Todo empezó con 29 agentes que llegaron en 1997 a ayudar a Hugo Chávez. Ahora miles de cubanos trabajan y controlan la administración pública venezolana.
La injerencia cubana en la administración de Venezuela es sobradamente conocida y constatada. Los regímenes de Cuba y Venezuela son hermanos siameses que necesitan estar unidos para garantizar su supervivencia. Llevan trabajando acompasados desde hace mucho tempo para conservar el poder en sus respectivas naciones a cualquier precio. No han escatimado medios de todo tipo para lograrlo.
Los cubanos sabemos y somos conscientes —lo cual nos aflige mucho– de que la influencia del régimen de la Isla ha generado un aumento y sofisticación de los métodos de tortura contra opositores en Venezuela. Los agentes estatales infiltrados operan en la interfaz, entre la legalidad y la ilegalidad. El uso de "todo" como arma de guerra —la alimentación, la energía, la migración, los derechos humanos, la memoria histórica— se ha transpuesto y se explota en el ámbito de la información, convirtiéndose en parte del instrumental de esta injerencia.
El mayor peligro de la injerencia del castrismo es que, además de ser coercitiva, también es encubierta, a través de políticos y funcionarios que trabajan para regímenes extranjeros o bajo su influencia. Asimismo, funcionarios cubanos trabajan en el sistema político o gubernamental, desde el interior, en contra de los intereses del pueblo venezolano.
La injerencia cubana constituye per se un desafío al principio jurídico de la soberanía nacional, conculcando los derechos de todo un pueblo. Pero no solo tiene repercusión en Venezuela, sino que afecta a la estabilidad internacional.
Los oficiales y agentes de inteligencia cubanos, que pertenecen al Grupo de Cooperación y Enlace de Cuba (GRUCE), una unidad militar con base permanente en Venezuela, son conocidos como los isleños.
Actualmente, con la guía y el respaldo de La Habana y también de Moscú, el régimen de Nicolás Maduro arresta, tortura e incluso asesina a ciudadanos.
La represión de Maduro con el apoyo de los regímenes de Cuba y Rusia necesita de una respuesta unitaria y contundente de la comunidad internacional. La lucha del pueblo venezolano por su libertad es la lucha de todos los países por la democracia.
Elena, esa injerencia total en Venezuela no es reciente, lleva 25 anos, sin embargo, el proceso de desentabilizar ese pais y todos en America Latina, comenzo desde los anos 60s. No olvide la invasion por Machurucuto entre decenas de incursiones guerrilleras enviadas desde la Habana.
Esa injerencia del castrismo es bien conocida por 3/4 partes del planeta, pero como sus fechorias se hacen en nombre del socialismo redentor, tienen patente de corso a traves del apoyo o la indiferencia de EEUU, Canada y buena parte de Europa.
DDC: Gracias por arreglar el título.
Muy buena denuncia.
Hace unos días oí una entrevista a Elizabeth Burgos desde París en la que hizo otra denuncia contundente, como esta, contra el régimen cubano, al que entre otras cosas calificó como “profesionales” en materia de subverción contra la democracia en la región. Otra mujer también, María Corina Machado, en tiempos de Chávez, cuando ella era parlamentaria, denunció la injerencia cubana en Venezuela y sabe hoy que su oposición trasciende las fronteras venezolanas para alcanzar las acciones desestabilizadoras de las que es capaz el régimen cubano. Esta denuncia de Larrinaga, y la de Burgos sirven de apoyo a las posiciones de María Corina en la lucha que hoy sostiene prácticamente desde la clandestinidad contra el totalitarismo venezolano-cubano.
Estimada Elena, creo que todo el mundo, excepto los gringos, ya se ha dado cuenta de su muy verdadera opinión, y la felicito por volver a insistir, pues ellos son los únicos que hoy en día pudieran revertir de un plumazo, o de un cohetazo, toda esta situación, pero al parecer prefieren irse destruyendo aceledaramente como potencia.
Si en uno de los congresos del PCC lo hubieran hecho contra el Carlos Marx mientras toditos todos se reunían en ese lugar, hoy la América Latina fuera otra totalmente distinta y no hubieran sido necesarios ni Pinochet ni ningún otro dictador de derecha para reponer las democracias en el continente...