les permitió contar con mayores recursos y capacidad de acción. Tal fue el caso de la Agrupación de Sociedades Castellanas y Leonesas (1909), que aún hoy agrupa las sociedades benéficas burgalesa y castellana, las colonias salmantina, leonesa, zamorana y palentina, y el Club Villarino. También existieron otros como el Casino Español de La Habana (1869), que congregaba a los miembros más ricos de la migración española; y el Centro de Dependientes del Comercio (1880), que basaba su afiliación en relación a este medio de vida, y aunque no fue exclusivo de los españoles, estos representaban la mayoría de los asociados.

Una de las sociedades más interesantes, por su labor humanitaria y determinación en un periodo en el que la mujer no era escuchada ni valorada con justeza, fue la llamada Solidaridad Pontevedresa (1912), más tarde Hijas de Galicia, que constituyó un organismo de asistencia a la inmigrante gallega, discriminada incluso por su propio centro regional. Se dice que fue una de las asociaciones femeninas más grandes del mundo durante la primera mitad del siglo XX, y una de las más activas en la defensa de los derechos de la mujer en Cuba. Según reza en sus estatutos, extendió su apoyo a todas las mujeres, al reconocer el género como un determinante de vulnerabilidad de mayor peso que el origen.

Algunas de estas sociedades construyeron sendos palacios donde radicaban sus oficinas y disfrutaban de bibliotecas, salones de actos, de baile y de juego, academias, gimnasio, etc. No pocos constituyeron íconos reseñables de la arquitectura republicana, como los ubicados en el eje del Paseo del Prado: el Centro de Dependientes del Comercio (1907), el Casino Español (1912), el Centro Gallego (1915) y el Centro Asturiano (1927). Otras sociedades ocuparon antiguos palacetes decimonónicos como la Agrupación Castellano-Leonesa, que inicialmente radicaba en el Palacio de Villalba (Egido no. 504).

En conjunto estos cuatro inmuebles representan hitos urbanos, no solo por sus grandes dimensiones sino también por la magnificencia de sus fachadas de sofisticado eclecticismo. Monumentales en cuanto a volumen y decoración, marcaron pautas en la asimilación de distintos lenguajes neohistoricistas. Por ejemplo, la fachada del Centro de Dependientes (hoy Escuela Nacional de Ballet), asumió con singular pureza la estética del neorenacimiento italiano, en especial del Palazzo Vendramin Calergi (1481) de Venecia, cuyos vanos son referente directo de los diseñados por el arquitecto Arturo Amigó, en Prado y Trocadero.

El Casino Español, hoy Palacio de los Matrimonios, construido por José Matos, luce una de las fachadas neoplaterescas más elaboradas de La Habana, como marca de naturaleza o denominación de origen de sus propietarios. Con este mismo sello erigió el arquitecto Manuel del Busto, la sede definitiva del Centro Asturiano, cuyos ornamentos interiores y exteriores hacen referencia directa a la madre patria. Escudos y alegorías completan también los motivos de sus magníficos vitrales y molduras, obras de arte que enriquecen la colección del Museo Nacional de Bellas Artes desplegada actualmente en el inmueble. Por su parte, el Centro Gallego, representa el más auténtico neobarroco de la capital. La artificiosa fachada elaborada en piedra de capellanía, según diseño del arquitecto belga Paul Belau, enmascara y amplía el recinto antes ocupado por el Teatro Tacón, cuya sala principal adquirida por los gallegos en 1906, pervive dentro del inmueble.

Destaca en los cuatro palacios el uso de materiales lujosos, mármoles, bronces, así como el concurso de magníficas escaleras de varias ramas. Desde el vestíbulo dirigen a las estancias superiores y son, en cada caso, elemento interior protagónico. Esta premisa no se siguió en el balneario construido en Marianao, en 1937, para los miembros del Casino Español. Obra de Honorato Colete, exhibió un art déco discreto, donde todos sus componentes incluyendo la escalera, buscaron mayor funcionalidad y adecuación al entorno. Conocido después de su nacionalización como Círculo Social Obrero José Ramón Rodríguez, hoy se encuentra abandonado y arrasado.  

Por último debe mencionarse que la sociedad Hijas de Galicia también construyó un balneario (1939) en Marianao, en el que sus asociadas practicaban kayak, voleibol y squash. Su diseño arquitectónico no lo sitúa entre los clubes de recreo más relevantes, aunque no deja de ser un interesante ejemplo del Monumental Moderno realizado por el arquitecto Aquiles Capablanca. Nacionalizado por el Gobierno revolucionario, como todas las propiedades de estas asociaciones, es conocido por el nombre de Círculo Social Obrero José Luis Tassende.

La mayoría de las asociaciones españolas tienen hoy sus sedes en inmuebles más discretos de los que fueron capaces de construir con el esfuerzo de su comunidad. Despojadas de todos los medios que en su día conquistaron, continúan brindando su apoyo en la medida de lo posible a sus asociados, cultivando las tradiciones culturales heredadas y fomentando el vínculo con las regiones de origen. Estas, a su vez, ocasionalmente extienden ayuda económica a las sociedades en Cuba para la compra de productos de primera necesidad y para el mantenimiento de las sedes. Casos recientes son las subvenciones otorgadas por la Junta de Galicia (65.000 euros en 2022) y por el Gobierno de Canarias (90.000 euros en 2023) para reformar y mantener los edificios de la asociación. Debe decirse que el Centro Gallego es el único que actualmente ocupa parte del palacio original de la beneficencia.

El próximo domingo comentaremos sobre los centros de salud creados por estas instituciones, cuyo impacto trascendió su función social para marcar la historia urbana de la ciudad. 

1 comentario

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Profile picture for user Ana J. Faya

Otra entrega de Yaneli Leal que siguiendo el hilo de la arquitectura nos ofrece buena información sobre la vida de Cuba. Esta vez, sobre la muy rica sociedad civil anterior al 59.