Después de 40 días de la segunda vuelta en las elecciones presidenciales, Perú sigue sumido en una suerte de telenovela. El maestro y líder sindical de izquierda Pedro Castillo es, según diversos observadores y analistas, el virtual presidente electo, en tanto y a pesar de que ninguno de sus recursos para denunciar fraude prosperó, la candidata Keiko Fujimori se niega a aceptarlo.
Las agendas de los últimos días que cumplen tanto Castillo como Fujimori, terminan siendo simbólicas sobre los resultados, que para terminarse de hacerse oficiales esperan aún una última decisión del Jurado Nacional de Elecciones (JNE).
El maestro, un desconocido de la vida política hasta hace cuestión de semanas, está enfocado en formar su gabinete y hace intentos por bajarle intensidad a su discurso en campaña, que fue de una izquierda nacionalista y que ahora atemoriza a los mercados y al empresariado privado. La legisladora e hija del expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), quien paga prisión por violaciones a derechos humanos y abusos de poder en su mandato, lanza protestas de calle y sigue con su tesis del fraude.
La periodista Jacqueline Fowks, colaboradora de varios medios internacionales en Lima, confirmó a DIARIO DE CUBA que el JNE no ha encontrado fraude alguno y que el paso siguiente es la proclamación de Castillo como presidente por cinco años, probablemente este 20 de julio. El acto de investidura debe ocurrir, según el marco legal peruano, este 28 de julio.
El JNE confirmó este viernes que ya se revisaron todas las actas que habían sido puestas en duda por Fujimori, además de realizar un reconteo de votos. La candidata impugnó actas que equivalen a unos 200.000 votos, con lo cual podría haber volteado un resultado muy cerrado, ya que según las autoridades Castillo habría ganado las elecciones por 44.058 votos.
Sin embargo, una diplomática europea advierte, al ser consultada por DIARIO DE CUBA, que "con Keiko Fujimori cualquier cosa puede pasar". La legisladora, sobre la que pesan señalamientos de corrupción y que podría ser apresada en breve, parece jugarse el todo por el todo en esta elección.
En 2016, en las elecciones presidenciales en las que Keiko Fujimori se enfrentó en segunda vuelta al economista liberal Pedro Pablo Kuczynski (PPK), la diferencia fue prácticamente similar a la que obtuvo Castillo. Hace cinco años la hija del expresidente reconoció rápidamente su derrota pero en los años siguientes se dedicó, según analistas, a dinamitar al gobierno de PPK, quien renunció en 2018, y el año pasado el vicepresidente Martín Vizcarra, quien asumió la jefatura de Estado para concluir el periodo, fue destituido. Fujimori orquestó desde el Congreso una suerte de venganza.
Dado que las decisiones del JNE no se pueden apelar, la hipótesis de la diplomática —radicada en Lima por largos años— es que Fujimori acudirá a los tribunales, dado que ha logrado tener influencia en el sistema de justicia desde sus posiciones en el Congreso y a diversas tramas de corrupción que están siendo investigadas.
Castillo, en tanto, se ha empleado en las últimas semanas en construir una suerte de base de gobernabilidad para su mandato, que se pronostica será polémico, dado que se combinan su inexperiencia política junto a sus ofertas de campaña de voltear el presupuesto nacional para destinar más recursos a la educación o de lanzar una Asamblea Constituyente, a lo que se suma su discurso anticapitalista mientras era candidato.
Asumiendo por la vía de los hechos un rol de presidente electo, paulatinamente Castillo ha ido nombrado a quienes serían sus colaboradores en el futuro gobierno. La medida más audaz del izquierdista ha sido pedirle a Julio Velarde que siga en la presidencia del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), cargo que ocupa desde 2006.
Velarde es una figura emblemática de las políticas liberales que se han aplicado en Perú en los últimos tres gobiernos.
Tal como señala el asesor senior de Crisis Group, Mariano de Alba, al ser requerido por DIARIO DE CUBA, la mayor incertidumbre en este momento recae sobre cómo estará dirigida y qué orientación tendrá la política exterior del nuevo Gobierno peruano. "En los últimos días Castillo evitó criticar al régimen de Cuba y reprochó lo que calificó como el bloqueo inhumano e inmoral de EEUU hacia la Isla", precisa este analista.
De Alba igualmente destaca el tono conciliador que le ha dado Washington a lo que se prevé sea un cambio radical en la presidencia peruana. El Gobierno de Joe Biden ha ratificado que espera tener las mejores relaciones.
Castillo, asimismo, convocó a gremios de trabajadores y a organizaciones civiles, y especialmente a actores políticos regionales fuera de Lima, para conformar el Frente Nacional por la Democracia y la Gobernabilidad. Sencillamente busca base de apoyo político, ya que se enfrenta por un lado a una campaña de desprestigio orquestada por Fujimori, al tiempo que tiene una presencia pequeña en el Legislativo, que será centro de decisiones para algunos de los polémicos planes que quiere llevar adelante, tal como convocar una Asamblea Constituyente.
Castillo acudió a las elecciones con el respaldo del partido Perú Libre, una agrupación en realidad dirigida por Vicente Cerrón, médico neurólogo de formación marxista-leninista. Este partido obtuvo 37 escaños, siendo la primera minoría en un Parlamento de 130 diputados.
Otros ocho legisladores de las agrupaciones Juntos por Perú y Partido Morado han anunciado que respaldan a Castillo. Sin embargo, con esas 45 adhesiones, está lejos de tener al menos la mitad más uno, equivalente a 66 diputados y que le daría luz verde para avanzar sin negociar con otros grupos legislativos.