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Política

Intelectuales, protestas y represión

LASA y CLACSO, las mayores organizaciones que reunen las ciencias sociales en América Latina, deberían ser consecuentes ante la situación en Venezuela.

Ciudad de México

En un foro reciente, las posturas del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)Latin American Studies Association (LASA) ante la crisis venezolana fueron tema de debate. Exponiendo los primeros hallazgos de una investigacion en curso, se analizaron los pronunciamientos de directivas, publicaciones y grupos de académicos que conforman las mayores organizaciones que reunen las ciencias sociales en América Latina.

Frente a los acontecimientos de 2014-2017 en Venezuela, el discurso oficial del Comité Directivo de CLACSO rechazó la violencia equiparando las actitudes del Estado y los manifestantes, sopesando los éxitos del proceso frente a sus errores y evitando usar la palabra represión.

Desde el Comité Ejecutivo de LASA, más procliveal equlibrio, se llamó a respetar los derechos ciudadanos, pero se evitó una condena explícita a Caracas.

Por ese mismo periodo, como testimonian (entre otros) el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y Amnistía Internacional, la violación sistemática y flagrante de un conjunto de derechos (protesta, votacion, expresión, alimentación, acceso a servicios, etc) se convirtieron en patrón del accionar del Estado venezolano frente a sus ciudadanos.

¿Cuál tendría que ser el papel de los intelectuales ante este tipo de coyuntura? ¿Cómo identificar la línea que separa lo que puede ser concebido como una apolítica y falsa neutralidad y la necesidad de rechazar cualquier forma de violación a los derechos humanos, independientemente del corte ideológico del Gobierno que la haga?

¿Cómo podemos construir un compromiso político desde la intelectualidad sin que esto suponga censurar unas prácticas y callar sobre otras?

¿Como evitar la estéril pretensión de neutralidad?

LASA y CLACSO muestran, en su seno, posturas diversas ante la crisis venezolana y los contenidos/alcances de la democracia. En CLACSO el balance tiende al proyecto nacional popular, con guiños al autoritarismo revolucionario. LASA gravita hacia lo democrático participativo, con fuerte presencia de agendas postliberales y decoloniales.

En CLACSO, la representación de la diversidad y la crítica es mayor en sus bases que en su directiva. En LASA, con bemoles, la pluralidad aparece más permanente y simétrica a lo largo del tiempo y las estructuras.

Sin embargo, la asincronía entre el empeoramiento de la crisis multidimensional venezolana y la respuesta oficial de CLACSO y de LASA sugiere sesgos compartidos a la hora de tratar con los abusos cometidos por gobiernos (alguna vez) considerados progresistas.

Tal actitud contrasta con la rapidez en el pronunciamiento de ambas entidades ante otras crisis políticas nacionales, como la mañosa destitución de Lula en Brasil. También resalta la diferencia entre la frecuente condena a la criminalización de protesta y activismo en Colombia, México, Brasil o Perú, y el silencio o los susurros frente a sus equivalentes venezolanos y cubanos.

Reconocer y resolver semejantes asincronías y parcialidades —sin establecer otras opuestas, en beneficio de las derechas continentales— es clave para una comunidad intelectual comprometida con una convivencia democrática y de justicia para toda Latinoamérica.

LASA y CLACSO, por su peso y objetivos específicos, deberían ser coherentes ante tamaña problemática: sin sesgos ni silencios. Porque, como dijo el obispo y luchador antiapartheid Desmond Tutu, "si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor".


Este artículo apareció en el diario mexicano La Razón. Se reproduce con autorización del autor.

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