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Corea del Norte

Pyongyang es más preocupante por las armas biológicas que por las nucleares, advierten expertos

El programa norcoreano 'es avanzado, subestimado y altamente letal', dice un funcionario del Pentágono.

Madrid

El régimen de Kim Jong-un es una amenaza mucho mayor por su capacidad de desarrollar armas biológicas que por su programa nuclear, advirtieron expertos y funcionarios estadounidenses citados por The New York Times.

De acuerdo con un análisis del Instituto de Estudios Internacionales de Middlebury en Monterey, el régimen de Corea del Norte está colaborando con investigadores extranjeros para adquirir habilidades biotecnológicas y construir maquinaria. Como resultado, la capacidad de Pyongyang en la materia está creciendo rápidamente.

"Es mucho más probable que Corea del Norte utilice armas biológicas que nucleares", opinó Andrew C. Weber, funcionario del Pentágono a cargo de programas de defensa contra ataques químicos y biológicos durante el Gobierno de Barack Obama. "El programa es avanzado, subestimado y altamente letal".

The New York Times critica que el Gobierno de Donald Trump haya puesto en sus negociaciones con Pyongyang más atención en las armas nucleares norcoreanas que en las biológicas, consideradas por los analistas una amenaza más inmediata.

Si se distribuyen de manera eficaz, menos de cuatro litros de ántrax maligno podrían acabar con la vida en la Tierra, destaca el diario.

Corea del Norte podría amenazar con un contraataque devastador de gérmenes como una manera de mantener a raya a sus agresores. De ser así, sus armas biológicas serían un poderoso elemento disuasivo, considera.

A los expertos también les preocupa una ofensiva con agentes de letalidad inusual, sobre todo el virus de la viruela, que se transmite de persona a persona y mata a un tercio de sus víctimas. Sospechan que, desde hace mucho, Corea del Norte almacena la viruela, que en 1980 fue declarada erradicada de las poblaciones humanas.

Lo peor, dicen analistas, es que hay imágenes satelitales y vigilancia digital en torno a Corea del Norte que sugieren que Pyongyang recientemente se ha interesado en la biotecnología y avances en materia de gérmenes.

Comparadas con las armas tradicionales, las amenazas biológicas tienen una serie de particularidades alarmantes: la producción de gérmenes puede llevarse a cabo a pequeña escala y es mucho menos costosa que la creación de armas nucleares. Los microbios mortíferos pueden parecer componentes inofensivos de las vacunas o de insumos agrícolas. Además, las armas biológicas son difíciles de detectar, rastrear y contener.

El gran hermetismo de Corea del Norte hace difícil evaluar la amenaza y saber cuál es el nivel de sofisticación con el que cuentan. Actualmente es posible que no haya armas biológicas en el país, sino solo investigación, prototipos, pruebas humanas y la capacidad de comenzar una producción industrial.

Aun así, Anthony H. Cordesman, exfuncionario de inteligencia del Pentágono que ahora forma parte del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dijo que Corea del Norte "ha tenido grandes avances" en todos los aspectos técnicos necesarios para la producción de un gran arsenal microbiano.

Informes técnicos de las fuerzas militares surcoreanas han identificado por lo menos diez centros en el país que podrían participar en la investigación y la producción de más de una decena de agentes biológicos.

Varios militares desertores norcoreanos han dado positivo en las pruebas de anticuerpos de viruela, lo cual sugiere que estuvieron expuestos al virus mortífero o fueron vacunados contra este, de acuerdo con un informe del Centro Belfer para la Ciencia y los Asuntos Internacionales de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard.

La viruela mató a 500 millones de personas antes de que fuera erradicada. Actualmente, pocas poblaciones están vacunadas contra el virus.

Desde hace tres años, Amplyfi, una firma de inteligencia estratégica, detectó un aumento drástico en las búsquedas web de Corea del Norte para el término "resistencia antibiótica", "materia oscura microbiana", "proteína Cas", y otros similares, lo cual sugiere un interés creciente en cuanto a la investigación genética y microbiana avanzada.

De acuerdo con el análisis del Instituto Middlebury, por lo menos 100 publicaciones sobre investigaciones que fueron escritas en conjunto por científicos extranjeros y norcoreanos tienen implicaciones para propósitos militares, como desarrollar armas de destrucción masiva. Las colaboraciones quizá violen las sanciones internacionales.

Joseph S. Bermudez Jr., analista de las fuerzas militares norcoreanas, dijo que es muy probable que Corea del Norte ya haya experimentado con modificación genética para mejorar bacterias y virus.

Las preocupaciones de Occidente respecto del programa de Corea del Norte aumentaron en junio de 2015, después de que Kim posara ante un nuevo equipo de laboratorio, al lado de funcionarios y científicos de las fuerzas militares, en un centro de pesticidas con apariencia moderna llamado Instituto Biotecnológico.

La planta ya estaría produciendo pesticidas. Las fotografías mostraron enormes fermentadores para cultivar microbios, así como secadores por pulverización que pueden convertir las esporas bacterianas en un polvo lo suficientemente fino para ser inhalado. Kim estaba feliz.

Melissa Hanham, una académica que identificó el potencial dañino del sitio, dijo que los números de los modelos de los equipos mostraban que Corea del Norte había obtenido la maquinaria evadiendo sanciones, lavando dinero, creando empresas fantasmas o sobornado a gente para comprarla en el mercado negro.

Dijo que las pruebas sugieren que Corea del Norte logró construir una planta agrícola al parecer inofensiva que podría readaptarse en cuestión de semanas para producir esporas deshidratadas de ántrax maligno.

Los estadounidenses experimentaron la gravedad de las armas biológicas en 2001, cuando una cucharada de polvo de ántrax maligno, enviada en unos cuantos sobres, asesinó a cinco personas, enfermó a 17 más y desencadenó una ola de pánico en todo el país. Las esporas provocaron que se cerraran las oficinas del Congreso, la Corte Suprema y gran parte del sistema postal; la limpieza tuvo un costo de casi 320 millones de dólares.

Los presupuestos federales destinados a biodefensa aumentaron después de los ataques, pero han disminuido en los últimos años.

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