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Opinión

Diez rasgos de los gobernantes populistas, sean de izquierda o derecha

¿Es populista su presidente? Llamar populista a un político o un funcionario es una manera rápida y segura de descalificarlo.

Miami
Hugo Chávez, Fidel Castro y Nicolás Maduro.
Hugo Chávez, Fidel Castro y Nicolás Maduro. Globovision

¿Es populista su presidente? Llamar populista a un político o un funcionario es una manera rápida y segura de descalificarlo.

Pero, ¿qué hace a estos personajes ser populistas? La reciente lectura, mucho más ampliada, de este decálogo inspirado en el breve ensayo de Jan-Werner Müller (What is populism), provocó que muchos de los asistentes a mi charla en México, en la entrega del Premio Caminos de la Libertad, pensaran que hablaba de Andrés Manuel López Obrador.

No era mi intención, pero si le sirve el sayo, que se lo coloquen. A mi juicio, lo interesante del término es que se aplica a la derecha e izquierda del término.

Primero: el caudillismo. Generalmente, el populismo comienza con la admisión de un líder o caudillo al que se le atribuyen todas las virtudes y se le asigna, de hecho, ser el gran intérprete de la voluntad popular. Alguien que trasciende a las instituciones y cuya palabra se convierte en el dogma sagrado de la patria. Mussolini, Hitler, Franco, Perón, Fidel Castro, Juan Velasco Alvarado, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, cada uno a su manera, son ejemplos de caudillos.

Segundo: el exclusivismo. Solo "nosotros" somos los auténticos representantes del pueblo. Los "otros" son los enemigos del pueblo. Los "otros", por lo tanto, son unos seres marginales que no son sujetos de derecho y merecen nuestro mayor desprecio. Chávez calificó de "majunches" a sus adversarios, un venezolanismo que quiere decir tonto o inútil.

Tercero: el adanismo. La historia comienza con ellos. De ahí el nombre adanismo, por Adán, el primer hombre. El pasado es una sucesión de fracasos, desencuentros y puras traiciones. La historia de la patria se inicia con el movimiento populista que ha llegado al poder para reivindicar a los pobres y desposeídos tras siglos de gobiernos entreguistas, unas veces vendidos a la burguesía local y otras a los imperialistas extranjeros.

Cuarto: el nacionalismo. El nacionalismo es una creencia generalmente vinculada a la supuesta identidad nacional. Suele ser excluyente y derivar en racismo u otras formas de exclusión social. En el terreno económico conduce al proteccionismo o a dos reacciones aparentemente contrarias. El aislacionismo para no mezclarnos con los impuros, o el intervencionismo para esparcir nuestro sistema superior de organizarnos. En nuestros días, ese nacionalismo se transforma en "antiglobalismo".

Quinto: el estatismo. Los populistas, casi siempre son estatistas. Creen que la acción planificada por el Estado colmará las necesidades del "pueblo amado". Tienden a no creer en el crecimiento espontáneo y libre de la sociedad. Los gobernantes populistas esperan la total sumisión de los creadores de riqueza. Intentan convertirlos, y muchas veces lo logran, en "buscadores de rentas".

Sexto: el clientelismo.  Los gobernantes populistas no tienen partidarios, sino clientes que les deben cosas. Les encantan los "cazadores de subsidios". Entienden que la política es para generar millones de estómagos agradecidos que les deben todo al gobernante que les da de comer y acaban por constituir su base de apoyo.

Séptimo: la centralización de todos los poderes. El caudillo controla el sistema judicial y el legislativo, o trata de hacerlo. La separación de poderes y el llamado checks and balances son ignorados. En Venezuela cuando "los enemigos del pueblo" ganan unas elecciones, los gobernantes populistas crean un organismo paralelo y le traspasan los presupuestos y funciones.

Octavo: los funcionarios no están al servicio de la sociedad, sino de los populistas. Controlan y manipulan a los agentes económicos, comenzando por el banco nacional o de emisión, que se vuelve una máquina de imprimir billetes al dictado de la presidencia.

Noveno: el doble lenguaje. La semántica se transforma en un campo de batalla y las palabras adquieren una significación diferente. Libertad se convierte en obediencia, lealtad en sumisión. Patria, nación y caudillo se confunden en el mismo vocablo y se denomina traición cualquier discrepancia.

Décimo: la desaparición de cualquier vestigio de cordialidad cívica. Se utiliza un lenguaje de odio que preludia la agresión. El enemigo es siempre un gusano, un vendepatria, una persona entregada a los peores intereses. Ese es el antecedente de la destrucción del otro. Antes de aplastarlo hay que eliminarle cualquier vestigio de humanidad.

Insisto: ¿es populista su presidente? No necesita adoptar las diez características. Basta con cinco de ellas.

2 comentarios

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Profile picture for user Weston

Coño!, si no leo el último párrafo hubiera pensado que a CAM le había entrado un poco de fresquito en su privilegiada entendera y por tanto se había curado de su Trump Deragement Syndrome. De cualquier forma, si sólo cinco son necesarias, qué tal si consideramos también a Obama?

Profile picture for user Pedro Benitez

Felicidades al autor. Cuba es un país que vive en la miseria, con un estado todo poderoso, criminal. Además, nosotros los cubanos tenemos la tendencia dañina, ignorante, y obsoleta de esperar que una persona, una especie de super-cubano traiga la felicidad y la abundancia para los caribeños de la isla larga. [(Cuidado. Por eso, el movimiento que impulsa Rosa María Payá tiene toda la prioridad.
Cuidado. )] Necesitamos arrancar de raíz nuestra imbecilidad: creer que una sola persona puede con todos los inmensos problemas que ahogan a la nación cubana.