Se ha dicho tantas veces: las crisis no son siempre negativas. Cada crisis ofrece la posibilidad de su superación. Cierto, hasta ahora no ha existido una crisis eterna. En consecuencias, cada crisis podría ser entendida como un estado intermedio entre dos periodos de no crisis, esto es, de lo que suponemos es la normalidad.
Lo podemos experimentar analizando lo que han sido nuestras propias vidas. No hay nadie o casi nadie, creo yo, que no haya pasado por una o algunas crisis. Así podemos comprender por qué cada crisis está asociada con una pérdida. Si perdemos a alguien o a algo importante, solemos caer en periodos de crisis, a los que también llamamos duelos, pues duelen. Salimos de la crisis entonces cuando encontramos un objeto de sustitución al objeto perdido. De ahí que, para decirlo con Marcel Proust, hay periodos en los que nos pasamos "buscando el tiempo perdido", tratando de encontrar lo que se nos fue y no volverá. Esos son periodos de crisis.
Hay periodos intermedios (entre dos crisis) sean biográficos o historiográficos. Lo que aquí interesa, es obvio, son los segundos. Suelen ser también muy productivos. Aparecen como indagatorias con relación a un futuro que no divisamos. Y como el futuro solo existe cuando aparece, es decir, cuando deja de ser futuro, no queda más alternativas que indagarlo en el pasado. Digo esto porque es evidente que atravesamos por un periodo de crisis.
No me refiero a una gran crisis económica con repercusiones políticas como fue la de los años 30 del pasado siglo; más bien al revés: me refiero a una crisis política que tendrá, entre otras, fuertes repercusiones económicas. Una crisis en la que, la mayoría de quienes la están estudiando, la entienden como el traspaso de un orden geopolítico bipolar a un orden político (por ahora) tripolar, el que puede llegar a ser, si se dan las cosas como hoy la ven los gobernantes europeos, tetrapolar.
El orden político bipolar fue el de la Guerra Fría, cuando las dos potencias atómicas, la URSS y EEUU decidieron no atacarse de modo directo, solo de modo indirecto en las llamadas "guerras de representación" como fue, entre otras, la de Vietnam. Esa bipolaridad terminaría, como es sabido, con el derrumbe del imperio soviético gracias a las revoluciones pacíficas que se dieron, primero en la cúpula soviética (Gorbachov y Yeltsin), y después en las mal llamadas "democracias populares" sometidas a la URSS. A esas naciones pertenece, por filiación histórica, Ucrania, país que se emancipó de la URSS solo dos años después que las otras naciones del este europeo.
La declaración de independencia del 2001 con respecto a la URSS y por ende a Rusia, vincula a Ucrania con Rumania, Checoeslovaquia, Bulgaria, los países bálticos, Polonia, Alemania del Este, Moldavia, Georgia y (aunque Orban no quiera reconocerlo) con Hungría. Para muchos observadores, historiadores y analistas europeos, después de la bipolaridad había nacido un mundo unipolar, y como la unipolaridad no existe, ni en la geometría ni en la política, ese mundo debería ser, necesariamente, no polar. La idea de un mundo despolarizado inundó con su optimismo a los países occidentales.
Como una vez creyó Hegel, después del estallido de la Revolución Francesa, habíamos entrado "al fin de la historia" entendida esta como una lucha entre una afirmación y una negación macrohistórica. Lo mismo sucedió en Europa después de las revoluciones democráticas del Este, las de 1989-1990. El sueño kantiano de la "Paz Perpetua" parecía renacer. No faltaron gobernantes occidentales que, llevados por el entusiasmo pacifista que primaba en Europa, invitaron nada menos que a la Rusia de Putin a sumarse a la OTAN, algo que incluso pareció posible durante el Gobierno de George W. Bush cuando Putin decidió sumarse a EEUU en la guerra en contra del "terrorismo internacional". No obstante, esas ilusiones duraron muy poco.
Los optimistas occidentales no entendieron que un mundo sin contradicciones fundamentales había que buscarlo en el cielo, porque de la tierra estaba muy lejos. Tampoco entendieron que existen subjetividades colectivas, y eso quiere decir que lo percibido por los habitantes del mundo occidental no podía ser similar en la Rusia poscomunista. Como ha subrayado Joschka Fischer en su último libro (Die Kriege der Gegenwart, Las guerras del presente) cuando Putin dijo que "el derrumbe de la URSS había sido la catástrofe más grande del siglo XX", no era solo una opinión suya; expresaba más bien el estado de ánimo de millones de rusos, agregando a ellos a las viudas del comunismo soviético esparcidas a lo largo y ancho del mundo occidental. Por eso tiene razón Fischer cuando entiende al "momento de Putin" como un periodo "revanchista".
Hoy ya no caben dudas: la invasión comenzada en 2014 a Ucrania (un test de Putin) y repetida en 2022, no fue una respuesta rusa al crecimiento obvio de la OTAN, sino un proyecto revanchista cuyo objetivo metahistórico era recuperar todos los territorios perdidos por el imperio soviético, proyecto cuyo escalón inicial es Ucrania. En ese sentido, la invasión a Ucrania puede ser entendida como el inicio de una contrarrevolución rusa frente a los logros históricos alcanzados por la revolución democrática europea de 1989-1990. Nadie honesto se equivoca en ese punto: la guerra a Ucrania es y será el comienzo de una guerra rusa a Europa. Los gobernantes europeos, aunque muy tarde, así lo han entendido.
El sueño de un mundo no polar tuvo su primer despertar cuando nos decidimos a advertir que, allá en el lejano Oriente, crecía un polo económico llamado China, un capitalismo económicamente imperial bajo la dirección de una máquina gerencial llamada Partido Comunista de China.
El ascenso económico de China, sobre todo después de la caída del comunismo ruso y europeo, emergía como antípoda al capitalismo democrático occidental liderado por EEUU. Por eso, en un sentido económico, nos guste o no, tenemos que dar la razón a Trump en un punto. Es el siguiente: la contradicción económica fundamental de nuestro tiempo es la que se da entre EEUU y la emergente China. El enemigo número uno de la estrategia geoeconómica trumpista es China y nada más que China.
Rusia, para Trump, y para Xi Jinping, es solo un agregado circunstancial y, en cierto modo, secundario. Uno más de los poderes regionales en disputa, junto a la India, Irak o Arabia Saudita. Vista así, la intervención que llevan a cabo China y EEUU en la guerra que Rusia ha declarado a Ucrania, no apunta a la paz sino a atraer, o por lo menos neutralizar a su favor, a esa potencia militar que es la Rusia de Putin. Desde la perspectiva trumpiana, si ganar o neutralizar a Rusia pasa por abandonar Europa occidental a su perra suerte, así lo hará. Lo que interesa a Trump y a Xi, es reafirmar el poderío económico de sus respectivas naciones en el mundo global.
La que libra Trump desde EEUU no es por tanto una lucha en contra de la globalización, sino una que busca afirmar las posiciones norteamericanas en el marco de la globalización. La globalización, desde la perspectiva de China y de EEUU, es el campo de lucha de dos potencias que pretenden ejercer la hegemonía económica internacional y así imponer condiciones al resto del mundo. "America First" significa que el lugar primero debe ser ocupado por EEUU, para lo cual son necesarios los segundos y los terceros lugares; es decir, el mundo global.
Rusia es solo un imperio militar subordinado por el momento a la dominación china, y EEUU intenta sustraer a Rusia del conflicto mundial ofreciéndoles como regalo, no solo a Ucrania, sino a las naciones que ayer fueron miembros del imperio ruso. Por ahora el dilema es cuántos kilómetros cuadrados ucranianos deberán pertenecer a Rusia. Si Putin logra sus objetivos en Ucrania, el dilema será cuántos kilómetros cuadrados de Europa del Este deberán pertenecer a Rusia. Si la expansión rusa continúa avanzando a lo largo y ancho de Europa, no será problema para Trump o Xi. EEUU al fin y al cabo no tiene ningún roce territorial con Rusia y con China muy pocos. Este es el bipolarismo económico actual, y frente a él no tiene sentido cerrar los ojos. O se alínean al lado de China como quiere hacerlo Lula en Brasil o se alínean al lado de nosotros: esta es la alternativa que ofrece Trump al mundo. Ese mensaje también va dirigido a Putin. Lo prueba el reciente ataque norteamericano en Yemen a las tropas proiraníes armadas desde Rusia.
Por el momento vivimos una era de tres imperios: el territorial militar ruso, el económico chino y el económico y territorial norteamericano. Ese, se quiera o no, es ya un "orden mundial". Uno, claro está, muy distinto al orden geopolítico que imperaba durante la Guerra Fría. La diferencia fundamental entre esos dos órdenes es que el anterior, al surgir de una guerra mundial, estaba sometido a reglas y leyes internacionales, ancladas en las Naciones Unidas, convertidas en foro mundial de las disputas geopolíticas. El nuevo orden, en cambio, al encontrarse en un periodo de formación, no precisa de las reglas y leyes que regían las relaciones políticas en el mundo, y por lo mismo, tanto Rusia como EEUU no tienen el menor interés en ajustarse a condiciones que, a juicio de sus respectivos gobernantes, ya no existen.
En ese punto China es más conservadora que Rusia y EEUU, sobre todo porque hasta ahora la lucha hegemónica la venía librando China dentro, pero no en contra de las instituciones supranacionales. Rusia en cambio, se ha saltado todas las reglas y leyes que hasta entonces regían el orden mundial y los EEUU de Trump, al reclamar propiedad sobre otras naciones (Canadá, Groenlandia, Panamá) no solo imitan a Putin sino además colaboran a destruir la institucionalidad internacional hasta ahora existente. Esa es la razón por cual entendemos que el mundo de hoy no vive una crisis económica, sino una crisis política de grandes dimensiones; una crisis política que se ha transformado en crisis de la política, tanto al interior como hacia el exterior de las democracias occidentales.
En otras palabras, bajo la batuta de Putin y Trump, la política internacional ha regresionado a sus momentos más primarios, a aquellos donde solo primaba la fuerza bruta, el poderío militar y la colonización de territorios ajenos. Estamos en el siglo XlX pero con las armas del siglo XXl, esta es la terrible conclusión.
Hablar de regresión (término hasta ahora psicoanalítico) tiene sentido. A diferencia de los imperios del pasado cuya expansión era prevista en nombre del futuro (civilización según los ingleses, revolución según el bonapartismo francés, Dritte Reich según el nazismo, comunismo para el stalinismo) las revoluciones proimperiales de nuestros días reclaman para sí la resurrección de un pasado glorioso al que es necesario retornar.
En China el marxismo como doctrina oficial a ser impartida en las escuelas, está siendo desplazado por la glorificación del pasado imperial de la enorme nación. En Rusia, Putin ha acogido en el Estado a la reaccionaria Iglesia Ortodoxa de su país con el objetivo de recuperar la grandeza geográfica, militar y religiosa del zarismo. Y Trump quiere hacer grande a EEUU "otra vez". Solo Europa, y algunas naciones del sudeste asiático, más un par de países latinoamericanos, se mantienen como defensores de la modernidad. Quizás en ellos, y desde ellos, asomará el futuro. Nunca se sabe.
¿Cómo defendernos de la posmoderna barbarie tecno-económica universal? Esa será materia de mis próximos artículos. Claro; si Dios quiere.
Este artículo apareció originalmente en el blog Mires. Se reproduce con autorización del autor.
MAGA: MORONS ARE GOVERNING AMERICA!
https://www.youtube.com/wat…
El último video que edité para el Proyecto Lincoln. Enjoy!
https://www.youtube.com/wat…
Mires cree que Orban es Hungría. Bueno Mires viene a probar que los pendejos pueden tener títulos aniversarios y ser profesores. Desde luego no hay que olvidar que Karl Ein bier, bitte Marx era Dr. En filosofía de la Universidad de Jena .
Aquel bloque lo único sólido que tenía era la propaganda, el control de los tanques de la metrópoli y su arsenal nuclear. Todo lo demás, incluyendo la economía y los supuestos logros sociales eran más falsos que las paredes de sheetrock de las casas en USA.
El CAME era una organización primitiva basada en el trueque y el subsidio parasitario de los satélites hacia Moscú y como siempre ocurre con el socialismo empobrecedor y represivo, se fue arruinando en sus propias mentiras.
No hubo ninguna tragedia en la desaparición de aquel imperio destructivo que aniquiló mas de 100 millones y donde se construyó el único muro en la historia de la humanidad para evitar que los esclavos se escaparan y no para rechazar invasiones.
El disparate imperdonable de los vencedores es haber creído que la derrota económica y moral del comunismo representaría su desaparición, olvidando que a la larga, la guerra cultural lo haría resurgir aún con más fuerza, y no por la renovación de China o Rusia.
A los supervisores de los medicamentos de Fernando Mires: Por favor ajusten las dosis ... y escondan el ordenador y el teléfono ...
Como siempre el Sr. Fernando Mires llorando por la extinción de la ex-URSS y le asigna un papel de imperio Político militar a lo que quedó de Rusia que como se ha visto está con la soga al cuello pendiente de los deseos y percepciones de Vladolf Putler.
No existe ni hay tal URSS occidental formada a la desaparición del conglomerado artificial creado con el nombre de URSS primero bajo la invasión bolchevique y después el ex-Campo Socialista bajo las bayonetas de la ex-URSS en la segunda guerra mundial . la Comunidad Económica Europea existe desde 1957 y fue el antecedente que lo que es la actual Unión Europea
Parece que torcer los hechos a su gusto y antojo ya es algo habitual en las parrafadas de Fernando Mires.
Ojalá que a este señor no le encarguen escribir un libro de Historia Contemporánea. Eso sería como cometer un crimen de lesa humanidad.
Las diarreas verbales del Sr. Mires ya son recurrentes en DDC. En este caso no solamente miente muchas veces en su descripción de hechos históricos, sino que los interpreta con una trivialidad ridícula. Pongo un sólo ejemplo: “La invasión a Ucrania puede ser entendida como el inicio de una contrarrevolución rusa frente a los logros históricos alcanzados por la revolución democrática europea de 1989-1990.” Cualquier lector fácil de convencer con esta retórica hueca, pudiera creer que el papel de la Europa oxidada, burocrática y liberal, tuvo algo que ver con la caída de la URSS y el campo socialista. La “Ucrania europea” existe sólo en la mente carambolesca de teóricos liberales de pacotilla, que sin haber combatido nunca en ningún otro frente que no sea el de la necedad imprescindible, pretenden echarle combustible al fuego de una guerra perdida de antemano. Y ya vendrán los verborreantes emocionales y groseros de estos foros a defender el artículo. Perded toda esperanza.
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Interesante articulo. Yo también soy de la opinión de que la desaparición de la URSS fue una catástrofe mundial, en primera los países miembros eran un bloque económico solido, con recursos casi ilimitados para un desarrollo sostenido, obviamente bajo otras condiciones político-económicas, pero al desaparecer la URSS se creo otra "URSS" occidental, la Union Europea, en principio podía parecer muy ventajosa esta alianza pero en la practica ha servido para someter a los diferentes países miembros a controles y leyes que hacen que en artículos como este Europa no se mencione como potencia (lejos de la Europa de los 80), o se le situé al lado de algunos países asiáticos y latinoamericanos "Solo Europa, y algunas naciones del sudeste asiático, más un par de países latinoamericanos, se mantienen como defensores de la modernidad" (que modernidad?), mucho me temo que 4 años no sea suficiente para hacer America great again.
Ahora tenemos al HijoGuanajo nostálgico por la URSS. JAJAJA
Los errores posteriores no justifican la nostalgia por aquel imperio ineficiente y criminal.
No es nostalgia, es la ventaja de mirar para atrás sabiendo lo que pasó, hoy Europa no tiene voz cuando hablan los mayores, Bruselas es el nuevo Moscú sovietico. Al final Rusia se pasó por ahí mismo todas las sanciones y es Europa la que está corriendo con sólo Trump alzar la voz.
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Amigo HG, fue Putin y no Mires quien dijo que la desaparición de la URSS fue una catástrofe. 😊. Saludos
No fue Mires, fué Camilo de Weston Veleta. Ah, perdón. Disculpa Camilo de Weston Veleta
De acuerdo, pero lejos de como algunos piensan que la frase de Putin es producto de sus "sueños expansionistas¨, creo que lo dijo por las posibilidades económicas (y políticas) que semejante bloque representaba, igual, como he dicho anteriormente, creo que el muro de Berlin, que fue la ¨liberación" de Europa Oriental (que a nadie le importa) en realidad le cayo en la cabeza al ciudadano occidental. Saludos.
Y que deseas HijoGuanajo? Que siguiera el bloque socialista aún? Para que? Ah para que Trum-P-utin se HaGa rey?
Estimado, ¿qué posibilidades económicas? Aquello duró medio siglo y fue un absoluto desastre económico (y social y de todo). En cualquier caso ese bloque se sostenía sobre la opresión rusa sobre los otros pueblos y en última instancia la opresión comunista sobre todos esos pueblos, incluido el ruso.
Putin simplemente quiere recuperar el imperio siendo él el nuevo zar, como ya lo es de Rusia.
Prosco te voy a decir lo que le digo a mi hijo cuando hablamos del tema, si tu haces Moskvich tienes el acero, las instalaciones, el personal calificado, haciendo un poco de renovaciones tecnológicas puedes llegar a fabricar un Moyota, pero si vendes la fábrica como chatarra y a los obreros calificados los mandas a fregar platos a Europa entonces si se acabó, si cerraste los centrales olvídate del azúcar. Mira como Bielorusia sigue vendiendo tractores, el que no llegue a un Volvo compra un Bielorus.
De acuerdo pero para eso no necesitas recuperar el imperio, Rusia ya es el país más grande del mundo y no necesita ni los recursos ni la mano de obra de Europa del Este, ni siquiera de lo que fue la URSS, gran parte de la cual (toda el Asia Central) era una rémora para Rusia más que un asset. Rusia por sí sola podría perfectamente tener una economía desarrollada, si no la tiene y es una autocracia mafiosa decadente no es por falta del imperio sino por incapacidad propia de hacer lo que hicieron Polonia, Estonia, etc. Todo eso que por aquí llaman "particularidades" rusas.
Exacto. Bajo esas premisas los nacionalistas rusos encabezados por el curda Yeltsin terminaron la Unión, pero no me negarás que 15 países trabajando, vuelvo y repito, bajo otras condiciones políticas y económicas forman un bloque a tener en cuenta. Putin es el primero que ha dicho que Rusia no necesita más territorio, ahora, no me pongas a la OTAN delante de la puerta. En cuanto a Polonia, Estonia etc que mencionas la Unión Europea ha recolectado suficiente hijos bobos porque al final su objetivo es volver bobo a todo el mundo, lo que no quiere decir que estos países ex hayan logrado mucho por sí mismos.
Tienes razón, Proscopito, sal a la calle con letrero: ABAJO RUSIA! GUERRA CONTRA RUSIA!! Venceremos!!!