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Opinión

¿De qué se ríe, señora Bachelet?

Los señalamientos hacia Michelle Bachelet también provienen ahora de las ONG de Venezuela, que apenas meses atrás le daban un espaldarazo.

Caracas
Nicolás Maduro y Michelle Bachelet en su reunión telemática.
Nicolás Maduro y Michelle Bachelet en su reunión telemática. ABC

Es una imagen disonante, sin duda. La misma Michelle Bachelet que en los últimos dos años ha documentado y expuesto públicamente las violaciones a los derechos humanos en Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro, aparece en una imagen sonriente mientras sostiene una reunión con aquel, a quien precisamente acusa de excesos diversos en sus informes.

El canal de comunicación entre Bachelet y Maduro, es parte del mandato de la alta comisionada. Las contradicciones de este tipo no son pocas. Por esas decisiones orquestadas en el seno de una organización daltónica, como es la ONU, el Gobierno venezolano ocupa un sillón en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, al tiempo que la Corte Penal Internacional evalúa si juzga por crímenes de lesa humanidad a los miembros de ese mismo Gobierno.

Bachelet, en tanto, ha señalado que su prioridad en relación con Venezuela es mantener abierta una oficina en Caracas del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU. Esto, por cierto, ha sido aplaudido por las organizaciones de la sociedad civil venezolana. Delegados de Bachelet han podido ingresar a las celdas donde reposan presos políticos, una frontera que el chavismo había cuidado celosamente.

Pero una cosa es reunirse, por razones institucionales, con aquel a quien se señala como responsable último de un régimen con un historial de torturas y tratos crueles, desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales; y otra, muy distinta, es mostrarse sonriente, distendida, junto a quien ejerce el poder represivo. Y esta última aseveración, por cierto, está retratada en los diversos informes presentados por la propia Bachelet en Ginebra, ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Entonces, teniendo este telón de fondo, preguntarle a la señora Bachelet el por qué ríe resulta pertinente. Ya dará ella explicaciones o sencillamente optará por el silencio. Es, a fin de cuentas, su decisión.

La otra pregunta cuya respuesta no está en Ginebra, donde reside la expresidenta chilena, sino en Caracas, es la siguiente: ¿quién y con qué intenciones puso a circular esta imagen de lo que era una reunión privada entre Maduro y Bachelet? Acá está el problema de fondo, más allá de que la alta comisionada departa sonriente con un responsable de violaciones a los derechos humanos.

Bachelet podría ser víctima de una estrategia del chavismo, para su lógica de modelar la discusión pública dentro de Venezuela. Apenas fue nombrada Bachelet en la ONU, el chavismo la mostró como aliada. Una foto del canciller Jorge Arreaza conversando, con un aire de confianza con la expresidenta, fue la imagen de entonces. Ardieron entonces las redes sociales, con epítetos de diverso tenor señalándola de parcializada y simpatizante del castrismo y el chavismo.

A diferencia de Cuba, en relación con Venezuela Bachelet sí logró construir una agenda propia. Pudo visitar Caracas y reunirse con familiares y víctimas, y ante cada informe crítico, un sector del chavismo la catalogaba de vendida a Washington. El discurso que se aprendió de La Habana.

Paulatinamente, Maduro le abrió las puertas a Bachelet, mientras que se las cerraba a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a la Misión de Verificación de los Hechos (nombrada por el Consejo de DDHH de la ONU) y a diversos relatores de la ONU especializados en temas álgidos, por los cuales se evalúa si se procede contra Maduro en La Haya.

Así como a Bachelet, el chavismo recibió recientemente con la alfombra roja a la relatora de la ONU, la bielorrusa Alena Douhan, dejando en claro de que aquel que tiene el poder decide quién entra o no a Venezuela.

En su última intervención en Ginebra, el tono de Bachelet ya era distinto para referirse al régimen de Maduro. En realidad, dedicó una buena parte a exaltar el espíritu de cooperación de Caracas. Sin embargo, nada dijo la expresidenta sobre esta particularidad: ella es una excepción. Las puertas, en verdad, están cerradas para todos los organismos independientes de derechos humanos.

Para Bachelet están abiertas las puertas, y también las cámaras, como hemos visto en esta imagen suya sonriente en su conversación con Maduro.

Se dice que una imagen vale más que mil palabras. En este caso diríamos que una imagen ha desatado mil críticas. Los señalamientos hacia Bachelet también provienen ahora de las organizaciones no gubernamentales de Venezuela, que apenas meses atrás le daban un espaldarazo.

Sembrar la duda en torno al rol de Bachelet, y debilitar su interlocución con las ONG venezolanas. Ahí se muestra un resultado, si asumimos que no fue casual difundir la imagen sonriente de la alta comisionada.

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2 comentarios

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Profile picture for user Peña Tico

¿ Y qué esperan de esta señora ?

Profile picture for user Plutarco Cuero

A la Bachelet por querer andar en misa y procesión, QTS la puso a gozar con unos de sus exabruptos ... Es más falsa que un billete de 3 dólares ...