"Estoy en paz con mi conciencia y dudo que todos aquellos que mintieron contra mí duerman con la tranquilidad con que yo duermo", dice el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva en una entrevista con Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba.
El exmandatario, en prisión desde abril para cumplir 12 años por corrupción y lavado de dinero, defendió que el "proceso político" contra él "no logra apuntar un crimen, ni existen pruebas".
Para Lula, "cada vez es más transparente" que la verdadera razón de su condena es que no participe en las elecciones presidenciales de este año.
"Soy consciente de que la injusticia que se está cometiendo contra mí es también una injusticia contra el pueblo brasileño", indicó Lula, a quien el diario estatal señala como favorito para los comicios de octubre próximo.
Sin embargo, en la última encuesta de Datafolha se analizan los resultados descontando la participación de Lula en los comicios. A estas alturas parece altamente improbable.
Según el expresidente, el juicio contra su persona es un proceso político, una prisión política. "Tuvieron que violar la Constitución para arrestarme", sostiene Lula en la entrevista.
Para Luiz Inácio Lula da Silva, el "golpe" en su contra no es algo personal, sino que se hizo "contra un modelo de desarrollo nacional e inclusión social" y para "eliminar los derechos de los trabajadores y jubilados".
En sus palabras, "las élites de la región están tratando de imponer un modelo donde el juego democrático solo vale cuando ellas vencen", lo cual "no es democracia" para el exmandatario.
En el caso de Brasil, estas élites no soportaban las transformaciones que venían haciendo su Gobierno y el de su sucesora, Dilma Roussef, según Granma.
"Brasil venía en una trayectoria de décadas de avances democráticos, de participación política y junto con ellos avances sociales, que se aceleraron con los gobiernos del PT, que ganaron cuatro elecciones seguidas", sostuvo Lula.
La situación actual de Brasil la describió como peor de lo que estaba durante su gestión. "El desempleo aumenta, más de un millón de familias han vuelto a cocinar con leña a causa del aumento del precio del gas de cocina, millones que habían salido de la miseria están volviendo a no tener qué comer, e incluso la clase media ha perdido empleo e ingresos", enumeró.
Insistió en volver al modelo de desarrollo impulsado por su Gobierno. Para ello, dijo que "van a necesitar mucha organización".
"Estoy leyendo y pensando mucho. Estoy en paz con mi conciencia y dudo que todos aquellos que mintieron contra mí duerman con la tranquilidad con que yo duermo", zanjó.
A pesar de estar encarcelado desde el 7 de abril, arrastrar otros seis procesos por corrupción y estar inhabilitado electoralmente, el Partido de los Trabajadores (PT) lanzó la semana pasada la precandidatura de Lula a las elecciones presidenciales.
La formación de izquierda pretende presentar recursos ante el tribunal electoral y la Corte Suprema para intentar que permitan la inscripción de la candidatura del expresidente, quien se mantiene activo públicamente desde su celda.
Los gobiernos de Brasil y Cuba reforzaron su relación durante los mandatos de Lula (2003-2010) y de Rousseff (2011-2016).
Una reciente investigación realizada por el diario Folha de S.Paulo reveló que tanto el Gobierno de Lula como el de Dilma Rousseff desoyeron recomendaciones realizadas por sus expertos a la hora de aliarse con La Habana en el desarrollo del "megapuerto" del Mariel.
Fue la empresa Odebrecht, sumida en escándalos de corrupción, quien asumiría las obras del Puerto de Mariel en Cuba, para ayudar al Gobierno de su aliado Fidel Castro a petición del también fallecido Hugo Chávez.
Según las pesquisas, ambas administraciones ofrecieron subsidios y términos blandos, y asumieron altos riesgos financieros para que los contribuyentes brasileños subvencionaran la iniciativa en Cuba, hoy estancada.