Matizando sus referencias al pasado de Chile —tanto el apoyo a la dictadura (1973-1990) por parte de José Antonio Kast, como del gobierno de izquierda derrocado en 1973, por parte de Gabriel Boric—, los dos candidatos que obtuvieron más votos en la primera ronda electoral del país austral se dedican a buscar apoyos entre referentes moderados, de cara a la segunda vuelta, a celebrarse el 19 de diciembre.
Además de apostar ambos al crecimiento de su capital político, tras una primera ronda de alta polarización y estando Kast y Boric en las antípodas ideológicas, una incógnita no menor está en torno a qué sucederá con los votos del llamado candidato ausente, Franco Parisi, un economista liberal, con problemas con la justicia, que hizo una "telecampaña" inédita, sin poner un pie en el país, y aun así obtuvo el 13% de los votos.
De forma sorpresiva, Parisi quedó en tercer lugar, evidenciando el descontento de los chilenos con la clase política tradicional, que gobernó al país tras la restauración democrática de 1990. Los casi 900.000 votos de Parisi podrían ser determinantes para dirimir una reñida segunda vuelta.
"Tanto Kast como Boric necesitan moverse hacia el centro para ganar. Una movida electoral clásica. Pero los dos lucen prisioneros de sus respectivas retóricas", explica Pedro Benítez, profesor de la Universidad Central de Venezuela, quien ha estudiado los procesos políticos de Chile y Argentina.
Tras la primera vuelta, la candidatura de Kast ha comenzado múltiples negociaciones con referentes tradicionales, como los conservadores Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN), un sector de los demócratas cristianos, y con iniciativas liberales de nuevo cuño, como Evópoli.
En el caso de Boric, apunta a figuras socialistas históricas como el ex presidente Ricardo Lagos, o entidades como el partido ecologista de Chile o la excandidata de centro izquierda Yasna Provoste, derrotada en las urnas en la primera vuelta el pasado 21 de noviembre. Asimismo, le apoyó otro referente de izquierda, Marco Enríquez-Ominami, quien fue candidato y quedó en sexto lugar.
De esa forma, tanto Kast como Boric, desde sus posiciones antagónicas, buscan apoyos en los sectores moderados, y abocan a Chile a una votación presidencial inédita desde el retorno de la democracia en 1990. La disputa no estará ahora entre abanderados de lo que fue el centro político postdictadura, la concertación formada por socialistas y demócrata cristianos, por un lado, y el conservadurismo de RN y UDI, por el otro.
Tan poco margen de maniobra terminó teniendo el sistema democrático, que en los últimos 16 años la presidencia se la habían traspasado entre sí dos figuras de la izquierda moderada y del sector liberal que rompió con la dictadura, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera.
En poco más de dos semanas, la presidencia de Chile se definirá entre Kast, desligado de la RN y candidato del Partido Republicano, con un discurso ultraconservador que llega a reivindicar la dictadura de Augusto Pinochet, y Boric, cuyo discurso está respaldado por factores muy ideologizados del Partido Comunista de Chile, hermanado con el de Cuba.
"A simple vista, sin que aún se haya hecho una encuesta, tengo la impresión de que esos votos de Parisi irían mayoritariamente a favor de Kast, con un discurso que se incline hacia el centro y que tome algunas demandas del economista", sostiene Leandro Querido, politólogo argentino y director de la ONG latinoamericana Transparencia Electoral, con sede en Buenos Aires.
Por su parte, el profesor de historia económica Pedro Benítez advierte que en un eventual gobierno de Boric podría tener un impacto no solo en Chile, sino en la región, por el peso que tendrían los comunistas.
"El Partido de Comunista de Chile (PCCh) tiene una influencia enorme en los medios de comunicación, la academia y el mundo cultural de ese país", precisa Benítez, para quien lo más preocupante es que su dirigencia y militancia están "encerrados en su propia ortodoxia y analizan la realidad social, económica y política de Chile, desde categorías marxistas que hoy suenan como prehistóricas".
Si gana Boric puede ser problemático, pero una victoria de Kast tampoco colocaría a Chile en una senda armoniosa, proyecta Querido.
Pese a que Chile figura como una democracia plena, el estudioso de temas electorales cree que en ese país "se pasó del voto obligatorio al voto voluntario sin demasiado estudio de impacto de esta medida".
Querido colocó como señales preocupantes que la abstención haya sido superior al 50% en las últimas tres votaciones, con un relevante carácter político e institucional, tales como la convocatoria a constituyente, la elección de constituyentes en sí y esta primera vuelta presidencial.
Querido considera un escenario de eventual conflictividad: "En Chile tienen una convención constituyente que está discutiendo una nueva Constitución en el marco de una campaña y de una elección presidencial".
A su juicio, en Chile podría ocurrir un conflicto institucional muy grave con una victoria electoral de Kast mientras sesiona una constituyente de un sesgo marcadamente de izquierdas, y que podría tomar medidas para limitar el poder del nuevo mandatario antes de que asuma la presidencia.
"El resultado de la primera vuelta electoral en Chile muestra a una derecha más pujante de lo que hacía pensar el desplome de la popularidad del presidente Sebastián Piñera y el proceso constituyente, que siguió al pasado estallido social", comenta por su parte el intelectual cubano Rafael Rojas, radicado en México.
El fenómeno electoral de Kast, quien semanas antes de las elecciones no parecía favorito en las urnas, se explica —según Rojas— por "su hábil explotación de una visión positiva de la dictadura de Augusto Pinochet, que comparte una porción considerable de la sociedad chilena". Asimismo este candidato simboliza una apuesta por el "orden" y la "seguridad", pues culpa a la izquierda del estallido social y los desórdenes que le siguieron en 2019.
A joder si eligen al comunistoided. La mejor economía de Latinoamérica hoy día está sangrando por las estupideces de los dé a pie. Suerte.
A joder si eligen al comunistoided. La mejor economía de Latinoamérica hoy día está sangrando por las estupideces de los dé a pie. Suerte.
Según Wikipedia, "en octubre de 2018, Boric presentó una licencia médica a su labor parlamentaria y se internó voluntariamente por dos semanas en el Hospital Psiquiátrico de la Universidad de Chile, su alma máter, debido a una crisis por el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que le fue diagnosticado desde su infancia".O sea que, además de ultraizquierdista ñangarón, el tipo no es lo que se dice un ser equilibrado. Sabe Dios por lo que le daría a ese maniaco si fuese electo presidente. Un peligro.