Ambos son protagonistas de la transición a la democracia en Brasil, hace más de 30 años. El uno derrotó al otro en dos elecciones presidenciales y en no pocas ocasiones han sido las antípodas en la política brasileña. Y ahora, todo apunta a que les unirá la necesidad de crear un frente común para enfrentarse al presidente Jair Bolsonaro.
Se trata de una reunión histórica. Por casi 20 años estas dos figuras políticas no han tenido contacto, al menos que haya trascendido públicamente. Las últimas imágenes de ellos dialogando datan de diciembre de 2002, cuando se preparaba el traspaso de mando entre ellos. Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil entre 1995 y 2002, le traspasó la banda presidencial a Luiz Inácio Lula da Silva, quien fue mandatario entre 2003 y 2010.
El exdirigente sindical y fundador del Partido de los Trabajadores (PT) quedó con el camino allanado para su sexta candidatura presidencial en 2022, tras una serie de decisiones del Supremo Tribunal de Justicia de Brasil, que evitó pronunciarse sobre el fondo de los casos de corrupción que envuelven a Lula. Los magistrados determinaron que el expresidente no debía ser juzgado en la ciudad de Curitiba, sino en las máximas instancias judiciales de Brasilia, y que el entonces juez Sergio Moro se mostró parcializado al sancionar a Lula con año y medio de prisión.
La imagen de los dos expresidentes ha tenido efectos inmediatos. Analistas consideran que se mueve a pasos acelerados el ajedrez electoral, de cara a las presidenciales de 2022, para las cuales ya se prevé una fuerte polarización entre Lula y el actual presidente Bolsonaro, quien buscará la reelección.
El analista de comunicación política Lucas Fraga, desde San Pablo, había confirmado a DIARIO DE CUBA que Lula tendría una estrategia de generar alianzas con fuerzas políticas de centro, como el caso de la socialdemocracia que encabeza Cardoso, para evitar ser considerado un candidato puramente de izquierda, donde tiene ya un nicho asegurado al ser la figura más relevante del PT.
En este mes de mayo, en esa dirección, Lula se ha instalado en Brasilia, la capital que no visitaba desde 2016, para reuniones con líderes de diversas agrupaciones políticas, embajadores y corresponsales extranjeros.
Algunos analistas de la política legislativa en Brasilia adelantan que el dos veces presidente podría estar alentando tras bastidores, un proceso de impeachment contra Bolsonaro, en relación con su mal manejo de la pandemia de Covid-19, una arista que ha hecho caer al actual mandatario, según sondeos, entre su base de apoyo en las clases medias de las grandes urbes de Brasil.
Desde el punto de vista de Cardoso, el acercamiento a Lula sería una decisión pragmática, dado que las encuestas no muestran, al menos hasta ahora, la posibilidad de crecimiento para una opción de centro en las presidenciales. El sociólogo conserva la presidencia honoraria del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y es una voz respetada en los sectores moderados de Brasil.
Aunque el presidente del PSDB, Bruno Araújo, reiteró que este partido tendrá candidato propio que será distante de los extremos representados por Lula y Bolsonaro, Cardoso dejó en claro la necesidad de evitar la relección de Bolsonaro, como su principal preocupación.
Al comentar su almuerzo con Lula, Cardoso explicó: "Fui para conversar. Ningún propósito electoral. El PSDB debe lanzar candidato y lo apoyaré. Si no llegamos a la segunda vuelta, no apoyaré al actual mandatario, sino a quien se le oponga, incluso a Lula", ratificó.
Es un giro radical en las posturas de Cardoso. En 2018, por ejemplo, cuando la segunda vuelta presidencial se definía entre Bolsonaro y el delfín de Lula, Fernando Haddad, el expresidente se negó a darle apoyo público a ninguno.
"Los expresidentes tuvieron una larga conversación sobre Brasil, sobre nuestra democracia y sobre la negligencia del Gobierno de Bolsonaro en la pandemia", rezó una nota de prensa que difundió el equipo de Lula.
Una encuesta de la consultora Datafolha divulgada a mediados de mayo dejó en evidencia la fuerza que va tomando la candidatura de Lula, ya que reúne 41% de intención de voto, contra 23% de Bolsonaro. En una eventual segunda vuelta, el líder del PT se impondría por 55% a 32%, según Datafolha. De acuerdo con esta firma, el resto de aspirantes presidenciales están por debajo del 7%, por lo que se proyecta un escenario altamente polarizado.
La apuesta de Lula, según se deja ver con su acercamiento a figuras de centro y la socialdemocracia, sería evitar una segunda vuelta. Para saltarse el balotaje un candidato, según las normas de Brasil, necesita alcanzar el 50% más un voto.
"El almuerzo no es una alianza electoral, pero es una clara disposición simbólica de que en el PT hay espacio para la convergencia. Lula se radicalizó en el último tiempo, pero siempre fue un político que caminó hacia el centro. Tal vez esté intentando reconstruir el camino que lo llevó a la presidencia en 2002", dijo Leandro Consentino, profesor de Ciencias Políticas del Insper de San Pablo, al ser consultado por La Nación de Buenos Aires.
"La gran preocupación de muchos es cómo se comportaría (Lula) en relación con la economía y el compromiso de responsabilidad fiscal y de avanzar con reformas. Si coloca en su fórmula a un hombre del mercado, como en 2002, puede profundizar el camino hacia el centro", adelantó Consentino.
Bolsonaro, por su parte, parece oler esta estrategia de Lula en su acercamiento con Cardoso. Al reaccionar a la reunión de los expresidentes, Bolsonaro dijo que la oposición a su Gobierno ya tiene una fórmula confirmada con "un ladrón candidato y un vagabundo como vice". No dio nombres ni especificó a quienes se refería.
En medio de la diatriba política, entretanto, la pandemia de Covid-19 sigue afincada en Brasil, en medio de lo que ha sido catalogada como una política errada por parte del Gobierno de Bolsonaro.
De acuerdo con las cifras globales de la Universidad John Hopkins, de EEUU, Brasil tiene el según lugar mundial en número de fallecidos, solo superado por EEUU. Más de 448.000 personas han fallecido en el país sudamericano. En el número de casos, Brasil tiene algo más de 16 millones, ubicándose detrás de EEUU e India.