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Política

Venezuela: este es el escenario una semana después del juramento de Guaidó

El descontento de los sectores populares y la reacción de la comunidad internacional dejan en evidencia el aislamiento del régimen de Nicolás Maduro.

Madrid

La proclamación de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, el pasado 23 de enero, ha resultado hasta ahora un paso sumamente hábil, puesto que ha desbloqueado la inercia del último año, en que el régimen de Nicolás Maduro parecía afianzarse en el poder sin contrapeso. Lo cual ha situado a la defensiva a la cúpula venezolana en varios aspectos. 

El juramento ha relanzado la movilización en las calles contra el Gobierno. El alcance multitudinario de las marchas en sus primeros días se asemeja a las grandes manifestaciones de 2014 y 2017, dando muestras del descontento de amplias capas de la población por la grave recesión económica y el cerco autoritario que el país experimenta.

Esta vez, sin embargo, hay una novedad. La presencia de las capas populares, tradicionalmente consideradas afines al régimen, se ha hecho notable en las manifestaciones y en los enfrentamientos con los cuerpos represivos. 

Contactado por DIARIO DE CUBA, un experimentado periodista venezolano, que prefiere mantener el anonimato debido a la persecución sistemática emprendida por el oficialismo contra medios y profesionales de la información, estima que hay un "quiebre" en el apoyo de los sectores populares al régimen.

Una desafección que se explicaría por "el hambre, la hiperinflación, la escasez de todo tipo de productos, la muerte segura por cualquier enfermedad, dada la imposibilidad de encontrar medicamentos, y por la debacle del sistema de salud".

Según este, "la miseria creciente ha hecho que los más pobres salgan a la calle".

En ello coincide el también periodista Jorge Benezra, igualmente consultado por DIARIO DE CUBA, quien habla de "hartazgo". 

"Más allá de creer o no en la oposición, los sectores populares están respaldando un cambio de modelo que mejore su calidad de vida. Y luego verán si apoyan o no a la oposición como ideal político. Pero en este momento están simplemente polarizados con un fin: cambiar a Nicolás Maduro y a todo el tren ministerial." 

La clave del Ejército

Otro eje al que Guaidó ha desplazado la contienda política es hacia al sostén mismo del Gobierno, el Ejército. La oposición ha entendido que la militarización del régimen hace de las Fuerzas Armadas un elemento clave en la repartición del poder en Venezuela. Es por ello que la Asamblea Nacional (AN) ha aprobado una Ley de Amnistía para alentar a los militares a retirar el apoyo al régimen.

Sin embargo, según nuestra fuente anónima, pese a que masivamente el estamento castrense desee un cambio, dado que "la masa militar padece las mismas penurias que la población civil", es sabido que "la inteligencia cubana está metida en las Fuerzas Armadas logrando, hasta la fecha, desmontar cualquier intento de acción". 

Por tanto, considera que sería "aventurado" creer con certeza que la propuesta de amnistía logre fisurar la lealtad del Ejército al régimen, si bien no se ha de descartar un proceso en ese sentido, que iría madurando "con la eficiencia de las sanciones internacionales".

Por su parte, Jorge Benezra insiste en el hecho de que "durante dos décadas Hugo Chávez y luego Nicolás Maduro se dedicaron a ideologizar al Ejército". Esto ha tenido como consecuencia el involucramiento de las Fuerzas Armadas en la política.

Algo que se refleja en los pronunciamientos del alto mando militar ("Chávez vive") que están "en contradicción con el mandato constitucional que consagra que el Ejército no está en ningún caso al servicio de una persona o parcialidad política alguna".

Según Benezra, la cooptación del Ejército también se ha realizado mediante la entrega de grandes prebendas y cargos a la cúpula militar. Se estima, por ejemplo, que las Fuerzas Armadas venezolanas cuentan con cerca de 2.000 generales, mientras que el ejército de una gran potencia como EEUU tiene alrededor de 900.

A la vez, el Ejército ha sacado ingentes beneficios en todos estos años gracias al manejo de la importación y la distribución de comida, al control de fronteras y puertos y a un acceso privilegiado a las divisas que permite lucrar con las restricciones del mercado monetario local.

Pero los altos mandos, señala Benezra, también han sacado provecho de la colusión con organizaciones criminales implicadas en economías ilícitas: contrabando de combustible, minería ilegal, narcotráfico. 

Una salida negociada

Por consiguiente, Benezra considera que la propuesta de amnistía "es la hoja de ruta de la oposición, pero no va a ser lo que realmente defina la posición del Ejército". La Ley de Amnistía funcionaría como una herramienta para llamar a las Fuerzas Armadas a la negociación. 

"Los militares, en las coyunturas como la que vive Venezuela, nunca pierden, siempre negocian para no perder prebendas ni estatus y para asegurarse de que a la hora de una transición y cambio de Gobierno puedan mantenerse igual o mejor".

Así, lo más probable es que la inclinación de los militares se decida en un proceso de negociación más bien "largo" y que esté fuera "del alcance de los ciudadanos".

Sin embargo, la proclamación de Guaidó también ha puesto al régimen contra las cuerdas en el plano internacional, dejando en evidencia su aislamiento. 

El reconocimiento del líder de la AN como presidente por parte de EEUU, Canadá y el grupo de Lima, entre otros, así como la convocación inmediata de elecciones exigida por la UE, marca el rechazo que encuentra el Gobierno de Maduro en las democracias occidentales.

Es también un modo de advertir a las autoridades venezolanas que cualquier tentativa de encarcelamiento o de aniquilación de los líderes de la oposición les acarrearía graves consecuencias.

Jorge Benezra considera que la presión externa es crucial para incidir en una rápida transición hacia la democracia. 

La oposición atraviesa un momento de oportunidades inéditas para cambiar el modelo político, pero sin una acción certera de la comunidad internacional, tanto en el plano económico como en el diplomático, la situación corre sencillamente el riesgo de estancarse. 

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