Tan solo dos semanas duró el más reciente clima de cordialidad, laboriosamente negociado en La Habana, que se logró entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de inspiración castrista, y los delegados del presidente de Colombia, Gustavo Petro. Los alzados en armas aseguraron que el proceso de diálogo está en crisis y responsabilizaron al Gobierno izquierdista de ello.
El ELN, que ha sido el grupo insurgente colombiano más renuente a negociar su incorporación a la vida civil, difundió un comunicado para echar por tierra lo acordado hace un par de semanas en Cuba, cuando las dos delegaciones y los distintos mediadores sellaron un acuerdo que extendía por 180 días el alto al fuego y que abría la puerta a buscar financiamiento internacional para una eventual desmovilización de esta agrupación.
Este anuncio del ELN, siendo además a escasos días de haber sellado un acuerdo, representa una derrota política para Petro, quien ha enfatizado que "la paz total" es el eje central de su Administración, que tiene ya año y medio. Este proyecto de pacificación tiene en el ELN su valor político más preciado.
No es la primera vez que el ELN pausa o abandona procesos de paz, ya lo ha hecho en diversas ocasiones durante largos años. Este grupo parece haberse mimetizado con las bandas criminales, ya que además de acciones armadas clásicas de la guerra de guerrillas, inspirada en la revolución cubana, lleva adelante secuestros y tráfico de drogas en diversas zonas de Colombia.
En un comunicado difundido en sus redes sociales y fechado el 19 de febrero, "desde las montañas de Colombia", la guerrilla acusó al Gobierno de Gustavo Petro de "acciones violatorias a lo pactado en la mesa de conversaciones". En realidad, el alto mando del ELN vive en La Habana por largos años y también ha contado con la protección del régimen de Nicolás Maduro, como lo revelan investigaciones de entidades como Insight Crime.
Desde La Habana, el pasado 6 de febrero, la jefe de la delegación del Gobierno de Petro, Vera Grabe, manifestó complacencia al anunciar la creación de un fondo multidonante para el proceso de paz con el propósito de contar con los recursos necesarios para el desarrollo de lo pactado. El Gobierno de izquierdas se había comprometido a conseguir recursos al ELN a cambio de que este abandonara una de sus prácticas más cuestionables.
En el texto, además de prorrogar por seis meses más el actual cese al fuego bilateral, el ELN se comprometía a "suspender de manera unilateral y temporal las retenciones de carácter económico", el eufemismo que usan los insurgentes al secuestro de civiles, con fines netamente pecuniarios. La guerrilla de inspiración castrista se había negado a renunciar a este tipo de prácticas.
Junto a este tema de los secuestros, cuya discusión se vio empañada por el secuestro del padre del futbolista Luis Díaz, un hecho que conmovió a la sociedad colombiana en octubre pasado, las partes también acordaron, aunque en medio de explicaciones encontradas, un alto al fuego en agosto último, y en junio de 2023 habían pactado la participación de la sociedad civil en el proceso. Este febrero ratificaron lo negociado y todo apuntaba a que podrían sentarse las bases para lo que espera buena parte de la sociedad colombiana, la entrega de las armas de este grupo insurgente.
Durante el Gobierno de Iván Duque (2018-2022) las conversaciones de paz con el ELN se rompieron tras un atentado de la guerrilla a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander de Bogotá que dejó 22 muertos.
También durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, que logró pactar la paz con la FARC en 2016 en La Habana, en su momento el grupo más numerosos levantado en armas y vinculado al tráfico de drogas como modus operandi de sus acciones y compra de armamento, se hizo un intento fallido de diálogo con el ELN.
Al contrario de ocasiones anteriores, donde su renuencia a seguir en diálogo venía acompañada de alguna respuesta violenta, en esta ocasión los guerrilleros evitaron referirse a la vigencia del cese al fuego.
El ELN tiene unos 5.800 combatientes y una amplia red de colaboradores, según inteligencia militar. Aunque cuenta con un mando central, sus frentes son autónomos en el campo militar, lo que según expertos dificulta las negociaciones y el cumplimiento de los acuerdos, como lo reveló lo ocurrido hace pocos días.
Una semana después del pacto suscito en Cuba el 6 de febrero último, el Frente de Guerra Occidental Omar Gómez, que opera en el occidente colombiano, convocó un paro armado, que logró ser rápidamente desactivado por la comandancia guerrillera tras recibir una condena unánime, como reseñó DIARIO DE CUBA.
"Ahí no funciona, evidentemente, el cese al fuego. Si se habla de un paro armado, tiene que entrar el Ejército con toda su capacidad de acción", reaccionó el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco.
La guerrilla del ELN nació en 1964, inspirada en la revolución cubana. Desde su creación, en el grupo rebelde han tenido gran importancia sacerdotes católicos como el cura Camilo Torres y el párroco Manuel Pérez Martínez, máximo líder de esa organización hasta su muerte en 1998.