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Venezuela

Cero sanciones o primero elecciones: Petro es Zelig respecto a Venezuela

'El rol mediador de Petro no solo está lleno de buena voluntad, sino que tiene un impacto interno para su gestión.'

Caracas
Fotograma de 'Zelig', de Woody Allen, 1983.
Fotograma de 'Zelig', de Woody Allen, 1983. Cinestonia

Tal como el protagonista de la célebre película de Woody Allen, Zelig, el presidente colombiano Gustavo Petro camina en el filo de la navaja de la diatriba política venezolana y en situaciones de peligro parece mimetizarse con quien esté reunido. Así ha pasado de pedir cero sanciones para el chavismo a solicitar ahora, junto a los opositores, una fecha para las elecciones presidenciales.

Petro, cuyo Gobierno ha hecho críticas abiertas a los opositores venezolanos, les tendió un ramo de olivo y recibió en Bogotá a la Plataforma Unitaria, la única instancia que parece sobrevivir al naufragio político que acompañó la desaparición del Gobierno interino de Juan Guaidó. Esta plataforma ha sido la encargada, cuando el chavismo accede a sentarse en la mesa, de negociar con el Gobierno de Nicolás Maduro.

"Después de tener la bendición de Maduro, Petro necesitaba también el respaldo de EEUU y de la oposición venezolana reconocida por Washington, para poder garantizar que su conferencia internacional dedicada a Venezuela podrá realizarse", comenta a DIARIO DE CUBA un veterano diplomático sudamericano asentado en Caracas.

Es el mismo Petro que, después de reunirse con Maduro, dijo tajante "Cero sanciones"; que en Washington, con Joe Biden, se mostró como el mediador entre la Casa Blanca y el Palacio de Miraflores; y que, luego de encontrarse con los opositores en Bogotá, su canciller dijo que lo prioritario es fijar una fecha para las elecciones presidenciales. Todo eso en el lapso de una semana.

En la película de Allen, ambientada en los años 20, el personaje de Zelig, en momentos de peligro o stress, de forma inconsciente se mimetizaba con sus interlocutores. Así parece mostrarse un activo Petro que ha puesto su dedicación personal en lograr que la conferencia de mañana en Bogotá constituya un nuevo espacio para que la comunidad internacional contribuya a destrabar la situación venezolana.

"La Presidencia de Petro ha priorizado el tema venezolano. El presidente ha hecho recurrentes viajes muy cortos a Caracas, básicamente para tener reuniones cara a cara con Maduro. En noviembre se reunió, en París, con Emmanuel Macron (presidente de Francia) y con Alberto Fernández (presidente de Argentina), sobre todo para construir una hoja de ruta que ahora tiene como punto de inflexión esta conferencia", sostiene el diplomático consultado por DIARIO DE CUBA y quien prefiere no difundir su identidad.

La no resolución de la crisis venezolana tiene un costo directo para Colombia. Casi tres millones de venezolanos han llegado en los últimos años y organizaciones en la zona fronteriza comenzaron a observar desde marzo un nuevo crecimiento del paso peatonal de migrantes venezolanos hacia territorio colombiano. Si bien no todos permanecen en ese país, muchas dependencias públicas de salud y atención social están desbordadas por la presencia de migrantes.

La vigencia de las sanciones, por otro lado, le impiden a Petro materializar su plan de adquirir la principal planta de fertilizantes de Colombia (de capital gubernamental venezolano) o reestablecer de forma plena el transito aéreo, un asunto que aerolíneas colombianas y exportadores de ese país le demandan a su Gobierno.

El rol mediador de Petro, entonces, no solo está lleno de buena voluntad, sino que tiene un impacto interno para su gestión.

El presidente de izquierdas debe además hilar fino en su relación con el chavismo porque su apuesta de "paz total", que pasa por acuerdos de paz con las disidencias de la FARC y con el ELN, tiene de por medio un peligro no menor: ambas agrupaciones irregulares, así como otros grupos criminales colombianos, encuentran refugio en territorio venezolano.

Entretanto, la tensión entre sanciones y elecciones es el nuevo marco de polarización entre los que los actores pro-democracia se mueven y en el cual Petro ha terminado por estar sumergido.

El chavismo se muestra públicamente cerrado, sosteniendo que se deben levantar todas las sanciones de EEUU que afectan las operaciones de Petróleos de Venezuela y otras firmas estatales. Mientras, un sector de la oposición venezolana cree que las sanciones deberán levantarse solamente una vez que haya elecciones libres.

El empresario Jorge Botti, quien ha estado cercano a varios procesos de diálogo en Venezuela, sintetizó así el estado de la discusión: "hay dos posiciones, los que quieren que las sanciones se levanten sin ningún tipo de cambio y los que no quieren que se levanten hasta que haya un cambio de Gobierno". Pero afirmó que ninguna de las dos cosas va a suceder, al menos en el corto plazo.

Botti, consultado por DIARIO DE CUBA, expresó que la conferencia de Bogotá será un éxito sí logra que nuevamente se sienten a negociar el Gobierno de Maduro y la opositora Plataforma Unitaria. Las conversaciones que se han realizado de forma intermitente en México, tienen la mediación de Noruega, pero están suspendidas —por la vía de los hechos— desde fines del año pasado.

"Es posible que de la reunión entre Biden y Petro se acordara presionar por una fecha de las elecciones presidenciales, y esto se lo entregó Petro a los opositores, para ganar su respaldo a la conferencia. La definición de una fecha traería una suerte de alivio ya que otorgaría un arco de tiempo razonable para que haya una resolución a una crisis que se ha prolongado el tiempo", sostiene el diplomático consultado.

En 2018 se realizaron las últimas elecciones presidenciales en Venezuela. Los factores de la oposición democrática decidieron no participar y Nicolás Maduro fue reelecto. Buena parte de la comunidad democrática de Europa y América, unos 60 países, desconocieron la legitimidad de Maduro y apostaron, en aquel momento, por su aislamiento internacional.

Después, el país estuvo tres años en una tensión y expectativa importante. En enero de 2019 el joven Juan Guaidó, entonces presidente de la Asamblea Nacional electa en 2015 y único poder legítimo según Occidente, se autoproclamó como "presidente interino". El rápido respaldo del Gobierno de Donald Trump empujó a una alineación de muchos países en lo que se creía generaría el pronto resquebrajamiento del régimen de Maduro.

Sin Trump en la Casa Blanca, y Guaidó defenestrado por la propia oposición, Maduro ha tenido un par de años de relativa tranquilidad en el poder, junto a una paulatina y aun tímida reinserción internacional.

Políticamente se ha anotado un triunfo diplomático al lograr tener un canal de comunicación directo con la Casa Blanca, en el último año, que le ha permitido intercambiar prisioneros, por ejemplo, o ampliar las operaciones en Venezuela de la petrolera estadounidense Chevron.

Para diversos analistas, EEUU empuja a que haya elecciones presidenciales en 2024, con condiciones aceptables para la oposición y veeduría internacional, para dar por zanjada la crisis una vez que se elija un nuevo presidente o incluso Maduro resulte reelecto. Para Washington sería la hora de pasar página en relación con Venezuela.

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