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Rusia

Los centros de espionaje de Rusia en América Latina, vitales para los regímenes represivos

Durante la última década, Moscú ha suministrado sofisticada tecnología de vigilancia a países de la región, incluyendo Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Madrid
Base de espionaje de Cerro Mokorón, en Nicaragua.
Base de espionaje de Cerro Mokorón, en Nicaragua. Confidencial / YouTube

Durante la última década, Rusia ha suministrado sofisticada tecnología de vigilancia a varios países de América Latina, incluyendo Cuba, Nicaragua y Venezuela. Lo anterior ha sido puesto en evidencia en un informe del Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas de la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés) que documenta el incremento de la presencia militar y de seguridad de Moscú en la región.

"Cómo la tecnología de vigilancia rusa está remodelando América Latina" es el título de la investigación, citada por el medio argentino Infobae y basada en investigaciones realizadas por Douglas Farah, presidente de IBI Consultores e investigador en la Universidad de Defensa Nacional de EEUU.

Según Farah, las tecnologías son vitales para la supervivencia de los regímenes represivos en Venezuela, Nicaragua y Cuba, y posiblemente también para actores criminales no estatales que minan la democracia y amenazan la seguridad nacional de Estados Unidos. 

"La transferencia de tecnologías de vigilancia y otras actividades cibernéticas, a menudo dirigidas por funcionarios de inteligencia rusos directamente vinculados a las estructuras cibernéticas estatales de Rusia, va más allá de las actividades de la zona gris tradicionalmente entendidas", asegura el informe.

El análisis subraya cómo las tecnologías permiten a los regímenes represivos acceder a datos clave sobre información militar, policial y financiera en varios países del hemisferio occidental, ampliando el control de los Estados autoritarios sobre sus ciudadanos. Farah destacó que esta situación "también le da a Rusia acceso a datos militares, policiales y financieros clave en varios países del hemisferio occidental".

El informe identifica tres principales vías mediante las cuales Rusia está expandiendo su presencia digital en América Latina: la ubicación directa y control de la tecnología en el terreno; a través de grupos estatales y paraestatales presentados como asociaciones privadas, y mediante empresas menos visiblemente vinculadas al Estado ruso, pero dirigidas por antiguos agentes de inteligencia soviéticos.

Entre los ejemplos más destacados se encuentra Nicaragua, donde "numerosas tecnologías de vigilancia rusas" se encuentran en funcionamiento bajo el régimen de Daniel Ortega. El centro de procesamiento de información en Cerro Mokorón, en las afueras de Managua, es uno de los espacios más sofisticados operados bajo la supervisión directa de agencias de inteligencia rusas.

De acuerdo con el reporte, el sistema ruso SORM-3 es el corazón de las operaciones de vigilancia. Este sistema, que recopila información de todas las formas de comunicación, permite interceptar y registrar tráfico digital y transacciones con tarjetas de crédito en tiempo real. 

"Para 2015, una versión actualizada, SORM-3, abarcó todas las comunicaciones", detalla.

Otro actor importante en esta dinámica es el Consorcio CN CEPLA, una red establecida formalmente por la presidencia rusa en 1998. Dirigido durante décadas por el exgeneral de la KGB Alexander Starovoitov, el consorcio ofrece equipos de vigilancia e inteligencia a la región, a menudo presentados a través de conferencias y programas en colaboración con empresas tecnológicas locales. Starovoitov, quien falleció en 2021, tuvo un papel crucial en el establecimiento de estas infraestructuras.

En América Latina, SearchInform, una empresa rusa de ciberseguridad con sede en Buenos Aires, ha firmado alianzas significativas con proveedores locales de tecnología. La investigación reveló que esta compañía tiene acceso directo a bases de datos policiales y de ministerios de finanzas y justicia en varios países, fortaleciendo así su capacidad de vigilancia. Este acceso se facilita mediante contratos gubernamentales confidenciales.

El uso de tecnología de vigilancia y espionaje facilitado por estas empresas ha permitido a regímenes autoritarios como el de Nicolás Maduro en Venezuela y Miguel Díaz-Canel en Cuba reprimir movimientos opositores y mantener un estricto control sobre la población. Además, Farah señala que estos sistemas "permitieron que el régimen de Ortega identificara rápidamente a los líderes de las protestas estudiantiles durante los disturbios civiles de 2018".

Otra faceta de la estrategia rusa incluye el establecimiento de agregados digitales en embajadas rusas en Argentina, Brasil, Cuba y Perú. Estos agregados, según el sitio ruso de reclutamiento, tienen como principal tarea "aumentar el volumen de exportaciones de bienes y servicios rusos en el campo de la tecnología de la información".

El análisis subraya la importancia de comprender las líneas de acción y metodologías rusas para poder contrarrestar su influencia. Farah recomienda que Estados Unidos fortalezca sus programas de divulgación y educación en América Latina, incremente el conocimiento de sanciones existentes y forme asociaciones público-privadas con expertos cibernéticos para mitigar el avance ruso en la región, pues la presencia de estas redes, construidas y apoyadas por el Kremlin, sigue siendo una amenaza significativa para la democracia y la estabilidad en el hemisferio occidental.

"El primer paso para contrarrestar las redes cibernéticas rusas y su alcance en América Latina es comprender el alcance y las metodologías del adversario", indica Farah.

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