El presidente Jair Bolsonaro sigue caminando sobre la cuerda floja en medio de una crisis política que no cesa en Brasil, y que se alimenta de nuevos señalamientos que lo incriminan, junto a un discutible manejo nacional de la crisis global del coronavirus.
Con más de 105.000 casos registrados y más de 7.200 muertes, hasta este 4 de mayo, Brasil figura en el top ten del Covid-19 a nivel global. Y al contrario de lo que han hecho los líderes de los otros países más afectados, Bolsonaro sigue desafiando la política de confinamiento, se niega a usar nasobuco y no guarda distancia social.
En una convergencia de ambas aristas, Bolsonaro encabezó el pasado domingo una movilización en contra del Tribunal Supremo de Justicia y del Congreso, en la explanada de Brasilia, en un acto que causó molestia, no solo por el carácter crítico hacia otros poderes, sino porque Bolsonaro no se ajustó a las recomendaciones internacionales para prevenir el coronavirus.
En el acto de este domingo, además de cuestionar a los otros dos poderes, los manifestantes pro-Bolsonaro corearon "Moro, basura", en referencia al exministro de Justicia Sergio Moro, ahora convertido en un enemigo político tras su salida del Gobierno, semanas atrás.
Moro renunció tras la destitución del jefe de la Policía Federal, Mauricio Valeixo. Esto constituyó una suerte de terremoto político sobre el frágil Gobierno de Bolsonaro. Moro, según diversas encuestas, es el político con mayor credibilidad del país.
Tras la renuncia de Moro, que estuvo acompañada de diversas acusaciones, se inició una investigación desde el poder judicial. El pasado sábado, Moro declaró por más de ocho horas en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, ciudad en la que condujo la Operación Lava Jato, que llevó a la prisión al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, entre otros. Según medios locales, Moro presentó "conversaciones, audios y correos electrónicos" intercambiados con Bolsonaro que respaldarían sus graves acusaciones. Ese mismo sábado el presidente llamó "Judas" a Moro en Twitter.
"En tiempos de por sí turbulentos y difíciles, Brasil se dirige hacia una verdadera crisis política. En solo 15 meses, ocho ministros dejaron el Gobierno de Bolsonaro y el índice de aprobación del presidente actualmente alcanza a solo 30?%", sostiene Anja Czymmeck, de la Fundación Konrad Adenauer.
A juicio de esta analista, todavía está por medirse en estudios de opinión el impacto negativo que tendrá la salida de Moro del Gobierno de Bolsonaro. "Moro goza de una reputación particularmente alta entre grupos de votantes que son fundamentales para Bolsonaro, desde los liberales económicos hasta los militares y los evangélicos", precisa.
Por su parte, el investigador del Real Instituto Elcano, con sede en Madrid, Carlos Malamud, asegura que aún está por verse el impacto que tendrá la política de líderes populistas como Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador, quienes inicialmente se negaron a tomar decisiones duras para hacer frente al coronavirus.
Según analistas, habrá que esperar que pase la pandemia de forma definitiva para evaluar las decisiones de estos líderes, contra el resultado global que exhiban sus países en el número de contagiados y de fallecidos.
Sobre Bolsonaro pende la amenaza del impeachment. El proceso político de destitución que puede aprobar el Congreso, en donde el actual presidente no goza de mayoría.
En algunos partidos, incluyendo el Partido de los Trabajadores (PT), del expresidente Lula da Silva, consideran que existen acusaciones graves presentadas por Moro en contra del manejo irregular de Bolsonaro sobre la Policía Federal, pero al mismo tiempo hacen cálculos políticos de lo que ello podría acarrear: una destitución de Bolsonaro que proyecte aún más la figura de Moro.
Pues que sea Moro...ni Lula, ni Bolsonaro...
Ninguém além de Lula novamente.