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Venezuela

Debut, declive y fin del chavismo

'El inminente desenlace tendrá un efecto telúrico en la región. Los movimientos revolucionarios que alcanzaron el poder por las armas o que fracasaron en el intento y lo lograron por las urnas, sucumbirán.'

La Habana

El debut

El teniente coronel Hugo Chávez Frías, después de un fallido intento de tomar el poder por la vía militar se encaminó hacia las urnas. Con un discurso populista cautivó el descontento de los venezolanos, se impuso en las elecciones de 1998 y anunció una revolución "pacífica y democrática". Su objetivo: repetir y expandir la revolución cubana.

Dos décadas después Juan Guaidó, diputado del parlamento que el chavismo intentó eliminar, en respuesta a la toma de posesión de Nicolás Maduro —"vencedor" en unas cuestionadas elecciones— juró como presidente encargado de Venezuela.

El reconocimiento a Guaidó por decenas de países e instituciones; el éxodo de más de tres millones de venezolanos; la grave crisis alimentaria y sanitaria; las decenas de muertos, heridos y detenidos; las deserciones como la del agregado militar en EEUU, la cónsul en Miami y el director de planificación estratégica de la aviación militar; las sanciones de EEUU; y la duda de que China o Rusia —con quien el Gobierno de Maduro tiene grandes deudas pendientes de pago— decidan emprender un rescate financiero, son factores determinantes en un dinámico escenario que ha colocado al chavismo en posición de jaque mate.

El declive

Chávez, durante su presidencia reformó la Constitución, colocó al Parlamento bajo su control, aumentó el periodo presidencial, estableció mayor control sobre la economía y los medios de comunicación, solicitó poderes especiales para gobernar, estableció la reelección, introdujo el derecho al voto de los militares, cambió el nombre del país por el de República Bolivariana de Venezuela y anunció la construcción del "Socialismo del Siglo XXI".

Contando con la mayor reserva de crudo del planeta y con precios superiores a los 100 dólares por barril, dilapidó ese manantial de dólares distribuyéndolo para ganar apoyo popular al interior y exportar la revolución al exterior. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en Cuba, Chávez no pudo desmontar las instituciones y espacios cívicos existentes, lo que obligó, tanto a él como a Maduro, a enfrentar la oposición en las urnas.

En los comicios regionales y municipales de 2008, Chávez obtuvo la mayoría de los votos, pero la oposición se impuso en varios estados y alcaldías. En las legislativas de 2010 perdió la mayoría absoluta en el Parlamento. En octubre de 2012 se impuso, pero la oposición aumentó el número de votos. Mientras Maduro, en las presidenciales de 2013 obtuvo la victoria más apretada 7.587.532 contra 7.363.264 de Henrique Capriles.

El declive fue tan evidente que, en vísperas de las elecciones parlamentarias de 2015, Maduro expresó que, en caso de perder, pasaría a gobernar con el pueblo en unión cívico-militar. Ante la derrota, el alumno de Chávez ignoró la voluntad popular, se autoproclamó como fuente de derecho, convocó elecciones para una Asamblea Constituyente que sustituiría a la Asamblea Nacional con el apoyo de una burocracia, compuesta por cerca de cuatro millones de funcionarios y otros tantos millones beneficiarios de las misiones.

El resultado del chavismo confirma lo sabido: la distribución populista para ganar adeptos es insuficiente para conservar el poder. Las acciones desacertadas —antes y después de Chávez— generaron un clima de ingobernabilidad, que figuras de la izquierda como José Mujica —entonces presidente de Uruguay— expresó en 2014: "Nadie va a poder gobernar con ese clima de confrontación que tiene Venezuela".

La fuga de capitales, la incapacidad para honrar las deudas, el descenso de la producción, el abismal enorme crecimiento de la burocracia y del gasto público, la superinflación que alcanzó cifras millonarias, la disminución del salario y la importación de alimentos, que pasó del 37% al 78%, le obligó a implantar el racionamiento de productos mediante una tarjeta electrónica: Venezuela entró a la crisis más grave de su historia. Por esas razones atribuir la crisis a la "ofensiva" del imperialismo y la derecha, es absurdo, falso e insostenible.

Dispuesto a emplear cualquier medio para conservar el poder, Maduro sumió a Venezuela en una ola de protestas que ha ocasionado cientos de muertos, de heridos y miles de detenidos. Refugiado en la cúpula militar, su anunció de disposición al diálogo, llega demasiado tarde y sin ninguna credibilidad.

El final

El inminente desenlace tendrá un efecto telúrico en la región. Los movimientos revolucionarios que alcanzaron el poder por las armas o que fracasaron en el intento y lo lograron por las urnas, sucumbirán. La negativa a democratizar, el intento de eternizarse en el poder y la incapacidad para satisfacer las necesidades de sus pueblos, ha sido y es la causa común de sus fracasos.

En el caso de Cuba, donde se incubó esa semilla, el efecto será inevitable. Sufriremos el impacto que tendrá la disminución de suministro de petróleo en medio de la manifiesta incapacidad para elevar la eficiencia de la economía y del apoyo incondicional brindado al chavismo desde su inicio hasta hoy.

El reto de la Venezuela que emerja del actual escenario consiste, entre otros en excluir la violencia, restablecer la institucionalidad democrática, regresar el Ejército a la función de defensa del orden constitucional e implementar la igualdad de oportunidades para que los venezolanos, sin exclusiones de ningún tipo, participen de forma efectiva en los destinos de su nación y no se repita una experiencia tan perjudicial y sangrienta como resultó la del chavismo.

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