Miguel Ángel Rodríguez Mackay se convirtió en el quinto ministro que dimite en Perú durante el Gobierno de Pedro Castillo, al presentar su carta de renuncia como titular del Ministerio de Relaciones Exteriores, este 9 de septiembre, informa el medio argentino Infobae.
Rodríguez Mackay solo ocupó el cargo durante un mes y cuatro días, en los que su objetivo fue "revitalizar la política exterior del Perú, corrigiendo errores y tratando de fortalecer el derrotero de la vida internacional de nuestro país, siempre desde la rigurosidad de lo académico y lo profesional y teniendo como guía a los grandes personajes y referentes de la diplomacia peruana y del derecho internacional", según la misiva, que reproduce Infobae.
El diplomático, cuya renuncia es "irrevocable", de acuerdo al texto, finalizó agradeciéndole al presidente Castillo la oportunidad que le brindó de "dirigir el bicentenario Ministerio de Relaciones Exteriores, de cuyas canteras administrativas provengo" y deseándole "los éxitos que el Perú merece".
Rodríguez Mackay habría renunciado debido a diferencias con el presidente Castillo que se hicieron más evidentes en los últimos días.
El diplomático anunció, en nombre del Gobierno, la retirada del reconocimiento a la República Árabe Saharaui, con la que Castillo había establecido relaciones diplomáticas un año atrás.
El mandatario reafirmó las relaciones con la nación árabe y el reconocimiento de su autodeterminación, en un tuit publicado el 8 de septiembre, un día antes de la renuncia de su canciller.
Rodríguez Mackay y Castillo también discrepaban respecto al Acuerdo de Escazú, un tratado internacional firmado por 25 países y ratificado por 13 países de América Latina y el Caribe respecto a protocolos para la protección del medio ambiente.
Rodríguez Mackay se opone al Acuerdo y estuvo a favor de su archivamiento en la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, ya que consideraba que "sin su aprobación el país conservará impoluta la intangibilidad de la soberanía nacional".
La decisión fue cuestionada por la Organización Nacional de Mujeres Indígenas, Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP), quienes exigieron su salida inmediata cuando fue nombrado como jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Desarrollo Agrario, ya que consideraban que Mackay no defendía los derechos de los líderes indígenas al posicionarse contra el tratado.
Desde su llegada a la Cancillería, Rodríguez Mackay, realizó algunos cambios que agradaron a algunos diplomáticos, especialmente a los embajadores Manuel Rodríguez Cuadros, quien era representante permanente del Perú ante las Naciones Unidas, y de Harold Forstyh, quien ejerció como representante permanente del Perú ante la Organización de los Estados Americanos (OEA). Ambos renunciaron cuando Castillo lo nombró al frente el Ministerio de Relaciones Exteriores.
La renuncia de Rodríguez Mackay se produce poco más de un mes después de la de Aníbal Torres, quien ocupó el cargo de primer ministro durante solo seis meses. Aunque argumentó razones personales para dimitir, lo cierto es que lo hizo en medio de los escándalos por presunta corrupción en el Gobierno de Pedro Castillo.
Su salida del cargo obligó a todos los integrantes del gabinete a dimitir, de acuerdo a una tradición de Perú que empuja a que todos los ministros pongan sus cargos a disposición del mandatario una vez dimite el primer ministro, encargado de la coordinación entre los integrantes del gabinete y de llevar las relaciones del Ejecutivo con los otros poderes del Estado.
Entre febrero pasado, cuando Torres asumió como primer ministro y agosto, mes en que dimitió, el Gobierno de Pérez Castillo había acumulado cerca de 60 ministros en las distintas carteras por los continuos cambios en el gabinete.
Tres días después de la renuncia de Torres, la Fiscalía de Perú anunció una nueva investigación preliminar contra el presidente Castillo, ahora por un presunto delito contra la tranquilidad pública, en la modalidad de "organización criminal" y se convirtió en la sexta indagatoria en su contra, en un año de mandato.
El mandatario además ha enfrentado dos intentos de destitución por parte del Congreso y tiene una desaprobación del 74%, según varios sondeos en el país.
Por el honor y la dignidad del país, tienen que sacar a ese subnormal de la presidencia. Es un bochorno a gritos, y el tipo no tiene remedio. Ahora, eso sí, es letrinamericano a pulso.