La Constitución de Jimaguayú fue redactada por representantes de los cinco cuerpos del Ejército Libertador cubano, constituidos en Asamblea Constituyente, entre el 13 y el 16 de septiembre de 1895. Quedo conformada por un Preámbulo y 24 artículos consecutivos, cuyo sello distintivo fue la división y limitación de los poderes civil y militar.
Tres figuras encabezaron la defensa de las tendencias presentes: Salvador Cisneros Betancourt, defensor de la Constitución de Guáimaro con leves retoques a favor de los principios civilistas; Rafael Portuondo Tamayo, partidario de unir el mando militar con el civil, con preeminencia del primero sobre el segundo; y Fermín Valdés Domínguez, defensor de una fórmula en la que militares y civiles no se interfiriesen. La razón del debate era corregir las limitaciones de la Constitución de Guáimaro, que propiciaron el fracaso de la guerra anterior.
La coincidencia en poner a la patria en primer lugar condujo a una fórmula de transacción: un Consejo de Gobierno integrado por seis figuras, que unió los poderes ejecutivo y legislativo, en lugar de una desmesurada Cámara de Representantes como había ocurrido con la Constitución de Guáimaro. El consenso se expresó en la separación del mando civil del militar, la organización de un gobierno centralizado con gran libertad de acción, pero sin derecho a intervenir en las operaciones militares, con excepción de que fuera absolutamente necesario para la realización de otros fines políticos.
El Consejo de Gobierno quedó integrado por Salvador Cisneros Betancourt y Bartolomé Masó como presidente y vicepresidente, respectivamente, y cuatro secretarios: de Guerra, Carlos Roloff; de Estado, Rafael Portuondo Tamayo; de Industria, Santiago García Cañizares; y de Hacienda, Severo Pina María. Y un poder judicial, organizado por el Consejo de Gobierno, con funcionamiento independiente. Los cargos de general en jefe y de lugarteniente general se depositaron en Máximo Gómez y Antonio Maceo.
En el preámbulo se declaró solemnemente la separación de Cuba de la monarquía española y su institución como Estado libre e independiente, con Gobierno propio con autoridad suprema, y el nombre de República de Cuba.
El articulado, por su parte, resaltaba la independencia de Cuba, que aparecía como objetivo esencial de la lucha armada del pueblo cubano. En el último artículo, el 24, se estableció que dicha Constitución regiría durante dos años, si antes no terminaba la Guerra de Independencia; es decir, que en ese plazo se convocaría a otra Asamblea de Representantes para modificarla y proceder a la elección de nuevo Consejo de Gobierno.
Gracias al predominio de las ideas democráticas, Jimaguayú fue la expresión del nuevo orden político y legal que reclamaba la República en Armas, lo que coloca muy en alto ese episodio de nuestra historia constitucional.
La Ley Fundamental
Ley Fundamental del Estado, de 1959, fue el nombre asignado a los estatutos redactados por los revolucionarios que tomaron el poder para sustituir la Constitución de 1940; un hecho contraproducente, pues la Revolución, declarada heredera del legado constitucionalista cubano, en lugar de "restituir" plenamente la Carta Magna de 1940 (derogada por Fulgencio Batista entre 1952 y 1955), la sustituyó, sin consultar al pueblo, supuesto soberano, acerca de un paso tan crucial para su destino.
Con excepción de algunos artículos, como el 24, que igual a la Constitución de 1940 prohibía la confiscación de bienes, pero autorizaba la incautación de los del Gobierno y de los colaboradores depuestos en diciembre de 1958; o el 25, que prohibía la pena de muerte, pero exceptuaba a los miembros de los cuerpos militares del Gobierno derrocado, la casi totalidad del resto fueron copiados textualmente de la Constitución de 1940, como los ocho siguientes:
El 37 reconoce los derechos de reunirse de forma pacífica, de desfilar y de asociarse para todos los fines lícitos de la vida. El 38 declara punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano participar en la vida política de la nación. El 53 reconoce la autonomía universitaria. El 54 autoriza la creación de universidades oficiales o privadas. El 69 refrenda el derecho de sindicalización de los trabajadores. El 71 el derecho de los trabajadores a la huelga y de los patronos al paro. El 87 legitima la propiedad privada. Y el 102 declara libre la organización de partidos y asociaciones políticas.
Sin embargo, a pesar del reconocimiento formal de esos y de otros derechos conquistados antes de 1959, los redactores realizaron cambios sustanciales a dos artículos de la Constitución de 1940, referidos a la división de los poderes: al 119, que había depositado el Poder Legislativo en el Congreso (Cámara de Representantes y Senado), y al 138, que situó el Poder Ejecutivo en el presidente de la República. En la Ley Fundamental de 7 de febrero de 1959, el Poder Legislativo se trasladó al Consejo de Ministros.
El 16 de febrero de 1959, nueve días después de aprobada la Ley Fundamental y tres días después de la renuncia de José Miró Cardona al cargo de primer ministro, Fidel Castro aceptó ocupar esa responsabilidad con la condición de tener "el control directo de la política general". Para satisfacer esa exigencia la redacción se modificó de la siguiente forma: "corresponde al primer ministro dirigir la política general del Gobierno".
Como se puede apreciar, comentó Luis M. Buch en Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primero pasos (La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1999, p. 74), no es lo mismo "representar" que "dirigir". En virtud de este cambio, el primer ministro se convirtió en jefe político del Gobierno sin mediar una consulta popular, y el Consejo de Ministros asumió las funciones del Congreso: el poder quedó concentrado en un órgano y en una persona.
Por último en el Artículo 233, acerca de la reforma de la Ley Fundamental, la primera disposición transitoria rezaba: "Todas las disposiciones legales y reglamentarias penales, civiles y administrativas, promulgadas por el Alto Mando del Ejército Rebelde durante el desarrollo de la lucha armada contra la tiranía derrocada el 31 de diciembre de 1958, continuarán en vigor en todo el territorio de la nación hasta que se instaure el Gobierno de elección popular, salvo modificación o derogación posteriores".
Con esa potestad, al eliminarse la división de los poderes públicos e incumplir el compromiso de celebrar elecciones libres, los revolucionarios violaron los derechos y libertades contenidos en la Ley Fundamental —de reunión, asociación, autonomía universitaria, enseñanza privada, sindicalización, huelga, propiedad privada sobre los medios de producción— y suplantaron la sociedad civil independiente por otra subordinada al poder.
En el diario Granma del 16 de septiembre de 2015, el historiador Rolando Rodríguez planteó que Jimaguayú era un documento de importancia trascendental para la Historia de Cuba. La pregunta lógica a este historiador es la siguiente: ¿cómo es posible tal consideración sin cuestionarse que la Constitución entonces vigente (la de 1976, reformada en 1992) era exactamente la negación de la de Jimaguayú?
La Constitución de Jimaguayú había establecido una división de poderes adaptada al momento de la guerra, otorgado carácter provisional al Consejo de Gobierno elegido y limitado la vigencia del texto constitucional a dos años. Tres aspectos que la sitúan en dirección contraria y por encima, tanto de la Ley Fundamental de 1959 como de la Constitución de 1976, e incluso la de 2019.
Muy bien explicado el día que QTS se clavó a Malanga ...
Buen repaso, Dimas!
No solo cuba,Tabui,si nos paramos a ver los resultados de la independencia de todos los países de Latinoamérica sin mucho esfuerzo nos percatamos que el resultado ha sido un desastre que era mucho mejor y beneficioso haber continuado siendo un territorio de ultramar de España.No hay un país en Latinoamérica que valga la pena.De los independentistas solo decir que eran un grupo que no representaban el sentimiento general de los cubanos que era permanecer al lado de España y para colmo uno de ellos es llamado el “Apóstol de la Patria”.
De acuerdo, pero los demas paises latinos se perdieron antes con la terminacion de los virreynatos en 1824. Cuba tuvo la oportunidad de seguir como parte de Espana y vemos hoy los resultados. En cuanto al famoso padre de la "patria" pues desde mi modesto punto de vista se equivoco 100%.
Esa insistencia en separar a Cuba de España por parte de un grupo de terratenientes de la zona oriental y los masones (Marti etc) da pie a teorias de conspiracion que apuntan a razones mas bien monetarias personales que sobre intereses patrios. Hoy por hoy sin ese movimiento insurreccional donde un grupo a espalda de su pais trata de separar en lugar de unir, Cuba fuera Espana (que siempre fue y debe volver a ser) con democracia y properidad.
El error fue "la separación de Cuba de la monarquía española". Cuba era España y hoy fuera zona Euro como una comunidad autonoma española sino hubiera sido por esos orientales arrogantes y ambiciosos que deseaban separar a Cuba de espana por sus intereses propios de su bolsillo. Hoy vemos con pruebas concretas que nos da historia que Marti estaba en un error, Cuba fue española y los cubanos tambien hasta el pacto de paris que desafortunadamente fue firmado.
Cuando alguien se presenta a asumir oficialmente el cargo de Primer Ministro de un país, y parece un payaso disfrazado y no precisamente bien aseado, todo tipo de alarma debe dispararse, ya que claramente hay un problema serio. El tipo era un embustero jugando un papel, como en el cine, o sea, un farsante. Pero nada, todo el mundo encantado con el supuesto salvador, por no decir Mesías. Repito, todos los cubanos, sin excepción, debemos estar abochornados eternamente.
Castro, un sociopata fracasado. Punto.
Muy certera su descripción.
Señor Juan 👍👍👍🙏🙏
Fidel Castro soñaba con un gobierno fascista, pero estaban demasiado frescas en la memoria las atrocidades asociadas a ese modelo, así que fue desarmando las instituciones de poder republicanas tradicionales y desmontando la sociedad civil, incluidas asociaciones tan nobles e inofensivas como aquella sociedad para el crecimiento de los negros llamada Athenas, cuya sede quedaba cercana al Palacio de las Ursulinas.
Dada la poca cultura política del pueblo cubano, acostumbrado a una política nacional naïf, por decirlo de la manera lo más amable posible, el tirano pudo arrasar la civilidad y entronarse despóticamente gracias a su oratoria, astucia y otros atributos que debemos reconocer, eran casi inhumanos. Resulta irónico que los viejos estalinistas le ayudaran a construir su poder y luego él los eliminara, algunos pagando con sus vidas.
Gracias al señor Dimas Castellanos por sus siempre exquisitos, profundos, sosegados artículos, de verdad admirables.
Cuba está pagando karma por lo racista que fueron y son sus habitantes ... El "mulato" de Cuquine era un mal infinitesimal comparado con el engendro demoníaco de Birán ...
La excusa de esa generación era que "había que esperar" y todavía están esperando. Idiotas todos.
Bueno, los que quedan. La mayoría de ellos se murieron esperando.
La única forma de justificar la metedura de pata de aquella generación de incautos y comemierdas es seguir afirmando que aquel desastre fue una “Traición al Pueblo Cubano”,no puede existir traición cuando el Poder se entrega completamente a Bandidos,Delincuentes,Criminales y Asesinos y todo eso y más lo eran Fidel Castro,Raúl Castro,Ernesto Guevara,Juan Almeida,Ramiro Valdés y todos aquellos facinerosos que le dieron el golpe de Estado en 1959 a Andrés Rivero Agüero que fue elegido Presidente del País en 1958 en elecciones Democráticas.
DRONE el mojón de Santa Ifigenia. Para empezar.
¡ Amén ! Porque no hay guásima que aguante ese Coprolito ...
Repito, cada vez que veo fotos viejas del "proceso" me cuesta más trabajo creer que tanta gente fuera tan estúpidamente ciega a lo que ahora resulta dolorosamente obvio, y a gritos. Bochorno eterno.
Un pueblo muy ignorante (comemierda en cubano), a eso se reduce finalmente todo.
Con el agravante de creerse muy listo y que por lo tanto se podía salir de cualquier apuro, como si todo fuera un juego. Mucha superficialidad y mucha ligereza, y bien caro que han costado.
Por desgracia, estas carcterísticas cada día se ven más en los políticos de todas las latitudes:
En un despacho al Secretario de Estado, escrito en 1946 por el entonces embajador americano Henry Norweb, éste se quejaba que muchos de los políticos cubanos “...poseen el encanto superficial de niños listos mimados por la naturaleza y la geografía, pero bajo esa superficie combinan las peores características de una desafortunada mezcla e interpenetración de las culturas española y negra: son vagos, crueles, inconstantes, irresponsables y de una deshonestidad innata”.
Exacto. Los reyes del mambo en el reino supremo de la ligereza, un pueblo que jamás sospechó que la vida iba en serio
Cagandante Bola de Churre.